Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Si es inocente, nunca podrá probarlo. Si es culpable, queda impune. Esa es la situación de Guido Manini Ríos tras un largo debate en el Senado que terminó con un desenlace anunciado de antemano. El Partido Nacional (PN), Cabildo Abierto (CA) y el sector del Partido Colorado que lidera Julio María Sanguinetti decidieron evitar que se formara la mayoría de dos tercios necesaria para permitir que el ex comandante compareciera ante la Justicia, acusado del delito de omisión de denuncia, por no comunicar cuando debió hacerlo que José Nino Gavazzo se había adjudicado la desaparición de Roberto Gomensoro en 1972.

Para presentar ante el país esa decisión, se habló en el Senado de la Guerra Fría y de Dios; de Fidel Castro y de Gilberto Vázquez; de intentos de fracturar la coalición de gobierno y de frenar el ascenso político de Manini. Se alegó que el fiscal debería haber actuado de otra manera, que una cantidad importante de personas votaron para que el conductor de CA ocupara una banca en el Senado, y que Gavazzo ya está condenado y preso.

La cuestión central era otra: el relato de Manini Ríos contradice al de todas las demás personas interrogadas por la Fiscalía, y no demuestra que haya ocurrido lo que él dice. Así las cosas, había dos opciones: dejar que el Poder Judicial analizara el caso y resolviera, o impedir que lo hiciera. Se impuso la segunda opción, y esto deja un saldo muy problemático.

Por un lado, en varios de los alegatos contra el desafuero se insinuó o se dijo que el sistema judicial no ofrece garantías de imparcialidad e independencia. Por otro, el intercambio entre los senadores no se limitó a que unos sostuvieran que otros se equivocaban, sino que incluyó acusaciones directas o indirectas de mentir con intenciones viles. Obviamente, nada de esto contribuyó al prestigio de las instituciones.

Es probable que, como sucede a menudo en estos tiempos, grandes sectores de la opinión pública se hayan limitado a reafirmar sus convicciones previas, entre ellas la de que hay, del otro lado de una profunda grieta, personas estrafalarias y repudiables. Esto es por lo general malo, pero en este caso es peor, porque la disputa puso en tela de juicio reglas de juego básicas para la convivencia democrática. Va a ser necesario trabajar mucho, durante mucho tiempo, para mitigar el daño.

La vida política sigue, e informamos también, entre otras cosas, sobre la reunión de la intendenta electa de Montevideo, Carolina Cosse, con el presidente Luis Lacalle Pou; la integración futura de las juntas departamentales de Montevideo y Canelones; controversias entre sectores frenteamplistas; manifestaciones muy poco elegantes del presidente del Instituto Nacional de Alimentación, y declaraciones del intendente electo de Colonia, Carlos Moreira, en las que reafirma que se considera parte del PN aunque haya renunciado formalmente a integrarlo.

Esas noticias muestran escenarios y perspectivas para la interacción futura en el sistema de partidos. Lo que pasó en el Senado socava las bases de tal interacción.

Hasta la próxima.