Algunas carabelas se alejan en un mar encrespado, bajo un cielo oscuro. Hacia lo desconocido es el nombre del cuadro que cuelga de una de las paredes del despacho del ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori. Él prefiere que no le saquen fotos con ese fondo, pero finalmente accede. Uruguay, a su juicio, navega en aguas mucho más calmas: seguirá creciendo a un ritmo mayor que la región, seguirán aumentando salarios reales y pasividades, seguirá mejorando el desempeño de las empresas públicas. El ministro no descarta competir en una interna partidaria en 2019 y sostiene que la situación interna en el Mercosur no ha mejorado, que el gobierno tiene que apuntar a un acuerdo de preferencias arancelarias con China, que la situación del ex vicepresidente Raúl Sendic debe dejar enseñanzas en el plano ético y que la democratización del Frente Amplio (FA) es urgente.

Uruguay ha tenido un desacople con la región en materia económica. ¿Qué factores lo explican?

Hay una diferenciación importante que no tiene muchos precedentes en la historia, y se manifestó desde varios puntos de vista. Por ejemplo, el comercial. Uruguay aumentó notablemente el número de mercados donde coloca su producción. En segundo lugar, Uruguay mostró una situación financiera completamente diferente, que nació en el tratamiento que Brasil y Argentina hicieron de las crisis y de la deuda, sobre todo Argentina. Y luego se prolongó en el tratamiento que hicieron los tres países en la gestión de la deuda. Eso condujo a la jerarquización de valores que también diferencian al país. A mí me parece, dicho con el mayor de los respetos, que la calidad democrática que ha demostrado Uruguay en los últimos tiempos es un signo de distinción. Y esto lo menciono para no reducir la diferenciación al plano económico. Consecuencias: Uruguay creció muchísimo más que Brasil y Argentina en estos últimos años. Entre 2008 y la actualidad, el Producto Interno Bruto (PIB) de Argentina y de Brasil se incrementó en aproximadamente 2%, mientras que en Uruguay se incrementó 21%.

¿Se van a corregir las perspectivas de crecimiento al alza?

Se van a corregir. No tengo idea todavía de cuál va a ser la corrección, pero sí tengo idea de que el 2% que previmos para 2017 va a estar superado por la realidad, y las cifras que ya conocemos lo están indicando: 4,3% de crecimiento en el último trimestre del año pasado, 3,4% en el primer trimestre de este año, 2,8% en el segundo trimestre. Eso ya está determinando que en 2017 crezcamos más que 2%.

¿El orden macroeconómico también es un diferencial respecto de la región?

En el momento actual no tengo la menor duda de que es así. Cuando hablamos de orden macroeconómico nos referimos al tema fiscal, a la política monetaria y cambiaria, y nos referimos a la política de ingresos. La clave del orden macroeconómico es que haya coherencia entre las tres herramientas. Uruguay tiene un problema fiscal que debe resolver, porque estamos con un déficit alto, de 3,6% del PIB, y debemos corregirlo. En materia monetaria hemos actuado con mucha disciplina, y desde el punto de vista cambiario hemos acompañado las tendencias internacionales. Desde el Banco Central hemos intentado evitar los saltos bruscos y creo que lo hemos logrado. En 2017, debido a la política monetaria de Estados Unidos, el dólar se planchó en todo el mundo. El Banco Central compró más de 2.000 millones de dólares este año para que no bajara más y dificultara la competitividad. Y en materia de ingresos se logró mantener el crecimiento del salario real a un nivel importante. En los últimos 12 meses tuvimos un crecimiento promedio de 4,5% del salario real, y las pasividades reales han seguido aumentando. Este año estamos con un porcentaje de inflación en torno a 5%, y las jubilaciones en 2017 están aumentando, en promedio, 11,6%. Hay un problema de empleo que tenemos que resolver, pero con buenos indicios recientes, porque la última observación nos permite comprobar que hubo cuatro caídas consecutivas de la tasa de desempleo.

El déficit fiscal se disparó en el gobierno pasado. ¿Por qué?

Eso se presentó asociado a una programación de inversiones de las empresas públicas que pudimos y debimos haber coordinado un poco mejor. Hoy lo estamos haciendo, y creo que con buenos resultados. Además, los costos operativos de las empresas públicas habían crecido mucho y los hemos logrado disminuir. Programando mejor las inversiones y disminuyendo los costos operativos, la contribución de las empresas públicas al resultado fiscal ha mejorado notablemente. Terminamos el período con empresas públicas explicando la mitad del deterioro fiscal, y hoy tenemos una reversión de ese proceso y están contribuyendo con un punto del producto a la mejora del resultado fiscal. Eso tiene que estar acompañado de una disciplina y de una mejora de la calidad del gasto a nivel de toda la Administración. En cuanto a los vínculos laborales con el Estado, hay que poner en práctica la posibilidad de que ingresen menos funcionarios que los que egresan, de manera de disminuir el número total de funcionarios, pero los márgenes son limitados. Las áreas en las que hubo mayor ingreso de funcionarios son fundamentales: seguridad y educación.

