Como buen reducto temático, el Hard Rock Café es un paraíso de fetichistas, con más de 60 piezas de memorabilia en apenas un restaurante. La primera franquicia en Uruguay abrió de improviso el miércoles de noche, sin hacer campaña más que en las redes sociales.

Ubicado frente al puerto del Buceo (detrás del edificio Forum, en diagonal a la marisquería El Italiano), el local de dos pisos se montó de cero; en agosto empezaron las obras. Allí cerca, en Kibón, hace unos meses hicieron la primera actividad pública, una feria de trabajo para elegir colaboradores, y el jueves fue el primer día entero operativo, indica Juan Frick, gerente de marketing y eventos.

Quienes hayan visitado alguno de los otros Hard Rock que hay en 74 países tendrán presente esa atmósfera nocturna, de boliche, que generalmente tienen a cualquier hora. “Están todos bastante estandarizados en el estilo; este es el último café, por tanto está un poco más moderno, tiene elementos más lineales, no tan cargado como los demás, pero sigue manteniendo la esencia”, aclara Frick.

“Tenemos piezas importantísimas de diferentes artistas en el mundo, así que en eso no defraudamos, pero sí quizás es más sobrio que los demás cafés. Entiendo que es un cambio que se está haciendo a nivel de Hard Rock; están siendo un poco más despejados que antes, tienen colores más neutros”.

El lugar está equipado con 220 plazas en 750 metros distribuidos en dos pisos: en el primero están la barra, cuyo techo está decorado con teclas de piano, el escenario, donde la idea es impulsar la participación de bandas emergentes, y parte del salón, con el denominado Rock Shop, la tienda de souvenirs. Luego de subir la escalera, en el segundo nivel están la cocina abierta y la parte más grande de salón, todo vidriado, frente al puerto del Buceo. Esto incluye el VIP, que puede albergar hasta a 30 personas para eventos privados y corporativos. Además, cuenta con una terraza al aire libre.

El menú tiene ADN norteamericano: una selección de Hamburguesas Legendarias (un nombre que es marca registrada), el Hickory Smoked Ribs o el New York Strip Steak. Entre las entradas se encuentran la cobb salad, los nachos y su clásica Caesar. De los postres destacan la Oreo Cheesecake y el Fresh Apple Cobbler. Vale decir que el local cuenta además con una carta especial de comidas sin sal.

En la tienda se puede encontrar la mercadería clásica del café, su línea textil –remeras, buzos, musculosas–, cristalería, y los pins, objetos de colección que en cada Hard Rock son diferentes porque tienen que ver con la ciudad que representan: en Montevideo hay un pin de la escollera Sarandí y otro de la catedral.

Dentro de la memorabilia por el momento no tienen aportes de músicos uruguayos, aunque están intentando incorporarlos, porque “parte del espíritu de Hard Rock es empatizar con la cultura local”. Pero sí se puede admirar piezas de artistas internacionales, en esa especie de vidriera del acervo de esta cadena iniciada en 1971, que rota aproximadamente cada siete años por los distintos locales. Aquí hay una camisa de Prince, un gorro de Michael Jackson, un corset de Madonna, un colgante de Jimi Hendrix, una cigarrera de Janis Joplin, guitarras de REM, Nirvana, Black Sabbath, un micrófono de The Who, un brazalete de Slash...

Las adquisiciones de este “museo itinerante del rock” son mayormente donaciones de los propios artistas, desde parte de su guardarropa hasta instrumentos, aunque también se hacen compras en subastas. Se trata de objetos valiosos, por tanto, asegurados. “La guitarra de Nirvana, uno de los objetos insignia que tenemos, es una Fender firmada por los tres integrantes. La camisa de Prince hasta está manchada: así como se la sacó en un show la entregó y se enmarcó, igual que los championes de Eminem, que son los que usó durante el show de River. Todos tienen una historia importante y se intenta mantener el estado original de la pieza”, dice Frick.