Fuera de sección
La intuición de una dimensión inmensa
La empleada, muy joven, me cuenta que cuando manda a sus hijos a descolgar la ropa de la cuerda su marido protesta porque ésas no son cosas de varones. La muchacha le retruca que hay muchos hombres que viven solos y se ocupan de sí mismos y no por eso son “raros”. Yo pienso, mientras escucho, que el primer paso para desenredar este antiguo nudo, que me suena eterno, es salir de la casa y contar lo que sucede cuando el marido ve a sus hijos descolgar la ropa de la cuerda. No estoy segura de que algo vaya a cambiar en esa familia construida como hace siglos y resistente a cualquiera de las ideas o de las cosas que pasan afuera. Pero tengo una tímida confianza en la capacidad del relato, en que mientras esa imagen de los niños, la madre y el padre circula hacia otra persona algo se produzca, el disenso se arme, la imagen se contemple y se pueda cuestionar. Porque el solo contarlo instala el absurdo.