El año que viene hay un compromiso programático del FA de tender al 6% del PIB para la educación. ¿Se va a lograr?

Estamos tendiendo, vamos a ver si llegamos o no. Es muy difícil. En este momento estamos muy cerca del 5%. Yo considero que la meta programática la estamos cumpliendo.

En política exterior, en este período hubo sintonía entre el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y la cancillería en el sentido de impulsar acuerdos de libre comercio. Pero Uruguay se retiró del TISA en 2015, y hay resistencias en sectores del FA a ratificar en el Parlamento el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Chile. ¿Se siente frustrado por estas circunstancias?

Más allá de la modalidad, de que sea o no sea TLC, a mí lo que me importa es que Uruguay logre ingresar en la mayor cantidad de mercados posibles con preferencias arancelarias, porque nuestros competidores, básicamente Australia y Nueva Zelanda, están ingresando a nuestros principales mercados, por ejemplo China y Estados Unidos, con aranceles mucho menores a los de Uruguay. Entonces, sin perjuicio de que hay experiencias puntuales, como el acuerdo con Chile y el acuerdo estratégico con China, y ojalá un acercamiento cada vez más grande a la Alianza del Pacífico, lo que más me importa es que Uruguay logre bajar los aranceles. El promedio de aranceles que estamos pagando es enorme, y hay una influencia muy grande de la pérdida del Sistema Generalizado de Preferencias. Se pueden realizar acuerdos de preferencias arancelarias, por ejemplo con China. Considero muy difícil que tengamos un TLC con China porque nuestros socios del Mercosur se están oponiendo fuertemente. Pero tenemos un acuerdo de asociación estratégica con ese país; ¿por qué no trabajar y lograr preferencias arancelarias, aunque no sea en un TLC estrictamente? Eso tiene que lograr Uruguay. Yo no conozco a nadie en el FA que esté en desacuerdo con un trabajo para disminuir aranceles.

Varias veces a lo largo de los últimos años ha calificado la situación del Mercosur como de crisis. ¿Seguiría manteniendo ese calificativo?

La voy a calificar a la luz de dos perspectivas. La primera es el comercio entre nosotros, entre los socios. Y la segunda es la disposición a lograr acuerdos fuera del Mercosur, en bloque. Desde el primer punto de vista, me parece que no ha habido grandes cambios, que todavía tenemos trabas arancelarias y no arancelarias que levantar entre nosotros. No hay grandes cambios respecto de esa visión crítica. Desde el otro punto de vista hemos avanzado, porque hoy yo veo a los dos grandes, Brasil y Argentina, mucho más dispuestos a hacer acuerdos afuera, y sobre todo el acuerdo prioritario, que es con Europa. Veo a un Brasil con más apertura y más dispuesto, y a una Argentina menos proteccionista que en el pasado, que también ayudaría a avanzar. Creo que nunca estuvimos tan cerca de firmar un acuerdo con Europa. Hubo mejora de las ofertas tanto nuestras como europeas, y me parece que hacia fin de año podemos tener novedades.

¿Qué problemas subsisten con Argentina?

Yo no veo grandes cambios desde el punto de vista de las facilidades para el comercio; hay campo para mejorar.

¿Cómo ve el anuncio de Brasil de la imposición de una cuota a los lácteos uruguayos?

Lo veo mal. Ojalá no se concrete en la práctica, porque le haría un daño enorme a Uruguay. Y ese es un muy buen ejemplo para decir que las cosas no han cambiado mucho entre nosotros. El Mercosur necesita desesperadamente acuerdos por fuera, para mejorar al propio Mercosur, para fortalecerse.

¿El MEF tiene previsto modificar los criterios de promoción de inversiones?

Para mejorarlos, sí. Pero no tenemos decisión tomada al respecto. Por ejemplo, hoy necesitamos mucho empleo, y el empleo es uno de los factores que puntúan para resolver una promoción de inversión. Estamos estudiando la manera de reforzar el peso de la creación de empleo en los beneficios que estamos concediendo.

Se ha beneficiado con exoneraciones a tabacaleras, por ejemplo. ¿Podría el área de actividad económica ser un criterio de exclusión?

