Fue la primera en muchas cosas. En Artigas, su ciudad natal, fue la primera fonoaudióloga, la primera edila en la junta departamental, la primera diputada electa por el departamento y la primera intendenta. Con su compañera de sector, Lucía Topolansky, fueron las primeras mujeres en ocupar la dupla presidencial. Presidenta por unos días, fue la primera mujer en la historia del país que recibió el mando presidencial de otra mujer. Más cómoda en roles de gestión que legislativos, Patricia Ayala es la Protagonista de hoy.

Siempre dijo que no iba a salir de Artigas y tuvo que hacerlo. Dejó su casa y su historia, aunque para ella arraigarse era lo más importante. Tuvo su casa propia hace cinco años: “Fue gracias a mi mamá; lamentablemente no fue lindo el por qué, porque fue porque ella dejó de estar. Tuve que venirme para acá y dejar mi casa. Tuve que dejar un tiempo a mis perras, que hoy están conmigo otra vez. Mis gatas quedaron allá, no las encontramos para traerlas, se ve que ese era su lugar. Tuve que vender porque no podía mantener dos lugares. Tuve que tomar una decisión. Eso te cambia todo. Hay algunos recuerdos que tenía guardados que empezaron a aflorar”.

¿Qué hacías antes de ocupar cargos públicos?

Soy fonoaudióloga. Fui la primera fonoaudióloga que llegó a Artigas. 10 años después empezaron a llegar mis colegas, que fueron muy bienvenidas. Hasta fines de 2009 compartí lo profesional con lo político. En 2009 pedí licencia en el trabajo y asumí como diputada, después siguió todo lo otro. Aún mantengo mi cargo en reserva como una posibilidad laboral a futuro. Ahora estoy haciendo otros cursos que me habilitan a otros campos laborales, hice un curso de coordinación grupal en organizaciones y estoy estudiando un curso de operador terapéutico gestáltico.

Sos hija de presos políticos. ¿Qué recordás de esa época?

Mi papá estuvo 11 años preso en el Penal de Libertad. Cayó preso en el 72, pero tiempo antes ya no lo veía porque estaba en la clandestinidad. Mi madre estuvo presa un año en la cárcel de Artigas. La ibamos a ver siempre que había visita. Por un lado era bueno, pero cada vez que salías de la visita no entendías mucho por qué tenías que irte, y sin tu mamá. A mi papá lo veía una vez al año porque éramos muchos para venir y no había condiciones. Éramos 3 gurises, una vez al año venía cada uno. Mi hermana mayor era la que tenía más conciencia de lo que se estaba viviendo. Yo era muy chica, tenía 4 años. Pero lo sentía, iba al jardín, fui tres meses y no quería ir más. Mi hermano tenía 2 años, para él mi padre era casi un desconocido. Cuando empecé la escuela mi mamá ya estaba afuera. Tengo muchos recuerdos lindos. También tengo de los otros. De estar pronta para mi cumpleaños y tener que terminarlo antes de que empezara porque mi padre había caído preso. Estaba siempre rodeada de amigos, andaba siempre en barra, eso me dio mucha contención. A algunos pude agradecerles, pero no a todos, me gustaría tener esa oportunidad. Recordar y contar ayuda a sanar. Antes no pensaba eso, y de hecho muchos de los recuerdos los dejé en un rinconcito olvidados. Algunos recuerdos recién me están llegando, después de muchos años. Sentir ese dolor es necesario para poder sanar. Sanando vas liberandote de posibles rencores. Hoy no guardo rencor y agradezco mi historia de vida.

Te criaron tus abuelos mientras tus padres estaban detenidos.

Siempre digo que tuve seis abuelos: los maternos, los paternos y los padrinos de mi madre -el Tata y la Coca-, que también se hicieron cargo de nosotros. Durante la niñez estuvimos con mis abuelos maternos y con el Tata y la Coca. Vivían a media cuadra, entonces era una noche acá y otra allá. Si no nos gustaba la comida acá íbamos para allá. Vivíamos como podíamos según las circunstancias. Años después vivimos en la casa de mis abuelos paternos. Era como la casa del pueblo, todo aquel que no tenía donde caer iba para ahí. La mesa era enorme, siempre estaba llena. Nunca faltó un plato de comida para el que lo necesitara.

