¿Te fuiste de vacaciones y ya volviste? ¿Aún te falta para empezar la licencia? ¿Necesitás guardar días para mediados de año porque calculás que en algún momento del invierno el energúmeno de tu vecino, que siempre se olvida de apagar la estufa de supergás, va a provocar un incendio en el edificio y vas a tener que dedicar varias semanas al reacondicionamiento de tu apartamento? ¡No te angusties! Disfrutar de una estadía en la ciudad mientras todo el mundo veranea en un balneario es posible. Simplemente hay que seguir estos consejos.

Chequeá siempre el clima en tu teléfono celular. No hay nada más frustrante que estar trabajando mientras afuera el cielo está más celeste que nunca y las calles están bañadas por la generosa luz del sol. Pero, cuidado, a lo mejor en el este está lloviendo a cántaros y hace tanto frío que la gente prefiere guardar la leche del lado de afuera de la puerta de la heladera. Pensá en eso y la frustración no será tan grande. También es aconsejable tener un mapa con los nombres de tus compañeros de trabajo y la playa en la que están, para poder visualizar mejor la situación en la que se encuentran los pobres diablos.

Desarrollá actividades que sólo se pueden hacer en la ciudad. Sí, también puede pasar que en los balnearios el clima esté ideal y la mayoría de tus amigos se encuentre disfrutando de baños de mar y siestas debajo de un árbol. Pero ¿ellos pueden mirar el partido de la sub 20 de Uruguay en 18 de Julio, parados frente a la vidriera de una tienda de electrodomésticos y acompañados por un cuidacoches venezolano que por primera vez en su vida está presenciando un partido de un deporte que no sea béisbol? ¡Claro que no! Dejá de envidiarlos. ¡Son ellos quienes tienen que envidiarte a vos!

Comprá ofertas en el supermercado. Existen pocas cosas tan lindas como llegar de la playa de tardecita y prender el fuego para el asado con un whiskicito en la mano. Lo único que puede empañar la magia de este momento (y seguramente lo haga) es el recuerdo de la fortuna que costó en el mercadito del balneario esa tira de asado y ese par de chorizos que van a desaparecer en poco más de lo que le lleva al cuñado del infeliz que pagó esfumarse a la hora de hacer las cuentas. Vos, mientras tanto, estás disfrutando del tercero de los cuatro potecitos de crema que compraste al precio de dos. Y, cuando termines, vas a ver el DVD de la remake de Flashdance por el que pagaste apenas 49 pesos. ¡Una noche buena, bonita y barata!

Abusá de la tecnología. Hay una idea instalada de que durante las vacaciones no se debe estar todo el día navegando en internet y mirando televisión. Esto lleva a que los veraneantes se debatan entre aburrirse mirando los árboles o revisar los portales de noticias sintiéndose culpables por ello. ¿Qué hay de malo en informarse un poco sobre los últimos acontecimientos en Siria? Nada, pero se sabe que la moralina no se toma vacaciones. Pasar nueve horas diarias disfrutando las bondades de la hiperconectividad puede ser un excelente bálsamo para la herida que se abrió cuando el de finanzas lanzó la frase “en enero nos vamos dos semanas a Playa Verde”.

Visitá al dermatólogo. Cuando este profesional del cuidado de la piel te pregunte qué te llevó a consultar, mentile y decile que te descubriste algunos lunares con fea pinta que te preocupan. Cuando te informe que está todo bien y que son completamente normales, acordate de tus compañeros de trabajo que están tirados en la playa a la una de la tarde, cultivando un cáncer de piel que, cuando se lo diagnostiquen, les va a hacer cuestionarse seriamente si no fue un poco osado de su parte haber comprado protector solar factor 25 en lugar de 40 para ahorrarse unos mangos. Recordá que no hay ninguna canción según la cual lo que no debe faltar en la vida es sol, dinero y amor.