Cultura
Los últimos retoños del cine nacional parecen haber tomado la senda de la endogamia. En Hiroshima, Pablo Stoll realizaba una obra experimental (un film prácticamente mudo, en el que la verdadera voz era la banda sonora) utilizando como casting a su hermano (Juan Stoll), su padre y un grupo variado de amigos. En todo caso, la autorreferencialidad siempre puede ser un mero recurso complaciente, pero Hiroshima valía por sí sola y daba sentido a todo este giro especular. La vida útil, de Federico Veiroj, parece continuar esta senda, sólo que descentra la trama de la vida familiar y la reconduce a otro símil de familia, un espacio lleno de códigos y lazos comunes, por momentos con tintes de secta, que es la Cinemateca Uruguaya.