El nombre de Jimena Márquez es híper reconocido en el mundo del carnaval. Es dramaturga, directora, letrista, murguista, humorista, actriz, puestista. Durante años fue figura de los humoristas Cyranos en dupla con Jimena Vázquez, pero este año el conjunto no participa en el Concurso Oficial de Carnaval.

Este año escribió para tres agrupaciones y también hizo una puesta en escena. No pensaba salir en carnaval. Sin embargo, pocos días antes de que terminara 2021 le propusieron sumarse como integrante del coro y cupletera en Queso Magro, colectivo del que ya formaba parte como letrista, y aceptó. Así, tras siete carnavales sin subir a los tablados con una murga (la última vez fue con La Gran Muñeca en 2014), Jimena Márquez volvió.

¿Cómo estás viviendo este carnaval? ¿Qué devolución están teniendo el espectáculo y, en particular, tu personaje de la senadora Graciela Bianchi?

Tremendo. Ahora aflojó un poquito porque pasó la primera bomba, pero los primeros días después del Teatro de Verano fue tremendo. Todos los canales de televisión, todas las radios. La respuesta de ella en Twitter. Se armó tremenda bomba con el cuplé, pero eso retroalimentó positivamente a la murga, le dio mucho apoyo popular, fue re positivo. Es un carnaval tremendo para Queso Magro, con pila de repercusión.

En la segunda rueda del concurso hubo mechas en el cuplé de Graciela. El teatro respondió muy bien al espectáculo.

Lo que pasa es que Graciela Bianchi da mucha letra, le tendríamos que pagar una parte de Agadu [se ríe], porque ella no para de expresarse, tiene esa personalidad. El cuplé lo hacemos en todos los escenarios, es un tipo de cuplé que una vez pasado el efecto sorpresa puede caer, entonces yo estoy a la orden del día probando una mechita acá, una mechita allá. En cuanto a la murga en sí, la primera rueda fue genial, ya arrancamos bien, pero la segunda fue súper explosiva. A mí misma me sorprendió muchísimo: no es que aplaudieron al final del cuplé, entró Bianchi y se vino abajo el teatro y yo dije “¡guau!”. Había una respuesta enorme, hasta una espera. También pasó con la murga apenas terminó su presentación.

Volviste al escenario con una murga después de años. ¿Qué se siente?

Para mí la murga es todo. Me acerqué al carnaval por la murga, a través de Murga Joven, como la mayoría de la gente. De niña me encantaban las murgas y siento que son el corazón del carnaval. Circunstancialmente me tocó transitar en otra categoría, me encontré un grupo divino, Cyranos, que fue como mi casa y me quedé muchos años ahí, me encantaba el grupo humano y la forma creativa, todo, pero volver a la murga fue un impacto emocional muy grande para mí.

Y en Queso Magro, donde sale también Luz Viera, están en familia.

Obvio. Yo ya era parte del grupo, hace tres carnavales que estaba en Queso Magro escribiendo. En realidad, la invitación que me hicieron para salir los tres compañeros que escriben conmigo vino por el lado humano, tuvo que ver un poco con que Luz, mi compañera, sale en Queso Magro y este año está embarazada; en julio vamos a ser mamás. Hacer carnaval con ella, acompañar el embarazo desde el escenario, estar ahí por las dudas, poder estar cerca fue una posibilidad re linda para mí también. Más allá de lo artístico, transitar el carnaval al lado del embarazo es otra cosa y está buenísimo para Luz también, nos da otra tranquilidad.

¿Cómo fue el cambio de escribir para que otras personas lo representen a ponerle el cuerpo y la voz a eso que habías escrito?

Son dos procesos distintos. En los carnavales anteriores me juntaba mucho con el equipo de letras [de Queso Magro], pero no podía ir tanto a los ensayos porque yo salía en otro conjunto. Después lo ves concretado por otras manos, por otras personas; igual siempre me encantó lo que vi, pero otra cosa es estar ahí. El cuplé de Bianchi, por ejemplo, lo escribí por joder, no para hacerlo. Cuando lo escribí fue porque se me ocurrió que estaba bueno, me bajaron las ideas, lo escribí en una tarde y ya lo presentaba en escena. Cuando escribo me imagino mucho la escena. Entonces, cuando surgió la invitación [para salir] fue: “¿Por qué no subís y hacés el cuplé?”. Fue la posibilidad de ponerle el cuerpo y que se pareciera tal cual a lo que había imaginado. Fue genial.

