La matriz urbana en la costa comenzó en la década del 20. La tendencia a formar padrones pequeños sobre los márgenes del mar se consolidó en los 40 y, en el caso de Maldonado, nunca se detuvo, introdujo la arquitecta Isabel Gadino a partir del análisis realizado por el grupo de investigadores que integran el Departamento de Territorio, Ambiente y Paisaje (TAP) del CURE Maldonado.

A diferencia del vecino Rocha, cuyo actividad turística se fundamenta en el atractivo de la preservación de una naturaleza más agreste, sin tanta intervención del ser humano, Maldonado se constituyó, a partir del turismo de sol y playa, con un modelo de ciudad-jardín y con Punta del Este como mayor exponente.

El balneario de elite “nació con los argentinos” a partir de la inversión de la empresa bonaerense Sociedad Bola de Nieve, consideró Gadino, y agregó que la impronta de la clase alta de Argentina aún permanece. No obstante, poco queda de aquel paisaje.

Con el tiempo los chalets que sobreviven en el casco antiguo de Punta del Este fueron dejando paso a los edificios cada vez más altos. El balneario de los casinos y los eventos sociales exclusivos quedó chico y comenzó un proceso de expansión hacia el este, hasta llegar a José Ignacio.

“Los primeros propietarios que buscaban la tranquilidad de Punta del Este se fueron yendo hacia La Barra, después a José Ignacio. A medida que se fueron moviendo, el turismo de masas corrió atrás y los territorios quedaron cambiados para siempre”, observó.

Y agregó: “Algo que me he ido dando cuenta -en la medida en que vivo acá- es que en Maldonado todo está en venta, todo lo que uno se imagina. No hay arraigo con el lugar, sino inversión inmobiliaria. Sobre todo porque esto se les permite a los grandes propietarios”.

Por mucho tiempo, sin embargo, las playas al oeste de Punta del Este tuvieron un desarrollo urbanístico menos agresivo y las tierras fueron adquiridas principalmente por propietarios uruguayos de clase media y clase media alta, señaló.

No obstante, en los últimos meses se hicieron públicas denuncias de vecinos por tala de monte nativo, apertura de calles y degradación de ecosistemas en varios balnearios como Sauce de Portezuelo, Playa Verde, Piriápolis y Punta Colorada, especialmente en este último, donde la intendencia de Maldonado construirá una rambla con características aún desconocidas por la ciudadanía.

“El encuentro entre la sierra y el mar sólo se da en esta zona. Ante cualquier intromisión que podamos hacer, las sierras deberían ser más importantes que cualquier otro edificio”, reflexionó Gadino. En estos balnearios aún se puede ver un cielo totalmente estrellado, montes nativos, vegetación psamófila, guazuvirás, liebres, zorros y serpientes. Esa belleza sumada al “arraigo de tener historia ahí, de que los hijos se criaron en esas playas” puede explicar “el dolor mayor de los residentes ante las transformaciones”, evaluó.

Country Club de Cantegril, fecha de publicación 1900. Foto: Biblioteca Nacional de Uruguay

Country Club de Cantegril, fecha de publicación 1900. Foto: Biblioteca Nacional de Uruguay

La gallina de los huevos de oro y los recursos finitos

“La gallina de los huevos de oro es el turismo asociado a lo edilicio y la construcción porque genera puestos de trabajo. Eso es lo que se ve como desarrollo y fortalecimiento de la economía. Lo que no se observa es que después de construir un edificio hay que construir otro y así sucesivamente”, observó Gadino y cuestionó hasta dónde es posible construir, si se tiene en cuenta que la tierra es un recurso finito.

La noción de turismo ligado a la construcción es una fórmula muy difícil de romper en el departamento, así como es muy difícil introducir la idea de un turismo sin urbanización, indicó. Para ilustrar, Gadino señaló la frase del alcalde de Piriápolis sobre la construcción de la rambla en Punta Colorada: “Cuando [a Enrique Antía] se le mete algo en la cabeza, lo hace”.

Por otra parte, la investigadora criticó los impedimentos que impone la gestión del gobierno departamental al acceso a la información y a la participación ciudadana, a pesar de que es un derecho consagrado en la Ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible de 2008.

“Los que reclaman son vistos por esta administración como pertenecientes a la oposición o como a un montón de hippies y pitucos”, disparó y recordó que cuando la intendencia no respondió a la invitación a los talleres en los que se discutieron las excepciones para las construcciones de edificios.

Entre 2006 y 2008, durante el gobierno del exintendente Óscar de los Santos, se realizaron los talleres territoriales a partir de un convenio entre la intendencia y el Instituto de Teoría y Urbanismo (ITU) de la Facultad de Arquitectura de la Udelar. Ese fue el puntapié inicial para la creación del TAP del CURE Maldonado, recordó Gadino.

Si bien los talleres contaron con la participación ciudadana y de la academia también hubo desencuentros con las autoridades, sobre todo por la transformación de padrones rurales y costeros al sur de la Ruta 9 que pasaron a ser urbanos o suburbanos. “La intendencia decidió que gran parte de estos terrenos pasaran a ser transformables. Es decir, no es un fenómeno que apareció ahora”, rememoró.

“Trasciende a cualquier gobierno el tema progreso, trabajo y turismo. Esa fórmula no se la sacas a ninguno de los gobiernos que hemos conocido”, concluyó Gadino, aunque puntualizó que con De los Santos “estaba más claro para dónde iban las cosas”, mientras que con Antía “no hay una apertura al diálogo”.

A partir de los resultados de los talleres, en 2012 se aprobaron las Directrices Departamentales y Microrregionales de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible. Según datos del Observatorio del Territorio de Uruguay de Oficina de Planeamiento y Presupuesto, actualmente apenas 3,1% de la población de Maldonado es rural.

La migración por amenidades como oportunidad para Punta del Este

Como alternativa a un turismo estival conectado a la construcción de edificios, que son ocupados únicamente en vacaciones, la arquitecta indicó la apuesta a un turismo anual, que sería posible si la construcción se redirigiera al reciclaje y la reforma de las ya existentes edificaciones para adaptarlas a las condiciones del tiempo en la temporada baja.

Esta alternativa introduce el concepto de “migración por amenidades”, que refiere a la tendencia a residir en lugares tranquilos, que cuentan con buena conexión a internet y con centros educativos a distancias cortas. Punta del Este ya cuenta con estos recursos, sin embargo, las construcciones no fueron pensadas para el invierno.