Cynthia Pérez es la coordinadora del programa municipal Montevideo Voluntario. Una mujer de 31 años con experiencia en voluntariado, mamá y estudiante avanzada de psicomotricidad. El domingo 19 participó en una actividad de concientización ambiental en la rambla de Pocitos y en ese marco la diaria conversó con ella.

Creció en Punta de Rieles, donde a los 14 años comenzó su camino como voluntaria. Su primer acercamiento fue a través de una profesora de matemática, en el marco del Día del Niño juntaron juguetes para donar a un hogar transitorio de acogida para madres con niños en situaciones de violencia. La casa de Cynthia fue el centro logístico de acopio de juguetes y materiales, y esa primer experiencia despertó en aquella adolescente la necesidad de colaborar con la gente en situaciones más vulnerables. Poco tiempo después colaboró en distintos merenderos, dando una mano a las madres de los chicos a preparar la merienda comunitaria, entre otras tareas.

En 2005 Cynthia se vinculó a Un Techo para mi País (hoy Techo), una organización sin fines de lucro liderada por jóvenes, presente en 16 países latinoamericanos con el objetivo de mitigar la situación de extrema pobreza que viven miles de personas en los asentamientos. El motor de las intervenciones de Techo es el desarrollo comunitario. Se trata de jóvenes voluntarios que se organizan en conjunto con los vecinos de los asentamientos para generar soluciones concretas, como la construcción de viviendas de emergencia, planes de educación, planes de trabajo y otros proyectos que respondan a las necesidades de la comunidad. Según contó Pérez, las personas que viven en los asentamientos quedan al margen de los derechos ciudadanos más básicos y existen muchas cuestiones en las que si los vecinos no se organizan, no se consiguen. “Esa parte era en la que más disfrutaba trabajar: articulando con las comisiones donde ya las había o intentando formarlas donde no existían”, dijo y agregó “construimos centros comunales a partir de la unión de dos viviendas de emergencia de Techo, como símbolo de congregar a la comunidad en un espacio para discutir en pro de los bienes más comunes. Hacíamos mesas de trabajo con los vecinos y resulta que en todos los barrios pedían espacios para los niños, como un lugar de apoyo escolar e intercambios recreativos”.

Cada fin de semana, los jóvenes de Techo se comprometían a trabajar en asentamientos de portes entre 70 y 150 familias, donde alrededor de 30 o 50 estaban en situación de extrema emergencia habitacional. Pérez cuenta que en esas intervenciones llegaron a ser 240 voluntarios. “Me encantaba que llegue el sábado. Mi padre me recuerda cuando volvía llena de barro. Para mí colaborar así era de las cosas más lindas” cuenta entre risas y explica “porque uno no iba a un asentamiento a dar una visión técnica, sin decir que eso está mal. Una iba a trabajar codo a codo con los vecinos, de tal manera que te acercás desde otra perspectiva muy distinta con la gente”. Compartió el sentimiento de la personas que viven en los asentamientos: “Es muy doloroso entender la manera en que ellos sienten que la sociedad los ve, y eso genera dificultad para trabajar de igual a igual. Para mí ese acercamiento desde trabajar juntos en el barro fue clave y era lo que más disfrutaba en ese momento. Acercarse y compartir esa realidad concreta, es lo que más rescato de toda esa experiencia”

Pocos años después, Cynthia pasó a ser coordinadora de Techo, y a principios de 2008, con 21 años, quedó como directora de la organización a nivel nacional, durante cuatro años. Se encargaba de coordinar las actividades y las distintas dimensiones sociales, como los planes de educación y los distintos eventos que se desarrollaban en los asentamientos.

Cumplida esa etapa, al año siguiente se presentó a un llamado para coordinadora de promoción y defensa de derechos en Aldeas Infantiles SOS, donde trabajó otros cuatro años.

“Los niños muestran lo mejor y lo peor de la cara humana. En ellos se ve lo que el mundo adulto es capaz de hacer”, señaló Pérez, hablando de abuso, maltrato y explotación.

Montevideo voluntario

Actualmente Cynthia tiene a su cargo la tarea de coordinar la convocatoria, formación e inserción de voluntarios en la Intendencia de Montevideo (IM), además de promover la coordinación entre la comuna y organizaciones sociales con fines solidarios.

Acciones que se enmarcan en el Programa Nacional de Voluntariado llevado a cabo por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), y en la ley de voluntariado y prácticas solidarias, la ley 17.885 que habilita y promueve este ejercicio en instituciones públicas.

Desde la IM había especial interés en que Montevideo tuviera un programa de voluntariado. Entonces se firmó un convenio con Mides aprobado también por la Junta Departamental. “Daniel Martínez me solicitó y el programa empezó conmigo en noviembre del año pasado. Me encontré con todo para hacer”, dijo Pérez. El objetivo principal de Montevideo Voluntario es promover el valor de la solidaridad a nivel de lo público y para todos los ciudadanos. “Es difícil introducir el voluntariado en las instituciones públicas, pero hay que hacerlo. Más que ser algo necesario, el voluntariado debe ser un derecho y una responsabilidad ciudadana. El derecho del ciudadano a participar de los problemas y las soluciones que hacen al bien público, siendo esta modalidad una de las tantas maneras de participar”, contó la coordinadora cuya tarea es articular el trabajo de todos los inscriptos en la capital para los programas que las distintas divisiones de la IM despliegan en territorio, promover jornadas específicas donde se involucran voluntarios; y canalizar y articular a las personas que trabajan en sus barrios por decisión propia.

Las intervenciones de voluntariado son muchas y muy variadas. Hay jornadas de concientización ambiental, de recuperación de espacios, actividades enmarcadas en el mes de las personas mayores, el mes de la diversidad, entre otras donde donde las y los voluntarios se suman todo el mes, todo el año, o simplemente en iniciativas puntuales. Para participar en el ámbito público hay que anotarse en el Programa Nacional de Voluntariado y expresar en qué áreas o instituciones se quiere participar.

Pérez ilustró que en la capital, quienes más participan son jóvenes entre 18 y 25 años y personas jubiladas. Las motivaciones son múltiples y diversas: compartir solidariamente su tiempo, sus ganas, sus iniciativas con otros. “Algo muy lindo del voluntariado es encontrarse con personas dispuestas a hacer lo mismo que uno”. “Me considero una fuerte militante de los derechos de la infancia. Siempre me gustó trabajar con los niños, en el apoyo, en sus derechos y en la recreación”, expresó y agregó “Ahora tengo una niña y ahí ya es todo un lugar distinto. Todo lo que una construyó en la teoría, lo intenta llevar a la práctica. Pero la teoría es mucho más fácil”.