Deporte
El fútbol es un deporte con paradojas. Como en todas las actividades, los inconvenientes molestos están a la orden del día desde el mismo momento en que la labor empieza. Ayer en el estadio Centenario el trauma de los gajes del oficio lo pagaron los dos equipos: a los 43 minutos del primer tiempo, cuando jugaba mejor Peñarol, Santiago Romero metió un zapatazo tremendo e hizo flor de gol para abrir el marcador; a los 77 minutos, con Nacional mejor parado y bloqueando toda iniciativa de su rival, Matías Aguirregaray se transformó en el cazador del área chica y puso el 1-1 definitivo con un cabezazo casi a ras del piso. Peñarol lo festejó como una victoria y el bolso lo sufrió como una derrota.