Cuando el coronavirus golpeó a Uruguay con mayor fuerza, el índice de Harvard, construido por el Instituto de Salud Global de la universidad estadounidense, fue la guía para evaluar la marcha de la pandemia. El indicador P7 calcula la incidencia de la covid-19 por 100.000 habitantes en base al promedio de casos de los últimos siete días y los grafica en cuatro niveles marcados con colores: verde si el valor es menor a uno; amarillo si está entre uno y diez; anaranjado entre diez y 25, y rojo si es mayor de 25. Con el avance de la vacunación en Uruguay, algunos académicos proponen repensar la validez actual del índice para la toma de decisiones.
Actualmente a nivel país el índice se ubica en la zona amarilla con un valor de 7,01, pero hay dos departamentos en zona naranja: Tacuarembó con 12,77 y Florida con 10,72. El que corre mayor riesgo según esta escala es Lavalleja, que entró en la zona roja con 25,37.
Los casos de coronavirus tuvieron un salto el 26 de octubre, cuando se confirmaron 267 casos luego de que dos días antes hubiera 119. Desde ese momento los casos diarios oscilaron alrededor de los 260 hasta este fin de semana, que volvieron a promediar en torno a los 160. En concordancia, viene en aumento la cantidad de casos activos en todos los departamentos, con un pico de 2.292 casos activos a nivel nacional el 31 de octubre; para encontrar una cifra similar hay que remontarse a finales de julio de este año.
El índice de Harvard funcionó en particular como alerta para prevenir la saturación de los CTI en el momento de mayor circulación comunitaria del virus, con el número del índice se podía prever, entre otras cosas, en qué lugares y cuánta gente podía ocupar camas de CTI a raíz de complicaciones con la covid-19.
Por el momento, la ocupación de los CTI está bajo control, según indican los especialistas. La Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva hizo un sondeo a mediados de setiembre e informó que 80% de los pacientes internados en CTI no estaba vacunado contra la covid-19. De todas formas, la ocupación con casos de esta enfermedad es inferior a 5%, según datos que proporciona el Sistema Nacional de Emergencias; como medida de referencia el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) señalaba que las alarmas deberían prenderse con una ocupación de 35% con casos de covid-19.
Así las cosas, el escenario actual de Uruguay es muy diferente del que había cuando se importó el indicador, en particular debido al avance de la campaña de vacunación. Según datos del monitor Uruguay se Vacuna, 73,99% de la población tiene ambas dosis de las vacunas contra el coronavirus y más de un millón de personas ya tienen la dosis de refuerzo. Ante esta situación, algunos académicos se preguntan si el índice sigue siendo un buen indicador para tomar decisiones.
Señalan falta de contextualización al interpretar valores del índice
La matemática María Inés Fariello dijo este martes en diálogo con En perspectiva que es importante actualmente contextualizar los datos que brinda el índice y puso como ejemplo el caso de Lavalleja, que es el único departamento en rojo. La académica sostuvo que en el índice hay que tener en cuenta el tamaño de la población y hay que mirarlo a lo largo del tiempo: “Lavalleja está en rojo, pero son 142 casos activos hoy en día; si bien es un número alto para el departamento, es manejable, se puede seguir 140 casos, entonces podés seguir controlando bastante la epidemia”.
La matemática también insistió en tener en cuenta el índice en relación con el paso del tiempo: “Yo miro el índice porque lo que da es un promedio y resumen de lo que está pasando, pero miro cómo se viene moviendo. En Lavalleja explotó en varios días y, por lo general, cuando explota es porque hubo un par de brotes en comunidades chicas, y cuando crece tan rápido es bastante probable que decrezca rápidamente”.
Fariello advirtió que en otros casos, como Montevideo o Canelones, que tienen mayor densidad de población, un aumento acelerado en el tiempo de nuevos casos sería preocupante, porque saturaría la capacidad de rastreo.
De todas formas, aseguró que no es lo mismo el nivel de riesgo que indica la medición ahora, con la población vacunada, que lo que indicaba cuando la población no estaba inmunizada. “No es una advertencia de riesgo como fue antes”, resumió.
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En esta línea también se expresó el magíster en Salud Pública Joaquín Bazzano, quien cuestionó este lunes en su cuenta de Twitter que se siga utilizando el indicador como parte del seguimiento sanitario. Escribió en su cuenta de la red social: “¿Se acuerdan cuándo surgió el Índice de Harvard con sus puntos de corte? ¿Les parece que los criterios utilizados para definir niveles de riesgo es el mismo en el contexto de una enfermedad emergente que en una población con una inmunización natural y artificial de más de 75%?”.
Se acuerdan cuándo surgió el Índice de Harvard con sus puntos de corte? Les parece que los criterios utilizados para definir niveles de riesgo es el mismo en el contexto de una enfermedad emergente que en una población con una inmunización natural y artificial de más del 75%?
— Joaquín Bazzano (@JoaquinBazzano) November 1, 2021
Bazzano comentó a Montevideo portal que el indicador surgió en julio del año pasado, cuando una variable “como la vacuna no tenía una propuesta firme”, y advirtió que está pensado en el contexto sanitario y para el sistema de salud de Estados Unidos, que tiene características muy diferentes al uruguayo.
También se habían expresado sobre las limitantes del índice los integrantes del GACH en uno de sus informes de febrero de este año. Allí los científicos planteaban que sería mejor utilizar los indicadores que propone la Organización Mundial de la Salud (OMS), que tiene en cuenta la capacidad del sistema de salud y lo relaciona entre otras cosas con el nivel de circulación del virus.
“El motivo principal para la elección del marco propuesto por la OMS es que, además de considerar la intensidad de la transmisión en la comunidad, incluye la capacidad de respuesta del sistema de salud dando pautas para considerar un escalamiento o desescalamiento de las medidas generales a aplicar. Además, el marco de trabajo de la OMS aplica un enfoque de riesgo-beneficio teniendo en cuenta la intensidad de la transmisión, la capacidad de respuesta del sistema de salud y otros elementos relacionados con el contexto del país”, se lee en el informe del GACH.