Hay beneficios sectoriales, hay un capítulo sectorial. Estamos pensando todo de vuelta, pero hasta ahí llego. Está bajo análisis.

En materia tributaria y pensando en un eventual próximo gobierno del FA, ¿cómo ve las propuestas de incrementar el Impuesto al Patrimonio o establecer un impuesto a la herencia?

Vamos a seguir con los lineamientos de la reforma de 2007, que están más vigentes que nunca: equidad, eficiencia y el estímulo a la inversión. Uruguay no debería estar pensando en incrementar la carga impositiva sobre aquellos que tienen la gran responsabilidad de invertir en el país, y en cambio sí gravarlos por el lado de la generación de ingresos, que es lo que ocurre con el sistema tributario.

Pero un eventual impuesto a la herencia no gravaría la inversión.

Ya que hablé tanto de impuestos en este período, no me obligues a hablar de impuestos para el próximo período [se ríe]. Yo no puedo adelantarme a lo que va a pasar desde este punto de vista en el próximo período, pero sí me adelanto diciendo que para mí los objetivos de la reforma de 2007 van a seguir vigentes, y que por esa vía podés llegar a una mejor distribución de la riqueza, también.

Durante todo el episodio Sendic mantuvo reserva. ¿Fue una decisión consciente?

Fue una decisión totalmente consciente, deliberada, y me hubiera gustado que hubiera sido más frecuente y más extendida a otros dirigentes, porque hablamos mucho sobre el tema. Demasiado. Y al final, sin quererlo, estábamos presionando, en un sentido o en otro. Creo que este proceso nos tiene que dejar enseñanzas a todos, muy claras y muy profundas, acerca de cómo debe hacer política una fuerza de izquierda, y particularmente el FA. Pero eso no se logra con la abundancia de declaraciones, una tras otra, todos los días.

¿Qué tipo de enseñanzas debería dejar el episodio?

Sobre todo en el plano ético y moral. A mí me parece que la izquierda tiene la obligación de respetar ciertos criterios y principios éticos que son fundamentales, en su conducta política y personal. Quienes integramos un gobierno y tomamos decisiones somos los primeros que tenemos que exhibir esas credenciales.

¿Le parece que esta situación que se generó en torno a Sendic tendrá un impacto electoral para el FA?

Nos vamos a dar cuenta con el paso del tiempo; no me atrevería a hacer pronósticos al respecto. Obviamente, la evolución de la adhesión electoral al FA no va a depender sólo de este proceso, sino de cuán eficientes seamos en la conducción del gobierno, sobre todo en beneficio de las condiciones de vida de la gente. Eso va a pesar muchísimo. Va a depender también de cómo el FA actúe en la práctica, de cómo se vincule con el pueblo frenteamplista, de cómo se democratice cada vez más para escuchar posiciones diferentes y al mismo tiempo tener la disposición de buscar acuerdos, que es esencial para que el FA mantenga viva su alma original. Que fue esa, la de una acumulación de fuerzas de orígenes muy distintos pero que estaban dispuestas a sumar y a respetar sus diferencias, y sobre todo a buscar una síntesis. Si vos te encerrás en una posición que no estás dispuesto a modificar y enfrentás a tus compañeros con esa actitud, el FA va a tener problemas.

Ahora viene la típica pregunta de las candidaturas. El presidente Tabaré Vázquez dijo al semanario Búsqueda que en la próxima campaña sería bueno tener figuras de renovación. ¿Coincide?

Estoy totalmente de acuerdo en que tiene que haber renovación, y permitime que subraye que la renovación no es sólo humana, personal, sino que es una renovación de ideas, también. Tenemos que contar no sólo con personas nuevas sino también con ideas nuevas, referentes a un mundo del futuro que cambia vertiginosamente. En segundo lugar, creo que lo más inteligente cuando se conforman situaciones de este tipo es equilibrar la renovación con la experiencia que tenés acumulada, y no desechar totalmente una en favor de la otra. Lo más inteligente es buscar amalgamar las cosas.

Hay dirigentes del Frente Liber Seregni (FLS) que ya están pensando en su candidatura para las próximas elecciones. ¿La descartaría?

En el FLS esto no se discutió en absoluto. En conversaciones informales puede ser, pero no es un tema de trabajo en el FLS ni por asomo. Yo he pedido especialmente que como mínimo hasta el año que viene este tema no debería estar ni en nuestro comentario, ni en nuestro pensamiento, ni mucho menos en nuestro trabajo político.

Pero no descarta su candidatura.

Tampoco la propongo.