Me comentaste en otra oportunidad que trabajaron todo el texto para sacarle los masculinos genéricos.

Lo habíamos escrito sin pensar en eso y estaba bastante plagado de generalizaciones en masculino, cosas que tenemos mal naturalizadas. Un día traje la propuesta de tomarnos el trabajo de hacer ese cambio e intentar que no nos quedara ninguna generalización en masculino. Fue un viaje, fue difícil porque hubo que buscar giros lingüísticos, nos cambiaba la rima, para cambiar una palabra había que cambiar una estrofa y más para atrás. Algunas cosas perdían sentido, algunas cosas se fueron, otras se modificaron. Al principio fue raro, nos costaba acostumbrarnos a cantarlo, después se naturalizó. Igual es tan difícil sacarnos eso de arriba que, a medida que pasan los tablados, encuentro que se nos escaparon algunos. Yo revisé todo el libreto, lo marqué con amarillo, lo traje, lo cambiamos, y todo está tan arraigado que a veces hasta pasa sin que lo sientas.

Tenían todo el espectáculo escrito cuando decidieron esto.

Todo, todo.

¿Hubo un planteo previo a toda la murga sobre el cambio? Porque tuvieron que aprender de nuevo partes del texto.

Sí, obviamente. Todo el mundo estuvo de acuerdo. Fue tedioso a nivel de trabajo porque al cantar se te meten las cosas en la memoria de otra manera, es como que se graban a fuego, y es re difícil correrlas de donde ya se instalaron, pero nos pareció un movimiento importante, sobre todo en este carnaval tan particular, tan marcado por temáticas de género, como Varones Carnaval. Valía la pena tomarse el trabajo. Yo ya no me sentía cómoda cantando en masculino.

¿Cómo está siendo este primer carnaval después de Varones Carnaval?

Es un tema de conversación en el club, en el ómnibus, con mis amistades, está todo el tiempo presente, también en las notas. [Estoy] re tomada por el tema. Siempre se convoca, está ahí. Yo justo estoy en un grupo que no tiene ningún denunciado y es recontra amoroso en el trato hacia nosotras. Somos cuatro mujeres en el equipo arriba del escenario y un montón de mujeres abajo que nos acompañamos. Siento pila de cambios positivos en el aire, en el trato de todo el mundo, de los compañeros, de la prensa, de los tablados. [Hay] otro cuidado para hablar, para dirigirse a las mujeres. Por otro lado, siento algunos territorios con movimiento nulo, como que sopla un viento de cambio fuerte, pero en algunos lugares no prendieron ni el ventilador. Lo primero que me da eso son ganas de conversar. Lo he conversado con colectivos que tienen algún denunciado en escena, he preguntado cómo ha sido el proceso, cómo se ha tomado la decisión, como lo viven las mujeres. También lo siento a nivel de la prensa, todos me hacen la pregunta a mí y a mis colegas mujeres por Varones Carnaval, pero no a los varones, eso me llama la atención. Yo estoy invitando a la pregunta. Me gustaría que a un grupo que decidió salir con varios denunciados en escena se le pregunte, intentar entender por qué o cómo se llegó a esa decisión. Quiero escuchar antes de conjeturar. Pero hay una barrera que todavía no se rompió. Necesito que les pregunten.

¿Cambió algo a nivel de discurso sobre el escenario?

Está súper presente el tema a nivel discursivo y también en acciones, como los conjuntos de siempre con más presencia femenina. Ni que hablar de los conjuntos nuevos que entraron, que provienen de Murga Joven, como Mi Vieja Mula y A la Bartola, con mujeres en roles decisivos, con directoras escénicas, con mujeres en la batería, con una conformación mucho más mixta. Me encantó la canción de Mi Vieja Mula respecto del tema de Varones Carnaval. Es impactante, muy valiente, muy desafiante, y me llamó muchísimo la atención. Lo aplaudí y hasta me emocioné.

En años anteriores muchas murgas integradas exclusivamente por varones cantaban sobre la violencia de género. Esta vez parece haber cambiado eso.

