2008: Que la legislación laboral no sea un freno

“En momentos de tanta volatilidad es indispensable la prudencia”, titulaba la ARU en la editorial de su revista, en octubre de 2008. Las palabras retumbaron días después en el palco de la Rural del Prado, en la voz del presidente de la gremial en aquel momento, el ingeniero agrónomo Guzmán Tellechea.

Seis años después de la crisis, el ruralista le agradeció “a Dios” por la superación del desplome económico. El potencial de la agroindustria, planteó, se desplegaría libre con “políticas de estado claras y estables, con seguridad jurídica y pública, con libertad de mercado, con respeto a la propiedad privada”.

Por el contrario, las “políticas cambiantes” estaban situadas del lado de los impuestos a las exportaciones, control de precios, prohibiciones, regulaciones, subsidios intersectoriales, IMEBA a la lana, carne ovina y vacuna. El Estado fue descripto como “ingrediente importante del llamado costo país”. El impuesto de 1% a la venta de semovientes, el precio del combustible, el aumento del gasto público, la inflación y el endeudamiento público fueron algunas de las preocupaciones.

Además de insistir en la educación y la policialización de la campaña, también mostraron su discrepancia en materia de relaciones laborales. “Que la legislación laboral no se convierta en un freno para la inversión y el desarrollo de país”, suplicó. “La producción agroindustrial nacional ha tenido un comportamiento excepcional”, asentía el ruralista. Las exportaciones se habían duplicado desde 2003, también el precio en dólares y el poder adquisitivo de los demandantes mercados emergentes. Las estrellas fueron la carne, la soja, el trigo y los granos. A menor ritmo se posicionaron la lechería y la industria forestal. A los cítricos, miel, arándanos, olivos, pesca, turismo rural, agroindustria aviar y porcina los veía con “grandes posibilidades”. A pesar de los pesares, “se ha respetado un marco de negocios propicio”. “Dios bendiga, viva la patria”, se despidió Tellechea.

2009: Soja anticrisis

El ingeniero agrónomo Manuel Lussich advirtió sobre la tendencia desfavorable en los precios internacionales de los productos primarios. La seca había complicado la cría en lechería y la ganadería. Altas tarifas eléctricas, deterioro en rutas y caminos, un Mercosur ineficiente fueron parte del escenario planteado.

¿Redistribución de la riqueza? Que se agrande la torta. “El libre comercio y la competencia constituyen la mejor herramienta para la justa asignación de los recursos”, opinó.

Los precios de varios rubros seguían en recuperación, pero la vedette era la soja: “Los precios de los granos y las nuevas tecnologías de producción permiten que la agricultura ofrezca rentas por la tierra difíciles de alcanzar con otras actividades”.

2010: Más todo, menos ambiente

“Desbordes sindicales”, IMEBA, “discrecionalidad” en la contribución inmobiliaria, abigeato de lanares, “las tarifas públicas más caras de la región” y alto costo laboral fueron los problemas jineteados en el ruedo del Prado. Sin embargo, la libre regulación del mercado cárnico generó “más faena, más exportación, más actividad industrial, más trabajo”, opinó Lussich.

En cuanto a las regulaciones ambientales pidió “sancionar en situaciones muy extremas”. “[Con] el cuidado al medioambiente, que suena políticamente correcto, se corre el riesgo de avasallar derechos que son más importantes que los mismos objetivos de conservación. [...] Somos deudores del pasado como podemos ser, si queremos, acreedores del porvenir”, opinó el presidente de los ruralistas. “Para dejarles una tierra productiva a nuestros hijos, no le damos la derecha al Estado ni a nadie. Este sería un principio ajeno a nuestra conciencia jurídica y al derecho de propiedad”, enfatizó. El nombramiento de Tabaré Aguerre como ministro del ramo fue bien recibido por la gremial.

2011 y 2012: Capitalizando y capitalizando

En los ocho años anteriores el campo creció más que en los 30 anteriores, dijo José Bonica, presidente de la ARU, en la Expo Prado de 2011. Nuevos mercados se abrieron, la demanda externa creció, la economía se mantuvo “abierta y tuvimos reglas claras y estables”. La promesa gubernamental de quitar el 1% de impuesto a la venta de semovientes se tomó “con naturalidad”. Sin embargo, hubo críticas al impuesto a la tierra, porque “ayudaría a los especuladores”, dijeron. “El mundo le está dando a Uruguay excelentes oportunidades. Las tenemos que capitalizar”, dijo.

