Originario de China o de India, el limonero se cultiva en Asia desde hace más de 2.500 años. A partir del siglo X los árabes lo difundieron por la cuenca mediterránea. Fue prácticamente desconocido para griegos y romanos, y hasta la Edad Media no comenzó a ser consumido habitualmente. En el siglo XVI fue introducido en el continente americano por los exploradores españoles.

El limón hace un gran aporte de vitamina C, potasio y cantidades menores de otras vitaminas y minerales. Recordemos que esta vitamina está implicada en la producción de colágeno. Además, tiene la propiedad de mejorar la cicatrización, y la función del sistema inmunitario. Su capacidad antioxidante ayuda a neutralizar sustancias cancerígenas, como las nitrosaminas.

Las cáscaras de limón contienen calcio y potasio, importantes para mantener los huesos fuertes y una buena circulación. También ellas son buenas para reforzar el sistema inmunológico. Consumirlas ayuda además al sistema digestivo, ya que su fibra contribuye a reducir la inflamación y mantiene el metabolismo funcionando correctamente.

Agua saborizada de limones y miel

No sólo es beneficiosa para la salud, sino que un refresco delicioso para tomar a temperatura ambiente o frío en días de calor. Se le puede agregar, al momento de hervir, una rama de canela o anís estrellado.

Ingredientes

  • 2 limones
  • 1 litro de agua
  • 2 cdas de miel pura de abeja

Preparación
Colocar el agua con la miel en una ollita y llevar a fuego medio. Una vez que rompe el hervor, agregar las cáscaras de los limones previamente lavados. De esta manera tendrás un refresco cien por cien natural.

Infusión para combatir resfríos

No dejes que el limón pase de largo en tus comidas; hay que darle la importancia que se merece en tu rutina alimenticia. Luego de sacarles el jugo, lavar muy bien las cáscaras y colocarlas en una ollita con un litro de agua. Hervir por unos cinco minutos y agregar una copita de grappamiel. Apagar y consumir bien caliente. Con esta infusión no hay resfrío que no podamos combatir.

Cáscara de limón crujiente

Ingredientes

  • Cáscara de 2 limones
  • 3 cdas de azúcar

Preparación
Lavar muy bien los limones para poder usar la cáscara (sumergir en un litro de agua con una cuchardita de bicarbonato de sodio, cepillar y volver a lavar). Pelar los limones reservando la piel para esta preparación. Retirar la parte blanca, que le da un amargor innecesario.

Cortar las cáscaras en tiritas finas y largas. Colocarlas en un bol, cubrir con agua y dejarlas en la heladera por una noche. Al día siguiente, colarlas, colocarlas en una olla, cubriéndolas con agua y cocinarlas por unos diez minutos. Retirar del fuego, colar y dejarlas sobre un papel absorbente o papel cocina por unas horas.

Mientras se enfrían y se secan, colocar en una sartén partes iguales de las cáscaras de limón, agua y azúcar, ponerlas a fuego muy bajo, cocinar hasta que se evapore la mayor parte del agua y las cáscaras queden confitadas. Podés además pasarlas por azúcar. Se pueden conservar en un frasco esterilizado y hermético, a temperatura ambiente hasta dos meses.

Cremita fría de limón

Ingredientes

  • Jugo de 4 limones
  • 4 huevos
  • 12 cdas de azúcar
  • Cáscara rallada de 1 limón

Preparación
En una ollita colocar el jugo de limón junto con el azúcar, los huevos y batir ligeramente hasta que se rompan los cristales del azúcar. Llevar a hervor revolviendo constantemente con un batidor de alambre hasta que hierva y comience a espesar la preparación. Servir la crema de limón en potes o frasquitos individuales y espolvoreada con cáscaras de limón. Se le puede agregar cáscaras de naranja y de lima naturales ralladas o confitadas y decorar con frutas frescas picadas. También queda buenísimo si para presentarlo usás como cuenco las propias cáscaras del limón.

Limoncello, un clásico de la cocina italiana

Ingredientes

  • 1 kg de limones de cáscara gruesa, en lo posible, y sería ideal que elijan orgánicos
  • 1 litro de alcohol puro al 95% (nosotras preferimos el alcohol de cereales)
  • 1 kg de azúcar
  • 1 litro de agua (ideal que sea filtrada)

Preparación
Lo primero es esterilizar las botellas de vidrio. Lavar muy bien los limones con agua fría. Con la ayuda de una cuchilla afilada, cortar la cáscara retirando la parte blanca para evitar que el limoncello quede amargo. En un recipiente de vidrio colocar las cáscaras de limón (únicamente la parte amarilla) y verter encima el alcohol.

Revolver bien, tapar la botella o el frasco y cubrir con una capa de papel aluminio para aislar el recipiente de la luz. Guardarlo en un lugar fresco y oscuro, y dejar reposar durante 15 días por lo menos. Una vez al día, agitarlo un poco para que los sabores se mezclen bien. Después de este tiempo, abrir el frasco y filtrar la solución para apartar las cáscaras.

Si todo ha ido bien, el líquido tendrá que ser amarillo intenso. En una olla, colocar un litro de agua y 1 kg de azúcar. A fuego suave y sin dejar de revolver, cocinar hasta que los cristales del azúcar se hayan disuelto por completo. En este punto, retirar del fuego y dejar enfriar. Pasar las mezclas a una botella más grande o a una damajuana y mezclar ambas soluciones (alcohol macerado con las cáscaras de limón y agua filtrada con el azúcar). Dejar envuelto nuevamente en papel aluminio y dejar en reposo una semana en un lugar sin luz y oscuro. Pasado ese tiempo, verter el limoncello en botellas de vidrio, y quedará listo para disfrutar.

Piquecito para esterilizar

Se deben colocar los frascos de vidrio con la boca hacia arriba en una olla profunda y cubrirlos totalmente con agua fría. Alrededor de los frascos, poner las tapas y comenzar el hervor. Deben hervir durante diez minutos como mínimo. Luego colocarlos sobre un repasador limpio y dejarlos secar muy bien. Esta técnica es fundamental en gastronomía para conservas, fermentos, licores o mermeladas.