Es verdad. Igual vi un par de conjuntos de conformación 100% de varones que cantaban alguna canción sobre Varones Carnaval, eso me llamó la atención. No me parece que esté mal, no lo juzgo para nada, pero veo que tampoco se hizo un movimiento en ese grupo, no se abrió un espacio para una mujer en ese escenario. Es raro escuchar al coro masculino cantando sobre eso. Yo soy más de las acciones que de los discursos. Me podés cantar muchas cosas, pero si no veo el movimiento, me da igual lo que me estás cantando. Ese análisis también lo hice en algún momento.

Además de Queso Magro, trabajaste con otros conjuntos este carnaval.

Escribí todo el espectáculo de Valores de Ansina, que está divino. Me encanta, estoy enamorada de esa comparsa y ese espectáculo, que es con historias reales de la gente de la comparsa; se llama Persona. Las historias surgieron de talleres que se hicieron con toda la comparsa antes del primer confinamiento y son personales, de momentos de la vida en los que nos sentimos en una situación de discriminación. Con eso se armó el espectáculo, que está divino, re emocionante. Después completé con Mathías Iguiniz el texto de Araca [la Cana], que ya estaba bastante escrito por Catusa [Silva], que falleció. Estuve completando los agujeros de este texto. También haciendo la puesta en escena de Diablos Verdes. Toda esta cantidad de cosas porque yo no iba a salir en carnaval [se ríe].

¿Qué desafíos te presentó escribir el espectáculo de Valores de Ansina, que habla sobre racismo, sin haberlo sufrido?

Me metí en un tema que me interesa; tuve que estudiar un montón, tuve que charlar muchísimo con la gente de la comparsa, ponerme en su piel, entender la vivencia, ir todo el tiempo cotejando como nunca. Escribía una escena y cotejaba con la comunidad afrodescendiente que mayoritariamente integra esa comparsa: si estaba bien lo que había puesto, si no tenía una terminología errada, si no se podía malinterpretar. Aparte hay pila de posturas respecto de la palabra “negro”, se abre un abanico interminable de cosas muy delicadas, pero me parecía que estaba buenísimo entrarle. Cuestiono muchísimo el hecho de que hay muy pocas personas afrodescendientes letristas de carnaval, encargadas de la generación de contenidos, incluso en las comparsas. Yo soy una persona blanca que brinda un espectáculo sobre microrracismo en una comparsa integrada mayoritariamente por personas afrouruguayas. Hasta podríamos cuestionar ese movimiento, pero sé que fue sincero, sé cómo me involucré con esa comunidad y cómo me fueron también educando en el tema, y aprendí un montón.

¿Y cómo fue terminar un texto que había empezado otro letrista, en este caso, Catusa Silva?

Siempre es un trabajo interesante. También, con todo el respeto que Catusa merece por su historia en el carnaval, es un estilo muy distinto al que yo suelo habitar o en el que me siento cómoda. Cuando me ha tocado trabajar para conjuntos emblemáticos, que portan una historia y una manera de ser y de decir, es un trabajo interesante de adaptación. Nunca me sentí muy cómoda con decir “bueno, que Araca se adapte a mi estilo”. La necesidad es al revés. Es un trabajo difícil, pero no deja de ser interesante. También es una faceta distinta de la expresión escuchar cómo es la historia de un colectivo, qué necesidades tiene, qué tipo de expresividad maneja o necesita, e intentar ingresar en ese lugar.

El carnaval también está atravesando cambios debido a la pandemia, los protocolos sanitarios. ¿En los tablados populares se acerca la gente a conversar, hay un intercambio?

Recién ahora, hace un par de días, nos están dejando bajar entre la gente. Antes estaba todo vallado. Ahora volvió lo de la foto, lo del video, un poco más de encuentro. En la segunda rueda del Teatro también pudimos bajar; no podías parar porque hay una multa o sanciones. Tenés que llegar al pedregullo y seguir para afuera de las vallas. Se siente la falta de ese calor, de ese encuentro. Antes demorabas en irte del tablado porque la gente te saludaba; eso no está mucho ahora. No porque no queramos, sino porque no nos dejan mucho.

Queso Magro está este sábado en el Monumental de la Costa, en el tablado César Gallo Durán, en la plaza 1° de Mayo, en el Velódromo y en el anfiteatro Canario Luna. El domingo, en el Museo del Carnaval.