Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Ayer se destacaron en esta columna algunas noticias que mostraban la posibilidad –y la necesidad– de que el actual gobierno mantenga ciertas líneas de trabajo de sus antecesores y negocie acuerdos, en vez de ubicarse en una oposición integral y drástica a todo lo que se hizo desde 2005 hasta este año. Hoy, lamentablemente, es preciso señalar la contracara: están operando, envalentonadas, fuerzas que tratan de provocar una escalada insensata.
Ayer se colocó frente al liceo Dámaso Antonio Larrañaga una pancarta con la leyenda: “La JUP está de vuelta. No al referéndum de la LUC. ¡Fuera comunistas de las instituciones!”. Las iniciales JUP corresponden a la Juventud Uruguaya de Pie, una organización ultraderechista que operó de 1970 a 1974 y estuvo involucrada en numerosos actos de violencia en centros de estudio. No estaría de más que algunos de sus ex dirigentes (por ejemplo, Hugo Manini Ríos, actual editor general del semanario cabildante La Mañana) aclararan qué opinan de esto.
Por otra parte, la Asociación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos anunció en conferencia de prensa su decisión de denunciar ante la Fiscalía General de la Nación que existe una campaña de difamación en su contra, desarrollada mediante redes sociales.
En los últimos tiempos, efectivamente, han circulado mensajes en los que se afirma, entre otras barbaridades, que muchas personas desaparecidas están en realidad vivas y residen, ocultas, fuera de Uruguay; o que las pensiones reparatorias a las víctimas del terrorismo de Estado son una causa importante de los problemas del sistema de seguridad social. La información al respecto recopilada por Familiares fue entregada también a la unidad de delitos informáticos del Ministerio del Interior.
La necesidad de bajar la pelota es obvia para cualquiera que tenga dos dedos de frente, y a quienes integran organizaciones derechistas legales y legítimas no les debe costar mucho averiguar quiénes están empeñados en instalar un clima bélico, ni hacer algo para frenarlos. Ninguna falta nos hace que, ante la percepción de que “aún es fecundo el vientre que dio a luz esta escoria” (como escribió Bertolt Brecht en La resistible ascensión de Arturo Ui), haya quienes consideren necesario organizarse para la autodefensa y vayamos de mal en peor.
Uno de los problemas es que algunos opinan que el gobierno actual se queda corto y, desde la legítima legalidad, reclaman medidas mucho más drásticas. El movimiento Un Solo Uruguay, por ejemplo, quiere que el gasto público no aumente durante los próximos cinco años, e insiste en un relato fantasioso que enfrenta a sacrificados productores con oficinistas parásitos. Da la impresión de que no es ese tipo de discurso el que le hace falta al país.
Por eso es muy importante, incluso en términos simbólicos, qué desenlace tendrán los tironeos relacionados con la conducción del nuevo Mercado Modelo. La Cámara de Representantes ya perdió su oportunidad de aportar a una solución viable. Esto todavía es posible en el Senado, o en una negociación directa entre el Poder Ejecutivo y la Intendencia de Montevideo.
Hasta mañana.