Hay combinaciones que suelen ser un mal presagio a la hora de ir hasta el cine: Batman y Joel Schumacher, un videojuego y un guionista de Hollywood sin ideas, la palabra “locademia” y cualquier oficio del mundo. Pero en los últimos años la peor de todas ha sido la película para toda la familia que incluye actores de carne y hueso junto con uno o más bichitos animados por computadora.
Existen numerosos ejemplos de personajes queridos que llegan a la gran pantalla combinando live action y gráficos generados por computadora, con resultados que van desde lo decepcionante hasta lo abominable. Alvin y las ardillas (cuatro veces), Scooby-Doo (dos veces), Garfield (dos veces, la tercera fue enteramente animada por computadora), El oso Yogui o El Pájaro Loco... suficientes como para que se nos ponga la piel de gallina cuando un integrante menudo de la familia manifiesta su intención de que lo acompañemos a verlas.
En 2014, un británico llamado Paul King escribió y dirigió una hermosa excepción a la regla. Paddington adaptaba una serie de libros infantiles publicados en su patria desde la década del 50, centrados en un simpático osito llegado desde el rincón más oscuro de Perú, que era cobijado por la familia Brown. Cada cuento del libro era una aventura del pequeño, que solía resolverse a su favor, o a lo sumo con una gran carcajada colectiva.
Sin haber leído los libros de Michael Bond es imposible saber si la adaptación es correcta; lo que es innegable es la calidad de King para realizar una película inteligente, dirigida a toda la familia pero con suficientes guiños como para mantener entretenidos a los adultos, visualmente muy interesante, pero sobre todo (y esto podría dejar afuera a aquellos que sientan el frío como el señor Curry) una película más dulce que la mermelada de naranja.
Si quisiéramos ser exquisitos, a la historia le falta algo de originalidad. El osito llega a la casa de los Brown y allí hay resistencia a la idea de adoptarlo como miembro de la familia. Mientras comienza a mejorar la vida de quienes lo rodean en base a nuevas acciones, se producirán escenas en las que su desconocimiento desencadena desastres y algún malentendido que provocará la separación del plantígrado y sus humanos. Todo se resolverá de la mejor manera, como suele suceder en esta clase de entretenimientos.
Como ocurrió con los films de Harry Potter, pero a una escala menor, Paddington es un verdadero quién-es-quién de actores británicos. Hugh Bonneville (Downton Abbey) es el señor Brown, mientras que su esposa es interpretada por Sally Hawkins (La forma del agua). Julie Walters (Billy Elliot) es la señora Bird y Jim Broadbent (Moulin Rouge) es el señor Gruber.
Por allí también andan Matt Lucas (Little Britain) y Peter Capaldi (Doctor Who), además de las voces de Imelda Staunton (Vera Drake), Michael Gambon (el segundo Dumbledore) y Ben Whishaw (el último “Q” de James Bond) como el oso epónimo. El papel de la villana está reservado para Nicole Kidman y no desentona ni un poquito.
¿Se acuerdan de los malos presagios a la hora de ir al cine? Hay uno que el séptimo arte arrastra desde que en 1916 se estrenó The Fall of a Nation para currar con el éxito de The Birth of a Nation. Sí, un siglo después, seguimos temiendo a las secuelas. Así que el estreno de Paddington 2 a fines del año pasado asustó a los que habían adorado la primera película.
Nada que temer, señores. Esta secuela sin dudas pertenece al grupo de “iguales o mejores que la anterior” y plantea otra deliciosa aventura para todos los públicos, en esa Londres mágica que incluye antiguos parques de diversiones y una prisión de máxima seguridad. La idea de que un bichito inocente termine encerrado (por un crimen que no cometió, claro) junto a criminales de la peor calaña era arriesgada, pero King, esta vez ayudado en el guion por Simon Farnaby, vuelve a lograr el éxito.
Vuelven las buenas acciones, los vecinos agradecidos (excepto el señor Curry que interpreta Capaldi) y un villano malísimo, que en esta ocasión le toca a Hugh Grant; conocida es su chapa para la comedia y aquí se lo ve disfrutando como loco en el rol de un actor venido a menos que necesita una fortuna para dejar de grabar publicidades de comida para perros.
Con nuevos cameos de caras conocidas de la gran pantalla, una atractiva forma de contar lo que sucede y otra historia tan tierna como entretenida, Paddington 2 es ineludible para aquellos que disfrutaron la primera. Y aquellos que no lo hicieron, sinceramente, no sabemos qué están esperando.
Paddington se encuentra disponible en Netflix, mientras que su secuela todavía anda pululando en la cartelera de cine local. Paul King ya tiene ofrecimientos para encabezar la remake con actores de Pinocho para Disney y una nueva adaptación de Charlie y la fábrica de chocolate.
Aventuras similares
Netflix ofrece varias aventuras animadas de la casa de animación británica Aardman Animation, como Pollitos en fuga (2000), Wallace & Gromit: la batalla de los vegetales (2005), Lo que el agua se llevó (2006) y Shaun el cordero (2015), de calidad variada. En el cine estaba dando sus últimos coletazos El cavernícola, de los mismos productores. En Prime Video está la notable Lluvia de hamburguesas (2009), y dos filmes basados en libros británicos para niños. Uno de ellos está protagonizado por una niñera mágica que llega a un hogar para enseñar lecciones a los más pequeños y mejorar la vida de todos. No, no es esa, sino Nanny McPhee (2005). La otra es Mis pequeños inquilinos (1997), sobre unos seres pequeños que comparten la casa sin nuestro conocimiento.