“Comienzos, comienzos, / cómo odio los comienzos / y esa zona que queda / entre el final de algo y lo que empieza”, canta Alberto Mandrake Wolf justamente al comienzo del álbum que editó el año pasado junto a Los Druidas, que significó un impasse en su carrera con Los Terapeutas. Su nuevo grupo está conformado por Ignacio Iturria (de Croupier Funk) en guitarra, Ignacio Echeverría (de Buenos Muchachos) en bajo y Federico Anastasiadis (de ORO) en batería.
Pero Wolf no debería odiar los comienzos, porque Mandrake y Los Druidas no sólo es El Disco de Rock Uruguayo 2017, sino también un oasis en el desierto del mainstream vernáculo, que parece más volcado al pop para quinceañeros que a otra cosa. La receta es la de siempre, pero hay que saber cocinarla: guitarras eléctricas distorsionadas al frente de la mezcla, punteos sucios y ritmos densos, aderezados con un tratamiento de sonido exquisitamente vintage, sin demasiados aditivos, más algún efecto cavernoso en la voz cascada de Wolf que hace pensar que el disco podría funcionar perfectamente en vinilo (tomen nota, señores del sello Bizarro).
“Hombre rana”, la quinta –y quizá la mejor– canción del álbum, sirve para hacer una especie de biopsia, y el diagnóstico resulta por demás favorable y optimista. Es una fuerte y concentrada dosis de hard rock con pulso blusero que nace con una aguerrida cópula guitarrera, que en los versos descansa para dejar que Mandrake le cante con tono amenazante al “hombre rana”, en un gran ejercicio metafórico de lucha entre dos mundos. “Hombre rana, las tormentas, / las crecidas te apartaron de tu charca. / Regresaste, donde juraste / que nunca más volverías, hombre rana”, dice el estribillo. Y en la coda arremete por el canal derecho un denso solo de Iturria tocado como si hubiera tenido una única oportunidad para demostrar que sabe de qué va la mano y la quiso aprovechar. Es uno de los momentos más rockeros del disco junto con el final de “El camino de la babosa”, una orgía de riffs con olor a Cream y Led Zeppelin.
Mandrake ya ha manifestado más de una vez su gusto por el rock anglosajón (si se permite el pleonasmo) clásico. En este disco queda más claro que nunca, gracias a la canción “Si no me hubieses conocido, nena”, que musicalmente es un pornográfico homenaje a “La Grange”, himno de ZZ TOP (hay apenas una diferencia técnica: está tocado un tono más abajo, pero hasta tiene el mismo repiqueteo de batería al inicio), con un break de bajo solitario y armónica que está en el podio de los momentos más inspirados del disco. La letra de Mandrake también es un homenaje al rock clásico, ya que se pone el traje de macho alfa que le refriega en la cara a una muchacha –una ex– lo importante que fue para ella: “Si no me hubieses conocido, nena, / qué sola que estarías. / El cielo, el mar y las estrellas, / de ti se apiadarían”. Tampoco falta la lascivia expuesta en la vidriera con lujo de detalles: “Sexo anal y cocaína, / era nuestro frenesí, / eso era lo que decías / cuando te conocí”. La combinación de mujer y droga (la dupla más trillada del rock, junto con la de mujeres y autos) es recurrente, ya que en “Un techo de estrellas” Mandrake cuenta la historia de una mujer separada “que se parece a Joan Baez cuando estaba buena”, que vive con tres amigas en una casa grande y en el cuarto “tiene un techo de estrellas, / tiene whisky y tiene merca”.
Si bien en general el disco tiene una llevada más bien lenta –blusera–, hay canciones aceleradas que quiebran el pulso, como la ya mencionada “Si no me hubieses conocido, nena” y “Hacete cargo de ti”, menos de dos minutos de ritmo punk (de hecho, la introducción de batería es similar a la de otro himno de los 70, “New Rose”, de The Damned), en las que Mandrake saca mejor provecho de haberse rodeado con músicos que en promedio tienen 20 años menos que él. Su nueva banda parece haberle dado una segunda juventud y más vitalidad a su música (salvo excepciones, todo el disco –letra y música– fue cultivado por Wolf), como si se hubiera zambullido en la Fosa de Lázaro, cual Ra’s al Ghul rockero.
Los que quieran ser arrastrados por el imparable nuevo tren rockero de Mandrake y Los Druidas se podrán acercar el viernes a La Trastienda, a las 21.00, donde será la presentación oficial del flamante disco. Las entradas están a la venta por Red UTS. Valen $ 480 (numeradas) y $ 380 (generales).