Es el gobierno quien debe garantizar el derecho a la salud y, desde el punto de vista económico, una renta que permita a los más vulnerados por la pandemia un sostén básico.
La renta básica puede incidir no sólo en atenuar las penurias urgentes y así reducir algo las injusticias sociales, sino en abrir un camino para superar al sistema capitalista.
Se ha relegado a una porción importante de la población más vulnerada a gestionar individualmente el cuidado de su salud y su vida, empujándola a asumir una actitud mendicante para garantizarse los derechos más básicos.
En cualquier escenario futuro pos emergencia de covid-19, seguramente se producirá un incremento de la demanda de alimentos con mayores niveles de inocuidad y sostenibilidad ambiental.
Hoy, con o sin violencia, los manifestantes buscan reformular patrones socioculturales de representación, comunicación y respeto ante el vacío de sentido que genera la vulneración de derechos fundamentales.
La situación que vivimos debería ser una oportunidad para transformar el modelo social, el productivo, el educativo, el sanitario. Hablamos por eso de “nueva realidad”.
La lógica mercantilista que se pretende instalar y la primacía de enfoques de corte administrativo-empresarial en detrimento de la dimensión pedagógica cuestionan el lugar activo de los profesionales de la educación.
Más allá de los efectos coyunturales de la crisis, las tendencias siguen siendo positivas para el sector. Según datos de la Agencia Internacional de Energía, las renovables crecerán en 2020 11% en comparación con el resto de las energías.
El coronavirus tiene a mal traer a varios países en la región y más allá. Pero la excepcionalidad del Uruguay se confirma con este suceso mundial y así el imaginario de los uruguayos se calma.
La cuestión de la propiedad de la tierra se ha discutido en reiteradas oportunidades, pero de un tiempo a esta parte parece haber quedado en el olvido, y para la izquierda eso no debería ser admisible.