¿Se saldó esa época? ¿Hubo justicia?

No está saldada. Vamos lamiendo heridas y curándolas. Pero hay quienes no, y eso se percibe. Por eso tenemos que ayudarlos para que puedan hacerlo. Tenemos que poder cerrarlo, le haría bien a la sociedad y al país.

¿Cómo fue tu recorrido en la política?

La militancia la sentí desde niña. Tengo recuerdos de mi familia, de antes de que mis padres cayeran. Los veíamos en sus reuniones y en movilizaciones. Lo mamé desde muy temprano. Mis primeros pasos fueron cuando se abrió el país a la democracia. Integré una lista recién en 2005 en los primeros lugares. Antes de que surgiera el MPP era frenteamplista, daba una mano en varios sectores. Cuando se creó el MPP me sectoricé. Siempre fui expectante sin expectativas. Siempre quiero que salga lo mejor, que la sociedad sea más justa y con oportunidades para todos. Pero nunca tuve la expectativa de integrar listas. Cuando no tenes esa expectativa el camino es más llano. Hasta que de repente surge la posibilidad. Aunque la decisión final es personal siempre parte de un colectivo. En todas las candidaturas se dio de la misma manera. Estoy expectante de que sigamos trabajamos por una sociedad mejor, sin expectativas porque si yo no estoy las cosas van a seguir.

¿Encontraste dificultades para desarrollarte por “ser mujer”?

Después de que estás en lugares visibles los cachetazos vienen. Te guste o no estás ocupando un lugar que capaz que otros tenían la ambición de ocupar. Cuando eso no gusta vienen por todos lados. Sentí mucho la agresividad. Soy consciente también de que al que le toca le toca. No por eso voy a esconder la cabeza ni a dejar de salir. Cuando sos cara visible de algo las cosas cambian. No todos los recuerdos son lindos.

¿Te arrepentís?

Ya no soy más anónima, más allá de que mucha gente no me reconoce. Ya marché en esa, pero no me arrepiento. No me arrepiento de las decisiones que tomé. Más allá de que algunas quizás no fueron las mejores, pero me permito el error y repensarme. Cuando estás tranquila con lo que hacés no pasa nada.

¿A nivel público a las mujeres se las trata distinto?

La lupa es más grande cuando somos mujeres, nos cobran todo 10 veces más. Creo que es parte del proceso social en esta sociedad machista patriarcal. Siglos atrás le tocó a otras mujeres avanzar algunos pasos, y muchas pagaron con su vida. Ahora estamos dando otros pasos y muchas lo estamos pagando con la manera en que nos miran. Por suerte hoy no lo pagamos con la vida, espero que eso no vuelva a pasar, porque este país vivió etapas en que mujeres y hombres pagaron con su vida las decisiones.

Fuiste la primera intendenta de Artigas en la historia. En otra entrevista decías que hubo cuestiones de género para valorar tu gestión.

Artigas es un departamento tradicionalista, conservador y machista. En ese contexto me desarrollé en un rol en el que las mujeres nunca habían llegado. Dolió y duele, pero me doy cuenta de que es parte de un proceso social. Nos tocó a tres mujeres abrir puertas (Ana Olivera, Adriana Peña y ella fueron las únicas tres mujeres intendentas en la historia del país). Espero que en las próximas elecciones haya más mujeres que puedan estar.

¿Preferís los cargos legislativos o de gestión?

De gestión. Es muy diferente: das un pasito, cerrás acuerdos y eso le llega a alguien. Hacés un enganche para que las cosas salgan. El otro día iba para Paysandú con un compañero y yo iba hablando por teléfono coordinando cosas. Corté y le dije: “no hay caso, lo mío es la gestión, es lo ejecutivo”. Al principio me costó muchísimo estar acá. Pero la vida me puso acá. Doy lo mejor en este ámbito.

¿Por qué te parece que siempre que se habla de la fórmula presidencial se pone a la mujer como vicepresidenta y no como presidenta?

