Un proyecto de país que pretenda ser popular deberá impulsar una nueva política respecto de la tenencia de la tierra. De alguna manera se debe pensar en superar el impulso neobatllista que llevó a la creación del INC.
En unos meses, cuando se vote el referéndum para derogar la LUC, habrá una posibilidad de cambiar varias de las políticas que hoy están incidiendo en nuestra realidad cotidiana.
Intercambiar, conocer, discutir, ese es un trabajo de los que quieren cambiar la realidad para que uno pocos no sigan acumulando cada vez más. Y esto es ejercer la democracia, no cada cinco años, sino día a día.
¿Será por este motivo que los gobernantes están cuestionando y ninguneando de manera sistemática las ideas opositoras? ¿Será que perciben que la oposición a sus políticas gana seguidores y que van por camino al desbarranque?
La región comenzó una multiplicación de movimientos y estallidos sociales que, lejos de ser parte de organizaciones terroristas, responden a la opresión de un sistema que se vuelve cada día más crudo con millones de personas.
Las pésimas decisiones del gobierno están llevando a que medio centenar de uruguayos mueran todos los días. No perdamos tiempo en temas que imponen en la agenda estas usinas de los sectores dominantes.
Con las cifras disponibles en materia de recolección de firmas se puede hablar de un nuevo hecho histórico producido y ejecutado por el movimiento popular uruguayo.
Para Agamben (y su pléyade), el origen de todo lo que está ocurriendo es una simple gripecita (como afirmaron Bolsonaro y Trump). Y esta gripe funcionaría como excusa o “pretexto ideal” para controlar a la humanidad.
Liberaron a las intendencias, a los centros educativos, a la misma población, para que decidieran y “manejaran” sus perillas según su saber y entender. Es una convicción que sostienen a capa y espada los gobernantes.
Esta terrible crisis juega y conecta con los procesos subjetivos contemporáneos, fomentando el individualismo a través del no compromiso con actividades que no dejen un placer inmediato.
Este cuervo embaucador pretende responsabilizar a otros de algo que realizó durante varias décadas: brindar apoyo al proceso autoritario anterior al golpe de Estado y durante la misma dictadura.
Este 5 de febrero se cumplen 50 años de la fundación del Frente Amplio. Como siempre sucede, este acontecimiento puntual tiene una larga historia o antecedentes a tener en cuenta para intentar comprender el fenómeno.
El retroceso que implicarán las nuevas políticas, además de tener consecuencias materiales nefastas, puede ahondar en la consigna ideológica central de nuestra época: la desideologización y la despolitización.
Es imprescindible imaginar y proyectar el después del referéndum contra la LUC. Y también es urgente ampliar la coordinación y las acciones para detener el ajuste y el avance conservador represivo.
Con los acontecimientos vividos en estos últimos tiempos se debería evidenciar que lo único importante para el proyecto del capital son las ganancias y para ello no importa cómo se obtendrán.
Esa continua necesidad de apelar a los resultados en las urnas es un elemento clave que demuestra cierta debilidad a la hora de convencer a toda la población.
Los grupos racistas, clasistas, colonialistas fueron derrotados por un movimiento popular que ya no soporta la humillación y el desprecio de unos pocos que se creen superiores.
En Uruguay siempre existieron grupos y personas que defendieron los hechos acaecidos en los 60 y 70 del siglo pasado. Hoy se constituyeron como un bloque que defiende abiertamente la impunidad.