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la diaria

Fuera de sección

Foto: David Fernández, EFE
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Diseño de interiores

El kirchnerismo llegó a gobernar el país justo en el momento en que el poder de las regiones que crearon la Argentina llegó al punto caramelo del descalabro, con un presidente cordobés que venía de gobernar a los porteños (toda una síntesis, Fernando de la Rúa). Afincados en Santa Cruz, Néstor Kircher y Cristina Fernández fueron los primeros presidentes que construyeron su poder desde esas regiones que la Argentina creó.
Ventana de Le carillon, restaurante atacado el viernes en París, ayer. Foto: Loïc Venance, AFP
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Arde París

París no puede arder. Porque sobre la ciudad real, la hecha de concreto y plástico, acero y vidrio, piedra y argamasa, levantada y destruida por miles de obreros franceses o inmigrantes, siervos y esclavos a través de cientos de años, hay otra de palabras, de pinturas, de películas, de fotografías y música que levantaron Balzac, Céline, Caillebotte, Baudelaire, Cartier-Bresson, Modiano, Godard (por citar algunos nombres, no más). París es, así, indestructible.
Foto: Virginia Martínez Díaz
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En fin, también cristiano

Cada vez que uno dice “siento culpa” se presenta una cofradía de laicos y ateos, que a veces parecen mormones militantes, arguyendo todo tipo de argumentos que, además de hacerte sentir un cromañón o imberbe de espíritu y prácticas, te hacen vivir más la culpa por "padecer" culpa.
Foto: Hans Klaus Techt, Efe
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El tiempo está de mi lado

12 horas. 12 horas de espera para comprar una entrada para el primer y único recital de The Rolling Stones en Uruguay. Mientras lo escribo, no lo creo: ¿cómo aguanté 12 horas? ¿A quién se le ocurre? Justo a mí, que soy ansioso y "no puedo" esperar. Pero no por una actitud adolescente de que quiero todo ya, sino porque sufro la dilación cuando no sé hasta cuándo voy a ser esclavo del tiempo. Me asfixia la incertidumbre. Por eso, de grande entendí la frase con la que Ricardo Espalter remataba aquel sketch de Decalegrón en el que vivía todo tipo de vicisitudes en la cola de un banco: “A mí lo que me mata es la burocracia”.
Iván Franco
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Me salvo a nado

Olvidemónos de todos los perseguidores de rotundos éxitos frívolos, pongamos un límite; esos que quieren bailar en un caño, salir en las revistas de cotilleo, colmar sus 15 minutos coronados por una tanga minúscula o una frase quizá perdurable pero que el mantra de la repetición no le otorga ninguna densidad. Ataquémonos a nosotros y a nuestros círculos concéntricos y expandidos que, en clave de búsqueda o sacralidad, van detrás de la ilusión de algún podio en este juego infinito y de doble cara entre lo íntimo y lo público.
Centro de Buenos Aires. Foto: David Fernández, Efe
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El fantasma de los 90

Desde que me mudé a Buenos Aires estoy tratando de entender algo que para una uruguaya es casi imposible. No hablo de peronismo -mentira: siempre voy a estar hablando de peronismo-, sino del nivel de intensidad con el que se vive la política en este país. A pesar de estar bastante inmersa en el tema, sigo tratando de comprender gestualidades. Para eso necesito caer en las comparaciones. Esas que son odiosas y todo lo demás.
Foto: Federico Gutiérrez
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De zapallos y calabazas

Antes de que decidan que soy un hijo del imperio, sólo otro nuevouruguayo o algo peor, déjenme aclarar que recuerdo bien cuándo llegó Halloween. Es decir, cuándo me di cuenta de que esa vaga rutina nocturna e infantil de disfrazarse para salir en busca de caramelos, que conocía levemente por el cine y la televisión, se iba a celebrar aquí también.
Músicos callejeros, el lunes, en 18 de Julio. Foto: Virginia Martínez Díaz
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Alegría

Miro alrededor y los veo, y recuerdo y paso raya y los veo, y con ellos, yo. Ellos, algunos de mis amigos, desconocidos varios, el espíritu de una época o el supuesto ADN de este país que crea bichitos de uñas metálicas por ósmosis, repetición del discurso o transferencia del viento. Ni se le ocurra pensar que estoy hablando de olvidarlo todo o que propongo la ilusión de una permanente algarabía.
Foto: Pablo Vignali
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Alquilado

La aventura de alquilar te puede convertir en corredor de obstáculos; cada valla se salta con paciencia, resignación y hasta bronca. Pagarás de tu bolsillo para terminar con la gotera y dejar de escuchar excusas de la inmobiliaria o del propietario, que retrasan el arreglito con puntualidad patronal. Cuando alquilás dependés, más que de las garantías del Código Civil, de la suerte y voluntad del dueño, de la inmobiliaria o de los dos.
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Gran Parque Maroso

La Biblioteca Circular Marosa está en el centro de Punta Carretas, no en el barrio Punta Carretas, sino en la punta misma, en la península, el punto más austral de Precariópolis. La Biblioteca Circular Marosa es una construcción cilíndrica de piedra, vidrio y amplios techos verdes, que son sus terrazas-miradores. La sala de lectura principal tiene varios lucernarios, uno que da al poniente y otro al levante. El lucernario que da al levante es un ventanal gigante en la pared al borde del agua, por lo cual las sudestadas son aquí, desde la sala de lectura principal de la Biblioteca Circular Marosa, un espectáculo interesante.