Fuera de sección
Escribió Emily Dickinson: “Para viajar lejos no hay mejor nave que un libro”. Un acierto poético de magnitud; una verdad que puede ser construida por la imaginación; un antídoto, también, contra la imposibilidad real de trasladarse físicamente.
Un libro con otras geografías, sensibilidades -quién puede dudarlo-, nos sitúa, mientras dura la ficción, en cosmogonías y paisajes nunca vistos y sentidos. Y a veces tienen la potencia arrolladora y la prosa convincente de hacernos creer (la verosimilitud del relato) que verdaderamente viajamos o conocemos tabernas, iglesias, plazas, nieves, el murmullo de un idioma ajeno y distante, mientras observamos pasar y decir a personas del siglo XIX o de nuestra época, ésta en la que vivimos, el paisaje de sus geografías físicas y mentales.
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17 de septiembre de 2015