Es tremendo que una institución con el peso del Banco Mundial (BM) haya demostrado tanta liviandad al referirse a Uruguay en su nuevo informe anual sobre desarrollo, titulado Aprender para hacer realidad la promesa de la educación (una discutible traducción oficial de Learning to realize education’s promise; está disponible en www.worldbank.org/en/publication/wdr2018).

Ese informe, de 240 páginas, afirma en la 146, al pasar, que el programa “Una computadora por niño” (OLPC, por su sigla en inglés, en el cual se inspiró el Plan Ceibal) ha sido “completamente ineficaz” en Uruguay, ya que “no tuvo impacto sobre las habilidades en lectura o matemática de los estudiantes”. El problema, nada menor, es que este juicio se apoya en una sola fuente, pese a la abundancia de estudios sobre el Ceibal, incluso de expertos del propio BM: un documento para la discusión escrito por Gioia de Melo, Alina Machado y Alfonso Miranda (disponible en http://ftp.iza.org/dp8489.pdf), que fue elaborado –con financiamiento y otros apoyos del Ceibal– a partir de una evaluación concluida en 2009, es decir hace ocho años, cuando la entrega de ceibalitas a escolares era, en la mayoría de los casos, muy reciente, y estaban lejos de comenzar trabajos posteriores para impulsar el uso de esos equipos en la enseñanza.

Por ejemplo, no había, como hoy, 80.000 uruguayos aprendiendo inglés por esa vía, ni estaba implementado el acceso a los libros de estudio para primaria y secundaria aprobados por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), ni existía la actual plataforma de matemática, con más de 100.000 actividades y supervisión docente individualizada.

Lo que el BM acaba de publicar, en un documento oficial de alto impacto internacional, desnuda importantes carencias de los redactores en el manejo de datos. Pero, además, revela una incomprensión profunda del asunto al que se refieren. El Plan Ceibal no es el programa OLPC, ni tiene el objetivo directo de mejorar el rendimiento escolar en pruebas internacionales de lectura y matemáticas. Se trata, como establece la Ley 18.640, de “un proyecto socioeducativo tendiente a promover la inclusión digital, para un mayor y mejor acceso a la educación y a la cultura”. En otras palabras, forma parte de un esfuerzo complejo, que debe realizarse en forma coordinada desde varios frentes, para paliar la desigualdad de oportunidades. Juzgarlo del modo en que lo hace el BM, como si fuera el único factor del que dependen determinados aprendizajes, es una barbaridad comparable con sostener que el aporte de alimentos a casi 250.000 escolares que los necesitan “es ineficaz” en términos educativos.

De todos modos, y en lo referido a la incidencia del Ceibal en el aprendizaje específico de matemática, el miércoles se presentarán los resultados de una evaluación actual de la utilización de recursos educativos del plan, realizada junto a la ANEP y con participación del Centro de Investigaciones Económicas. “La única forma de avanzar es buscar la verdad a partir de los hechos”, afirmó Paul Romer, economista en jefe y vicepresidente senior del BM, en la presentación del informe.