El fin de la trayectoria vital de Danilo Astori puede ser considerado desde distintos ángulos, y uno de ellos se refiere a la renovación de liderazgos dentro del Frente Amplio (FA).

Podemos ver la historia del FA como una sucesión de impulsos que fueron sumando crecimientos, a partir del fundacional en 1971. La ubicación de las figuras centrales en el proceso tiene que ver con los momentos en que emergieron como referentes y comenzaron ciclos largos de permanencia en ese papel.

Tanto Tabaré Vázquez como Astori nacieron en 1940, pero el protagonismo de este último comenzó antes, como parte de un segundo impulso en el marco de la resistencia a la dictadura y la transición democrática, y terminó después. Su prolongado período de relevancia dentro del FA coincidió con el de Mariano Arana, que era siete años mayor y tuvo un papel distinto, sin entrar en la competencia por el liderazgo colectivo e incluso sin ejercer una jefatura de tipo tradicional en su sector.

La potente irrupción de Vázquez en el escenario político, que encabezó el tercer impulso, se produjo en 1989, cuando Astori ya era conocido y valorado entre los frenteamplistas, que lo eligieron como candidato a la vicepresidencia junto con Liber Seregni y primer titular de todas las listas al Senado. Si bien José Mujica nació cinco años antes que Astori y Vázquez, su ascenso como dirigente del FA empezó después, en un cuarto impulso que, sumado a los anteriores, determinó la llegada de la fuerza política al gobierno nacional, donde permaneció durante tres períodos con dos presidencias de Vázquez, una de Mujica y la presencia constante de Astori en el núcleo central de comando.

Durante esos 15 años se postergó el pasaje a la primera fila de nuevas figuras, aunque algunas lo intentaron sin lograrlo, y el ciclo terminó sin que los relevos estuvieran definidos con claridad. En el FA de hoy se ha fortalecido un grupo de dirigentes con distintos perfiles, un poco más amplio que el de quienes se postularán en las internas del año que viene. La bandera del quinto impulso es el intento de recuperar el gobierno nacional, pero aún está por verse hasta dónde llegará cada carrera política.

Astori, pese a su enorme influencia en la conducción del FA y del país, nunca estuvo en la cima. Para Vázquez, transcurrió una década desde que era un casi desconocido candidato a la Intendencia de Montevideo hasta que se afirmó en el liderazgo, derrotando a Astori en las internas de 1999, tras haber sucedido a Seregni como presidente del FA, y llegó a la presidencia de la República recién en 2004. A Mujica le llevó una década y media el tránsito desde su primera candidatura al Parlamento, en 1994, hasta el triunfo en las elecciones de 2009.

Los dirigentes más destacados del FA en la actualidad ganaron notoriedad después de 2005, y han esperado tanto o más que Mujica y Vázquez, pero son relativamente jóvenes con criterio uruguayo. Hay una renovación en proceso, y sólo cabe esperar que sea beneficiosa para el sistema partidario y el país.