“Hace años que digo que hay muchísimas propuestas adrenalínicas. Tenemos superabundancia de cosas para elegir, para agitarnos aun más. Pero mi propuesta es todo lo contrario, súper minimalista, bajo los conceptos de simple, poco y tranquilo”. Así habla Gustavo Ripa cuando describe su proyecto solista, que ya ostenta tres discos en las bateas. Los títulos no dejan lugar a dudas de sus intenciones artísticas: Calma (2010), Más Calma (2012) y Calma 3 (2014).

En esta trilogía solista, Ripa, que supo formar parte de colectivos musicales de la talla de Canciones para no dormir la siesta y Rumbo, toma su guitarra y versiona canciones clásicas del vasto abanico que conocemos como “música popular uruguaya”. El resultado son piezas instrumentales que desnudan los temas originales y muestran todo el esplendor de las melodías vocales, que pasadas a la guitarra toman otro color y ayudan a redimensionarlas.

En “Por ejemplo”, de Fernando Cabrera, se desprende como nunca que la melodía está conformada básicamente por una misma nota, que insiste como las gotas de recuerdo con las que se riega el tiempo. Cuando se elimina la letra de una canción —la única pata de clara representación— aflora como nunca la voluntad que hay en ella, la esencia y su sentimiento. Así las cosas, en “Vientos del sur” —original de Dino— hay aroma a melancolía desde la primera nota, y también en el sutil tarareo que se manda Ripa para acompañar.

Pero no todo son versiones. Ripa también compone, y muy bien. “SimpleMente”, el tema que cierra Más calma, es una pieza con ritmo de serranera adornada con el canto de aves. Allí se construye una atmósfera plácida con peldaños de notas arpegiadas que retumban como destellos del amanecer.

SimpleMente también es el nombre del espectáculo que brindará Ripa en el Castillo Pitamiglio (Rambla Mahatma Gandhi 633), mañana y el 28 de mayo, a las 18.00. El toque tendrá tres momentos. En el primero marcarán presencia los cuencos tibetanos, que son —escribiendo mal y pronto— una especie de ollas de distintos tamaños, fabricadas con una aleación de varios tipos de metales, que suenan de forma similar a una campana.

“No son instrumentos musicales en el sentido de que se utilicen para hacer música, sino que se usan más en la musicoterapia. Yo no entro en ese terreno. Los utilizo para generar determinados climas y sensaciones que sólo los cuencos producen. No conozco otros instrumentos que lleven a la persona a ese estado de calma y de tranquilidad. De alguna manera, una cosa trajo a la otra, porque toqué los cuencos varios años, y eso me llevó a transitar una atmósfera parecida con la guitarra”, explica Ripa.

El segundo momento del espectáculo tendrá una selección de temas de la trilogía Calma, y el tercero y último estará dedicado a los adelantos de SimpleMente, el próximo disco de Ripa. Si bien todavía no está redondeado, el guitarrista se anima a contar que se tratará enteramente de composiciones suyas —e instrumentales —, en las que además de las infaltables seis cuerdas, habrá un cuatro venezolano y otros instrumentos. Y aunque no tendrá versiones de clásicos, el nuevo disco seguirá la misma línea estética. En palabras de Ripa: “Va a mantener la atmósfera de los anteriores: música para la calma, que invite al sosiego”.