Es producto de nuestra historia y de nuestras cabezas. No concebimos que haya una mujer presidenta. Siempre pensamos nombres de hombres y la que acompaña es la mujer. El dicho que tenemos tan arraigado “detrás de un gran hombre siempre hay una mujer”, lamentablemente se traslada a estos ámbitos. Las mujeres tienen todo para estar y llevar adelante candidaturas. Estaría bueno que se manejen nombres de mujeres no solo para los segundos lugares.

Y no hablamos de dos mujeres en la fórmula nunca.

Eso ni lo sueñes, por ahora. Ya sería muy de avanzada para nuestra sociedad. Felicito a las mujeres que dicen “yo quiero estar”, sean del colectivo político que sean. Dentro de nuestra fuerza política se va a tener que dilucidar. Se viene manejando un hombre y una mujer, la mujer para la vicepresidencia. Esté quien esté voy a trabajar para que haya un cuarto gobierno.

Circunstancialmente hace unos meses hubo dos mujeres al mando del país. En esa ocasión Lucía Topolansky dijo: “Las mujeres empezamos a aparecer en la escena política uruguaya, aunque sea por una suplencia, siempre hay una hendija que se abre”.

Es importante que podamos aprovechar las hendijas que se nos están abriendo. En dos oportunidades en este período nos tocó a dos mujeres estar al frente del país. La primera, que fue el año pasado, fue la primera vez en la historia que hubo dos mujeres al mando. Fue un boom. Estoy muy agradecida a la vida, que me hizo estar en un lugar que yo no esperaba. En junio tuve la posibilidad de asumir la presidencia del país. Fue otro hito histórico, porque fue la primera vez que una mujer le pasó el mando a otra mujer.

¿Estamos muy lejos de que esto deje de ser una casualidad?

No creo en las casualidades. Creo que en la vida se dan las coincidencias y la coyuntura necesarias. Muchas veces me cuestioné si este era mi lugar. Después de dar vueltas conmigo misma entendí que la vida hizo todo para que yo estuviera aquí.

Cuando te tocó asumir la presidencia te llevó tu papá porque para él iba a ser muy especial.

Por su historia, fue más especial para él que para mi. Mi madre desde donde esté también estuvo ahí.

¿Cómo ves la participación política de las mujeres y de los jóvenes en el FA?

Somos una fuerza política en la que las mujeres participan de igual a igual. Siempre tratamos de estimular a que más mujeres se sumen en la discusión y en el accionar. Hay que darle mucha más cabida a los jóvenes. Hay que incitarlos para que estén, para que puedan decidir sobre su futuro. Pero sin despojo. Sin despreciar la experiencia de los más viejos. Dentro de mi sector en particular hay gente de edad muy avanzada pero de cabeza mucho más joven que muchos jóvenes. No va tanto en el envase añejo sino en el contenido. Hay gente que tiene el envase gastado pero el contenido es joven, renovado y renovador. Hay gente joven que está muy avejentada y hay gente muy vieja que todavía es muy joven.

Dentro del MPP se ha promovido a varias mujeres al frente de los espacios. ¿Fue una conquista feminista dentro del sector?

Hay una voluntad política clara. También existe la cuota y la hemos acompañado, algunas de nosotras convencidas de que hoy por hoy todavía es necesaria para que las mujeres puedan estar. No es lo que más me gusta; me encantaría que las mujeres accediéramos por una cuestión de oportunidades. Soy fiel reflejo de esto: primera edila del FA en la Junta Departamental de Artigas, primera diputada electa por el departamento y la primera intendenta. Si el MPP no me hubiese propuesto encabezar la lista eso no hubiera sido posible. Esto llega porque el MPP tuvo y tiene la voluntad de que las mujeres ocupen los espacios. Tiene mucho que ver con nuestra historia. En un momento te jugabas la vida, y no importaba si eras mujer o eras hombre. Acá es lo mismo, no importa si sos mujer o si sos hombre, tenés que estar de igual a igual. Esa concepción y esa voluntad política está muy arraigada. Ojalá todos los sectores y partidos tuvieran esa decisión.