Al año siguiente, Bonica alabó la bonanza: “Fue algo que nos vino de afuera. Nos vino fuerte y nos cambió la vida”. Pero a la competividad se le encendía una “luz amarilla”. Aplaudió que finalmente cayera el impuesto a los semovientes y prendió la luz roja por el tipo de cambio.

2013: Trabajo sí, vagos no

130 “mercados abiertos” ponían al Uruguay “como ejemplo”, dijo Ruben Echeverría, presidente de la gremial. La locomotora: la soja y el buen momento de la leche. “En esta primavera, si Dios quiere, tendremos una de las mayores pariciones de la historia”, vaticinó. Entre las malas: altos costos, abigeato, problemas en el arroz, lucha de granjeros contra las catástrofes climáticas y el tipo de cambio. También se habló de pérdida de valores y de una familia amenazada. El ruralista quiso que el Estado enseñe a pescar. “El país ha logrado avances sociales que mucho aplaudimos [...]. Pero cuidado, que parte de esa ayuda social no se transforme en desincentivo al trabajo, al estudio; generamos estratos acostumbrados a recibir eternamente sin dar nada de sí”, criticó. La ley de medios fue vista como un camino “a la pérdida progresiva y silenciosa de otras libertades y derechos”. También mencionó “la débil penalización de los delitos”, que “transmite una mala señal”.

2014: Caos de verde a maduro

En el año electoral los gremialistas se reunieron con los candidatos para hacer propuestas programáticas. “Alarmantes” costos productivos, pérdida de competividad, déficit fiscal de 3,4%, traer un camión con lana de Artigas era (y es) más caro que llevar un flete a China, trámites burocráticos “innecesarios” y otros factores apocalípticos golpearon la competitividad de arroz, lechería, granja y rubros intensivos. Por si fuera poco, la educación formando ciudadanos mediocres, una sociedad quebrada, penas mayores, dignificar la familia policial además de un no a la megaminería fueron parte central del discurso de Echeverría.

2015: Todo a la baja

Los precios de los granos caían, la lechería y el arroz estaban complicados. En su relacionamiento internacional, Uruguay había dormido la siesta, el país estaba atado al tambaleante Mercosur y no avanzaba en el TISA. 660 millones de dólares en pago de aranceles. Insumos importados cada vez más caros, empresas en rojo, aumento de endeudamiento y déficit fiscal.

Por si fuera poco: inseguridad e indignas condiciones de vida para “la familia policial”. Sin embargo, existía “un futuro de oportunidades por delante, y dependerá de nosotros capitalizarlas”, enfatizó el ingeniero agrónomo Ricardo Reilly.

2016: Todo se pierde, nada se transforma

Más caída de precios internacionales, atraso cambiario y altos costos hicieron que los indicadores importantes para la ARU se mostraran “estancados o en retroceso”. La lechería ya era un “drama”, menos tambos, menos producción, producción a pérdida y faena de vacas lecheras. El área sembrada de soja fue la más baja de los ocho años anteriores. El arroz también fue golpeado.

El presidente de la ARU, Ricardo Reilly, dijo que el alto precio de los combustibles se debió la mala administración de ANCAP. Por si fuera poco, la contribución inmobiliaria les aumentó un 30%, hubo incrementos fiscales en el IRAE, aumentos del IRPF, suba de tarifas públicas, endeudamiento y un aparato estatal “ineficiente” eran parte del panorama siempre sombrío, nunca lloviente.

2017: Desregular es la forma de capitalizar

Las inversiones en el agro fueron el motor “de un crecimiento como pocas veces se vio”, con “inusuales márgenes brutos”, dijo hace unos días Pablo Zerbino, actual presidente de la ARU. “Supimos capitalizar el aumento generalizado en los precios”, se congratuló.

El ruralista advirtió que, pese a la sostenida caída del valor de los commodities, se quedaron con “impuestos muy altos”. Pero reconoció que la soja repuntó con un récord histórico de 3,5 millones de toneladas. Y, además, el arroz incrementó su productividad, como la carne, con la faena más alta de los últimos seis años.

Se lamentó por la lechería (500 tambos menos en diez años) y agitó el fantasma de 1982 y 2002. También opinó que “la elevada regulación laboral vigente implica rigideces y aumentos de costos que atentan contra la productividad”. Uruguay parece desfasado de la región en materia de derechos del trabajador. “Los cambios que se observan en el mercado de trabajo a nivel mundial con mayor flexibilidad en el manejo de horarios, horas extras y negociación salarial, lo cual es imperativo para adaptarse a las nuevas tecnologías y ser competitivo a nivel internacional”, explicó.