Si entre los murmullos de Pedro Páramo Juan Rulfo despliega una capacidad monstruosa para crear escenas y personajes, dando forma a sentimientos y estados de ánimo que sólo pueden sobrevivir y tener sentido allí, en su mundo (en el que la ficción se instala como el mayor recurso para hacerle gambetas a la precaria condición humana), en Dados tirados también se suceden tragedias personales, conflictos familiares y buenos tiempos, hasta que todo se resquebraja por dentro. Y si en la novela del mexicano los fantasmas, los silencios y las voces eran signadas por el hambre y la violencia, en esta obra se articulan a partir de una coral fábula rockera, que transmite antes de explicar, y que apela a muchos clichés del rock and roll inglés de los 60 para ir más allá y proponer una encendida versión local.

Con referencias a míticas bandas que animaron el paisaje sonoro de esos años, en los que la escena inglesa hervía de música, este primer unipersonal del director y dramaturgo Anthony Fletcher, protagonizado por Luis Pazos, se compone a partir de logradísimos desplazamientos, desde los que se crean atmósferas concéntricas que, finalmente, conquistan la historia: Andrés es un exitoso conductor de televisión con ansias de éxito y muy funcional al modelo burgués promedio, pero una cuota de azar le distorsiona el esquema de buenas oportunidades que, indefectiblemente, decanta en un apagado happy ending. Ofelia (o Cordelia) es una groupie-musa sensual y hechicera que celebra su sexualidad reiventándose, feliz de juguetear con los tabúes, las drogas y el alcohol, y Sedley es un viejo rockero que la sigue con recurrente exuberancia, invirtiendo el paradigma y preservando su dignidad rebelde.

Entre aguafuertes rockeras, música, peleas y cruces imprevisibles, Luis Pazos desafía la gravedad con una camaleónica capacidad de interpretación, dejando fluir la historia y apropiándose de los pensamientos, fantasías, realidades y evocaciones con una crudeza y precisión sorprendentes. Entra y sale de los personajes con una fuerza salvaje, entrega un monólogo que rompe con la linealidad del relato y es capaz de derribar cualquier artificio; incluso se convierte en un signo de interrogación social.

En medio de un logrado espacio escénico (Lucía Acuña y Claudia Sánchez), y con la corporalidad de la ambientación sonora (Martín Buscaglia), Dados tirados es capaz de inquietar y seducir con sus arrebatos y con su indagación cómplice y festiva de la tragedia; desde esa estética de la insurrección, Andrés comienza de nuevo, se arriesga a la alienación y, en la búsqueda de su destino, despliega un poderoso acontecimiento que agudiza los sentidos.

Dados tirados, de Anthony Fletcher. Con Luis Pazos. Hoy y mañana a las 22.30 en la sala Verdi (Soriano 914), teléfono 2901 7453. $ 450. 2x1 para Comunidad la diaria. Capacidad limitada de 25 espectadores.