La industria uruguaya del software vive un buen momento, tanto en la concreción de negocios como en sus niveles de ocupación. Ante el inevitable avance de la tecnología en la vida cotidiana, referentes de ese sector aseguran que “está todo para seguir creciendo”. Pero hay un tema que inquieta: la falta de personal calificado. Frente a esa situación, organismos públicos y privados coordinan esfuerzos para extender la capacitación en todo el país. Uno de sus objetivos: desmitificar la actividad.

En estas horas, una misión encabezada por la ministra de Industria, Energía y Minería, Carolina Cosse, y representantes de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI) llevan adelante una agenda cargada de encuentros en China. El objetivo de la comitiva es aumentar el caudal de negocios de esa industria uruguaya con la potencia asiática. Bajo ese marco, una de las actividades principales que se desarrollan se llama “Oportunidades comerciales y de inversión en TIC de Uruguay”, un seminario que se inició este jueves y finalizará el lunes 5.

Referentes de ese sector observan con buenos ojos la posibilidad de “orientalizar” las ventas, de modo de generar cierta nivelación con Estados Unidos, que actualmente es el principal comprador. Pero si se llegaran a concretar muchos negocios en tierras chinas las empresas uruguayas no estarían en condiciones de hacer frente a ellos. El principal escollo es la falta de personal calificado para asumir nuevos proyectos. “Tenemos todas las condiciones para que empresas de primer nivel puedan instalarse en nuestro país, pero están faltando técnicos. Hoy las empresas locales no pueden abordar muchos proyectos, porque no les alcanza la gente para trabajar. Entonces estamos necesitando una inyección importante de gente nueva, de personas que se formen”, explicó a la diaria Aníbal Gonda, representante de la empresa Genexus y vicepresidente de Recursos Humanos de la CUTI.

El sistema educativo, sumada la oferta pública y privada, no llega a cubrir las demandas. Gonda dijo que durante el último trienio hubo una inscripción anual de 1.200 jóvenes “a todas las carreras universitarias vinculadas a tecnologías de la información, de los cuales se recibieron menos de 400”. Los egresados de esas carreras “no ingresan directamente a la industria, sino que se reparten entre el comercio, las finanzas y la administración pública, porque el software está en todos lados, y todas las actividades requieren de personal con la capacidad de desarrollarse”. “Entonces se hace bastante difícil crecer si no logramos seducir gente joven para que se incorpore a la industria”, añadió.

Fabiana Hernández, ejecutiva del programa People Talent de la CUTI, recordó que la Universidad Tecnológica (Utec) inició los cursos de TIC en 2016 en Durazno, lo que representa el inicio para combatir “la macrocefalia” que también ganó espacios en este terreno. Los empresarios del sector no se han quedado quietos ante esta situación. Por el contrario, junto a diferentes organismos públicos y privados, intentan incentivar a los jóvenes para que se inserten en el “ecosistema”, indicó Hernández.

Un sector joven

Las empresas uruguayas de software ocupan a más de 12.000 trabajadores. De acuerdo a un informe elaborado por la CUTI, 10% tiene menos de 25 años, 44% entre 25 y 34 años, 37% entre 35 y 49 años, y 9% está integrado por personas mayores de 50.

El respaldo al desarrollo de nuevas carreras en el interior del país impulsado por la Utec, a los programas del Plan Ceibal para dotar de conocimientos técnicos básicos a jóvenes que no culminaron secundaria, o la firma de acuerdos con Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) para capacitar a personas en el seguro de desempleo, son algunos ejemplos de “la articulación público-privada” en este campo laboral.

Los prejuicios

Desde el corazón de las industrias se intenta desterrar algunos mitos que existen sobre quienes eligen esas vocaciones. “Hay un falso preconcepto que señala que para participar en esta industria prácticamente hay que ser ingeniero de la NASA, y no es así”, advirtió Gonda. “Se necesitan personas que tengan fundamentos teóricos muy fuertes, sin dudas, pero también se necesita gente que tenga capacidad de comunicarse o de entender las estéticas de los productos. Hay un montón de nuevos roles que han ido apareciendo con la evolución y la invasión de la tecnología, de modo que hoy no solamente se necesita ese prototipo de nerd que la gente tiene en su cabeza, sino que hay espacio para todo tipo de personas”. En ese sentido, Gonda explicó que el rol de “evangelizador” que cumple en Genexus radica en “juntarse con la gente común y con las instituciones educativas para contar lo que pasa en el mundo a nivel tecnológico y lo que hacen las empresas para acompasar”.

“Hay un imaginario que dice que este sector es sólo para cerebritos y que es todo muy masculino”, estableció Hernández, y agregó que la CUTI realiza “acciones afirmativas para igualar el nivel de participación de las mujeres dentro del sector, en el que la relación entre varones y mujeres es de 7 a 3. Buscamos que las empresas abran las puertas a las chicas para que vean lo que significa trabajar en el sector. Debemos trabajar para que las mujeres se incluyan, porque la industria necesita miradas diferentes para mejorar la vida de las personas”.

Los integrantes de la CUTI destacan que es necesario la existencia de perfiles heterogéneos a la hora de diseñar una aplicación. “Se desarrollan softwares para el área de la salud, por ejemplo, y en esos equipos hay gente que estudió medicina. ¿Qué tiene que ver la medicina con la informática? Todo tiene que ver. Lo mismo pasa con los programas destinados a las actividades del campo, para los que se precisa gente que tenga conocimientos sobre agronomía o veterinaria, porque, de lo contrario, los programas no funcionarían bien. Se necesita multiplicidad de perfiles para dar las distintas soluciones”, concluyó Gonda.

Aníbal Gonda, CUTI

“Con respecto al efecto derrame en otros sectores, sin dudas que las industrias TIC no generan un efecto derrame directo, como la construcción o el agro, que tienen un efecto directo en otros sectores. Pero sí lo tienen sobre el consumo, porque quienes participan en estos sectores consumen más y, de alguna manera, también generan fuentes de trabajo en otros rubros. Mi pensamiento es que todos los sectores, a la larga, terminan derramando hacia otros lugares si existe un crecimiento real”. “En Uruguay no se ve con claridad cuál es la potencia que tiene la industria del software. Todos saben que somos un país agroganadero, que tenemos un sector turístico que ha crecido mucho, pero la industria del software el año pasado solamente movió 500 millones de dólares menos que la industria del turismo. A diferencia de las restantes industrias, la del software tiene un potencial de crecimiento muy por encima de las demás”.

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