Se aproxima un nuevo ciclo electoral. Y lo hace en un momento de incertidumbre. En estos años se han alcanzado importantes logros. No es eso lo que inquieta, sino lo que aún falta por hacer para alcanzar condiciones de vida largas, saludables y creativas, y que los habitantes de nuestro país dispongan de los medios para transitar los caminos elegidos. Es preciso recuperar el proyecto y la confianza en él. Para ello el Frente Amplio (FA) debe asumir con valentía su renovación en, al menos, tres dimensiones imprescindibles.

Renovación de la agenda

Lo mejor del FA en términos de agenda de transformaciones se expresó con intensidad en la segunda mitad de su primer gobierno. Superada la emergencia, entre 2007 y 2009 se aprobaron y pusieron en marcha importantes transformaciones y se iniciaron los procesos que desembocaron en otras que se implementarían en los años siguientes. Sin embargo, los intentos de reelaboración de la agenda, a partir de una lectura de los cambios que se iban operando en la realidad, fueron mermando o bien se bloquearon por el creciente peso de las inercias político-burocráticas. A la vez, crecía la percepción de que lo que importaba era “defender los logros” por encima de pensar el futuro.

En el contexto actual, la construcción de una nueva agenda estratégica de una izquierda cuyos valores centrales son la libertad, la igualdad y la solidaridad se asienta en tres aspectos: primero, una imagen objetivo hacia la cual orientar las políticas públicas y la acción de la sociedad: un futuro en el que aumenten las opciones de las personas en el acceso a libertades políticas y culturales en un marco de irrestricto pluralismo, en el acceso al conocimiento, a la alimentación adecuada, a servicios de salud de calidad, a vivienda y hábitat dignos y confortables, a una vida más segura, a esparcimiento satisfactorio, a la participación ciudadana, a trabajo digno. Un futuro con crecientes niveles de igualdad y calidad democrática y republicana. Un futuro de solidaridad y austeridad compartida, con una ética ciudadana de valores comunes.

Segundo, sólo será posible avanzar en esa dirección desde una adecuada comprensión de la realidad, de la identificación rigurosa de los retos que enfrentamos, y especialmente de los asuntos que son claves o estratégicos, y que pueden desencadenar procesos virtuosos.

Estos asuntos estratégicos son las inequidades al inicio de la vida; los rezagos en la educación media; las carencias en términos de productividad y generación de empleo de nuestra estructura productiva y su sostenibilidad; la segmentación socioterritorial, el hábitat y la vivienda; la convivencia ciudadana y la violencia (intrafamiliar y en el espacio público); la presencia de una cultura individualista y consumista.

Tercero, en el período de gobierno 2020-2025 será necesario y urgente actuar sobre estos asuntos claves con orientación estratégica y prioridades definidas. Para ello la agenda política frenteamplista para un nuevo período de gobierno debe afirmar las siguientes prioridades: universalizar la atención en la primera infancia sobre la base del desarrollo del Plan CAIF; alcanzar la universalización del egreso de la educación media, posibilitando el acceso a múltiples opciones de formación terciaria; desarrollar políticas de vivienda y urbano-territoriales orientadas a la erradicación de la marginalidad y la reducción de la fragmentación social; impulsar la transformación productiva aumentando el empleo y su formalidad, la productividad y la sostenibilidad; desarrollar la economía intensiva en conocimiento; promover formas de vida más solidarias y comunitarias; fortalecer la democracia sobre la base de las más amplias libertades, el pluralismo, el respeto de la institucionalidad republicana y una ética del servicio público; proporcionar las mayores posibilidades para un desarrollo autónomo y pluralista de la sociedad civil. Se trata de una gran tarea política que requiere decisión, priorización en la asignación de recursos y gestión púbica de calidad, articulada y transparente, alejada de toda práctica corporativa y profundamente solidaria.

Renovación del acuerdo político

El FA tiene capacidad para realizar esa tarea, pero para ello debe salir de la zona de confort como partido de gobierno, superar inevitables burocratizaciones, renovarse y revitalizarse en sus estructuras orgánicas, en las modalidades de funcionamiento, en los mecanismos de toma de decisiones, en su práctica política, en los vínculos con la sociedad, reafirmando su carácter de fuerza amplia y plural, respetuosa de las identidades ideológicas de los partidos, grupos y personas que lo integran, sustentada en acuerdos políticos, programáticos y estratégicos entre sus distintas corrientes de pensamiento.

Renovación de los liderazgos gubernamentales

En las distintas esferas y niveles de gobierno se requiere un estilo de liderazgo renovado, con sólidas convicciones democráticas y republicanas, con conocimiento y compromiso, un liderazgo humanista abierto al diálogo con todos los sectores políticos y con la sociedad civil, en todos y cada uno de los puntos del territorio nacional, capaz de construir amplios acuerdos detrás de los grandes objetivos nacionales.

Para finalizar, si la política es acción inteligente al servicio del bien común, de los seres humanos reales, “del que está ahí: en la calle o en el campo, en el jardín de infantes o en la silla de ruedas del hospital, en el presente y en el futuro” al decir de Juan Pablo Terra, se requiere especialmente el involucramiento de quienes nunca han participado políticamente, de los desencantados y de los indecisos, de quienes sientan que es posible construir entre todos, con solidaridad, un futuro como el que aquí se propone, acción política a realizar en el marco de las más amplias libertades, del más extenso pluralismo, de la más sólida democracia, pues sólo en democracia es posible construir una sociedad con más libertad, más igualdad, más solidaridad.

* Dirigente del Partido Demócrata Cristiano y uno de los impulsores de la Izquierda Cristiana en el Frente Amplio.