Antes de ser uno de los autores dramáticos más representados en Alemania, Roland Schimmelpfennig (Gottingen, 1967) se dedicó al periodismo en Estambul, estudió dirección teatral en Múnich, y trabajó como dramaturgo, autor y director artístico de varios teatros. Desde hace un tiempo, comenzó a ser adaptado en el extranjero (en más de 40 países), la editorial Fischer Taschenbuch editó sus textos, y su primera novela fue finalista del codiciado premio de la feria del libro de Leipzig.

Solsticio de invierno es la segunda de sus obras que llega a Uruguay, dirigida por Jorge Denevi. Con el eco del resurgimiento de la nueva derecha europea, Solsticio propone una inquietante premisa: ¿qué sucede cuando el nazismo se filtra por otras vías que no son las habituales, o en modalidades imprevistas?

En el caso de esta historia, el mal embiste desde la figura de un veterano, en una víspera de Navidad: la pareja dueña de la casa a la que llega es de artistas (ella cineasta y él escritor), y la puesta se pregunta cómo la familia terminará apoyando su posición, casi sin notarlo.

Veo que Schimmelpfennig es un autor representadísimo, ¿cómo llegaste a él y a esta obra en particular?

Conocía muy lejanamente al autor. Sabía que sus obras tenían gran éxito en Alemania, pero como yo no sé alemán dependo de traducciones a nuestro idioma o, como en el caso de Solsticio de invierno, al inglés. Leí las críticas de Londres cuando se estrenó allí, porque es algo que hago habitualmente. No sólo eran muy elogiosas, sino que, al conocer la temática que planteaba, me di cuenta de que era algo que me inquietaba en ese momento. Pedí el libro y me impactó. Hacía mucho que no leía una obra así. Desde el momento en que la conocí supe que la iba a poner en escena. El autor parte de una idea inquietante: ¿qué pasa si el nazismo no aparece en botas, uniformes y con esvásticas? ¿Si se pone traje y corbata y se presenta con modales agradables? Schimmelpfennig no habla sólo sobre el nazismo sino sobre nosotros. Sobre nuestra indiferencia.

¿Te sorprendió algún tratamiento específico de Schimmelpfennig en esta obra?

Formalmente es extraña y subyugante. A veces toma forma de novela y, a veces, de cine. De hecho, tiene mucho de cine. Todo contribuye a que el espectador piense en lo que pasa. A veces es una especie de súper [Bertolt] Brecht, porque, a priori, parece difícil que el espectador siga la acción con un actor relatando la escena que está haciendo, y, a la vez, actuándola, entrando y saliendo. Lo que me parece notable del autor es que a partir de los cinco minutos esa forma de relato se hace imprescindible.

Siempre reconocés que tu forma de dirigir es actuar (interiormente) junto al que interpreta el papel; ¿en este proceso seguiste tus modos habituales de llevar los ensayos, o el texto impuso sus premisas?

Todos los textos te obligan a modificarte, a salir del lugar dónde estás más cómodo. Es un ejercicio cotidiano. Pero con Solsticio de invierno me tuve que extremar. Antes de comenzar había pensado en una puesta en escena totalmente diferente, pero al estar en escena con los actores el texto me fue cambiando. Y me gustó. “¿Yo soy capaz de hacer esto?”, me pregunté más de una vez. En definitiva, creo que lo que hago es distinto, y finalmente me sentí más libre que nunca. Pero mi relación al dirigir a los actores no cambia.

Leí que está inspirada en Josef Mengele, ¿es así?

No se sabe muy bien. El autor borra las huellas, pero están todos ellos. Los que escaparon y sus descendientes. Los que siguen por ahí. Pero lo más interesante es buscar los rastros en los que están. Los que conocemos y están apenas pasando la frontera. Los que tenemos aquí y festejaron los triunfos de esos. Los que esperan tranquilos con las consignas que te ponen la piel de gallina. “El nazismo golpea a nuestras puertas” tituló su crítica el diario The Guardian.

Es una obra en la que resuenan los ecos del neofascismo europeo, y de la hegemonía que empieza a tener cada vez más fuerza en algunos países de la región. ¿Cómo interpela al público uruguayo el peligro de esos discursos solapados?

El partido Alternativa para Alemania obtuvo 12,6% de los votos en las elecciones de 2017. Suecia, Holanda, Dinamarca y Alemania, pese a estar entre las naciones más ricas del planeta, están sufriendo los crecimientos más altos de los partidos neonazis. Si un candidato [uruguayo] fue a festejar en la frontera, banderas al viento, el triunfo de [Jair] Bolsonaro, quiere decir que aquel título de The Guardian podríamos hacerlo nuestro.

¿Seguís creyendo que a los dramas hay que “hacerlos como si uno los viviera con alegría”?

Y a las comedias hay que encontrarles el lado dramático. Es la única manera de encontrar los perfiles verdaderos a lo que uno pone en escena. Aunque hay veces, como en Solsticio de invierno, en el que hay que hacer grandes esfuerzos.

Solsticio de invierno, de Roland Schimmelpfennig. Dirigida por Jorge Denevi. Con Pepe Vázquez, Ileana López, Valeria Ferreira, Till Silva, Gustavo Antúnez y Emilio Pigot. En el Teatro del Anglo los sábados a las 21.30 y los domingos a las 19.30. Entradas: $ 450. Estudiantes y jubilados $ 300, 2x1 BROU.