Marcelo Jelen

Las mitologías nacionales se alimentan en el sistema educativo, en los medios de comunicación y en las artes. El valor de Artigas-La redota, dirigida por César Charlone, es que se trata de la primera película al respecto. Su virtud es no prometer novedades. No redunda, sino que suma información y mitos ya existentes, e incluso se juega en la elección entre opciones discordantes para trazar una “verdad” del siglo XIX cuyas lagunas son imposibles de llenar desde el siglo XXI.

Este año comenzó con el mundo enterándose, a través de WikiLeaks, del contenido de miles de informes confidenciales redactados por diplomáticos de Estados Unidos. Esas revelaciones y el descontento acumulado por siglos de autoritarismo y miseria alentaron las revueltas populares que se suceden en el mundo árabe desde enero. Un terremoto acabó en marzo con al menos 15.000 vidas en Japón y causó fugas radiactivas en reactores a los que se suponía indestructibles. La crisis económica mundial se agravó en toda Europa, donde las medidas de austeridad y el descontento con los sistemas políticos empujaron a millones de manifestantes a las calles de España y Grecia. También cruje Estados Unidos. A los pocos días, una muerte por gatillo fácil policial encendió Londres.

Estás caliente. Enojado con la crónica roja de ciertos informativos televisivos. Te recalienta que, jugando a informar, se regodeen en la desgracia ajena, amplifiquen los llamados a la mano dura, estigmaticen a los pobres o a muchachos que usan gorra de beisbolista, campera con capucha y championes Nike. Que al exhibirlos eleven su prestigio frente a sus compinches.

Las mentiras presidenciales tienen consecuencias. Facilitan reelecciones, pero también siembran desconfianza en todo sistema político y hasta en valores fundamentales como los de la democracia y la república.

Es notorio el recelo de dirigentes que en las décadas del 60 y el 70 hicieron política armas en mano ante el posible juzgamiento de la represión ilegal durante la dictadura militar y sus prolegómenos. Es el caso de aquellos que por los años de plomo conducían el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) y hoy conservan afinidad con el entorno de su entonces camarada y actual presidente de la República, José Mujica.