La primera de todas las prioridades a encarar por el país es la más decidida y frontal lucha contra la infantilización de la pobreza. No puede haber otra prioridad si lo que pretendemos es profundizar la calidad democrática de la sociedad uruguaya.
Es imprescindible un cambio paradigmático en la educación que nos permita la formación adecuada para que nuestros ciudadanos y nuestra sociedad se desarrollen en todo su potencial.