Dos cometidos quedan por delante para cualquier sociedad democrática: mitigar todo lo posible los efectos de lo moralmente arbitrario sobre la vida de las personas y determinar si lo que no puede mitigarse es o no injusto.
La LUC es el instrumento legal que ampara un modelo basado en el garrote y en el peor empoderamiento de los uniformados. Una estrategia vieja, ya aplicada y que cuenta con clara evidencia de que es equivocada.
Parece necesario desterrar la idea de tener un debate serio con los defensores de esta ley. No les interesa. Su posición es la inercia del sistema establecido.
En el plano político se destaca haber alcanzado las firmas necesarias para activar el mecanismo de referéndum para la derogación de 135 artículos de la LUC, que emerge como el principal logro de la etapa.