¿Como ves la renovación en el FA?

Somos muy discutidores. De darle muchas vueltas a las cosas. Los candidatos que van a aparecer son los relevos. Apuesto mucho a las ideas y a los programas de gobierno. El FA está trabajando en eso, en grupos de trabajo plurales. Hoy importa mucho el candidato, porque la gente se fija mucho en la persona, pero todos van a ir con el programa que representa a todo el FA.

¿Te parece que estamos en una crisis del sistema de partidos?

Depende de como lo mires. Hay quienes dicen que es una crisis, pero para mí es un proceso. No hay que tenerle miedo a las crisis. De las crisis se resurge y florecen cosas. Estoy muy confiada en que esto es un cambio más. Es algo que nos mueve de la zona de confort. Tendremos que reacomodarnos a lo que venga, poniendo lo mejor de nosotros para que lo que venga sea lo que queremos.

¿Sos feminista?

Es una definición que me costó mucho. Mis hijos varones me hicieron ver que soy feminista. Me mostraron que las cosas que hice y que hago son feministas. ¿Por qué no me decía feminista? Porque creía que era una polarización respecto al machismo. Creo que deberíamos buscar la forma de incluir en vez de polarizar. Ahora lo puedo decir sin miedo. Tuve que ver conmigo misma qué era lo que me frenaba a decir “soy feminista”. Una es esta polaridad que digo, que todavía lo creo, por eso considero que deberíamos buscar otro término, porque el término en sí mismo polariza. Pero hoy no tengo miedo de definirme. Si ser feminista es hacer todo lo que vengo haciendo pues soy feminista. Pero tengo la concepción de que vamos juntos. Hombres, mujeres y toda la diversidad de género.

¿Cuál es la clave para luchar contra la desigualdad de género?

Educación y cultura, esa es la esencia de todos los cambios. Sin polarizar, porque una sociedad está compuesta por todos, ni unos ni otros deberían prevalecer. Hoy prevalecen algunos. Igual que en la economía, mientras haya pobres habrá sistema capitalista. Este sistema existe y vive porque hay pobres. Esto también hace a las cuestiones de género. Todavía tenemos muy incrustados algunos patrones que vienen de antaño. Hay mucho para cambiar todavía.

¿Cómo ves la oleada conservadora en la región?

No soy de responsabilizar a los conservadores. Creo que la responsabilidad es compartida. Y eso duele. Duele porque pudimos incursionar en procesos progresistas y hoy estamos revirtiendo. Cabe el planteo de qué es más importante: si los egos personales, las economías mayoritarias o el ser humano. Si realmente todos creyéramos que el ser humano es el eje de todo y todos quisiéramos mejorarle la vida a la gente las cosas serían diferentes. A veces pintamos el cartel y nos llenamos la boca pero en el accionar hacemos otra cosa. No se si es el objetivo de todos es mejorar la calidad de vida y que todos tengamos más oportunidades.

En cuanto al relato en materia de seguridad, ¿pensás que en Uruguay ese giro conservador ya se instaló?

Creo que hoy la seguridad pasa por educación, oportunidades y una sociedad más justa. En este país tenemos recursos como para que nadie duerma en la calle, para que todos tengan oportunidades sin que tengan que caer en cosas que nadie quiere que caigan. Cada uno tiene una historia y responde a eso. No todos tenemos la oportunidad de analizar nuestra historia y ver qué hacemos con ella. Creo que hay mucho por hacer. Quienes hoy están haciendo determinadas cosas son víctimas de esta sociedad. El que se saque esa mochila está bravo, yo no me lo quiero sacar. Lo que podemos cambiar es lo que hacemos con nuestra historia para caminar otra vez. El que siga llorando sentado por lo que pasó o por lo que está pasando no está haciendo nada. Estamos en una sociedad que no está viendo eso. Tenemos que revisarnos.

¿Estarías dispuesta a integrar la fórmula?

No me lo he planteado. Tampoco me lo han planteado. Veremos. ¿Para qué vamos a hacer suposiciones previas si a lo mejor el momento nunca llega?