Los cambios en la geopolítica mundial abrieron paso a una nueva posibilidad para Zonamérica: la de instalar, después de 27 años operando en el país, una sucursal en la provincia de Guangdong (Cantón) al sureste de China, que servirá como “puente” para las empresas latinoamericanas.

La ciudad elegida es Foshán, una localidad “muy interesante” según el presidente de la empresa, Orlando Dovat, quien destaca que se trata de una ciudad Tier 2 (es decir, que tiene un PIB de entre 68.000 y 299.000 millones de dólares, entre otros indicadores de desarrollo), y que “está en plena expansión, con muchísimas oportunidades, bastante más competitiva que otras de la misma categoría”.

La plataforma de 1.500 metros cuadrados que ya cuenta con la gerencia ejecutiva del español Javier Bahut se piensa como un acercamiento entre China y algo más que Uruguay. “Estar allí nos permite una proximidad más profunda con la empresa china que quiere entrar en América Latina, que se nos vea como una especie de escritorio latinoamericano en el que puedan consultar acerca de cómo entrar a nuestra región. Y también para aquellas empresas latinoamericanas que quieran exportar al mercado chino”, agrega Jaime Miller, gerente general de Zonamérica en Uruguay.

Los inversores consideran que las diferencias culturales dificultan la instalación de las empresas por su propia cuenta. Según Miller, “lleva tiempo entender la forma en cómo se hacen negocios” allí. La barrera más grande es el idioma: “Pensando en una marca latinoamericana que quiera vender en China, es clave poder traducir su nombre correctamente, porque el nombre en latín traducido literalmente al chino puede significar cualquier cosa. Es importante que alguien vigile que el mensaje sea el correcto”, afirma. Pero también hay diferencias sustanciales en las prácticas empresariales. Un ejemplo: “Nos dimos cuenta de que nos anulaban documentos porque firmábamos con birome, porque allá hay que firmar con tinta. Son muy clásicos en algunas cosas”. Por otro lado, no es fácil encontrar la “eficiencia occidental” en la velocidad de los trámites. “Ellos lo miden de otra manera, con otras pausas, y eso no quiere decir que no sean eficientes. Pero no es nuestro ritmo”, interviene Dovat. Además, está la diferencia del huso horario.

La primera apuesta del grupo apunta a empresas del sector agroindustrial, fundamentalmente exportadoras. Según Dovat, en el mercado asiático hay un “espacio interesante” para los productos alimenticios, en particular con valor agregado, y es “una oportunidad para ir pensando en cómo llegar al supermercado en forma directa”. No obstante, es consciente de que uno de los principales impedimentos para los emprendimientos locales es el volumen de producción.

De cara al futuro, se presenta la posibilidad de ampliar la convocatoria a emprendimientos de servicios. Dovat sostiene que los objetivos planteados son “muy ambiciosos” y, en ese sentido, se espera “crecer en todas las oportunidades que se vayan presentando”. “Las velocidades en China son inauditas y con suerte en un año estaremos con problemas de capacidad y tengamos que aumentar la infraestructura, quizás en otra ciudad”, dijo, a modo de augurio.

A pesar de algunas críticas a la concentración del mercado externo uruguayo en el país oriental, Dovat considera que China “tiene mucho margen aún” para la importación. “Hasta ahora se desarrollaron en cantidad y no le dieron tanta importancia a la calidad”, sostuvo, proyectando allí “un proceso similar al que hizo Japón en 1950”. El empresario está seguro de que se trata de “un socio muy importante” para Uruguay: “Todos soñamos con ir a China, que crezcamos con los chinos, que los chinos nos vendan y que nosotros le podamos exportar a China”.