Podría pensarse que ¡Patos! es uno de esos tantos rellenos que completan la oferta infantil en cines, dada la nula publicidad con la que llegó a nuestras carteleras. Pero lejos de ser un producto europeo económico de dudosa calidad –como fue el caso de películas como Momias o Vampiro al rescate, ambas simplemente deleznables–, se trata de un nuevo estreno de Illumination Studios, los responsables de la saga de Mi villano favorito, tal como confirman con Lunático, el simpático corto que prologa la película en cines, protagonizado por un viejo villano de esa saga y, por supuesto, varios minions.

Como confirma la notable calidad de la animación, a la que volveremos, ¡Patos! es un producto cuidado y cálido, que si bien no se aparta en ningún momento de un relato convencional, entrega alta diversión a lo largo de todo su camino.

Nuestros protagonistas son, para sorpresa de nadie, una familia de patos. Integrada por Mack, el patriarca sedentario y sobreprotector; Pam, la madre aventurera; Dax, el adolescente que busca su lugar en el mundo; Gwen, la tierna hija menor, y el tío Dan, un ave que está de vuelta de todo y de todos. La situación puntual es la llegada del invierno, cuando toda la comunidad de ánades emprende el rumbo a lugares más cálidos. Este año el lugar elegido es nada menos que Jamaica, cuya lejanía hace que Mack decida no viajar y tratar de afrontar el invierno en el estanque donde viven el resto del año. No tarda en sentir la decepción en Pam y resuelve, tardíamente, encarar el viaje. Pero la bandada ya ha partido y deberán, entonces, hacerlo solos y sin demasiada idea de qué rumbo tomar.

Así dadas las cartas, pronto está servida la aventura. A pesar de que los personajes reúnen todos de estereotipos conocidos, están muy bien construidos y se vuelven rápidamente queribles (en particular, el hosco tío Dan, que es todo un hallazgo). Relato clásico por completo, se compone simplemente de un viaje del punto A al punto B, con peripecias concretas, desvíos inesperados y un irse sumando secundarios a medida que la familia se vaya encontrando más y más personajes durante el camino.

Cada parada, además, es aprovechada para la realización de una notable secuencia que brilla con luz propia, sea por el clima que genera –como es el momento de terror en la cabaña inundada con las garzas– o la propia animación –la llegada a la ciudad entre las nubes– que deslumbra por sus detalles y colores.

Una aventura no puede carecer de antagonista y acá es, lógicamente, un chef humano cuya presentación resulta una suerte de sátira/burla del popular cocinero mediático y millonario Salt Bae (el que tira ridículamente sal sobre su carne con sus sempiternos lentes negros) lo que, para quien firma, paga doble.

Más allá de vencer a este enemigo puntual o tal o cual dificultad, ¡Patos! habla antes de la familia, aceptarse y entenderse en sus diferencias y peculiaridades. En confiar en padres e hijos como un conjunto, un mensaje que, como decíamos antes, bien puede ser convencional, pero que funciona aquí muy bien, especialmente como película para ver en pantalla grande acompañado de niños chicos.

¡Patos!. 95 minutos. En salas de cine.