Desde la Isla de Flores, un grupo de investigadores se propone indagar –a través de la mente y el cuerpo– en imágenes que hablen de ciertos estereotipos del cuerpo y la sexualidad. En este recorrido, se cruzan con una historia familiar (verídica) que se desarrolla durante la última epidemia de fiebre amarilla en Montevideo, y con el lazareto construido en la isla, que en su momento recibió a muchos recluidos.
La tundra y la taiga, escrita y dirigida por Sofía Etcheverry e interpretada por Leonor Chavarría, Micaela Gatti, Lucía Persichetti, Franco Pisano, Alejandra García y Gerónimo Pizzanelli, es definida como una puesta “naíf, absurda y musical” que motiva a la imaginación como forma de acceder al conocimiento y que “más que de los opuestos, nos habla del entre, de lo que está en el medio”. En su momento, la dramaturga –que con este texto obtuvo una mención en la categoría dramaturgia en los Premios Anuales de Literatura 2017– reconoció a la diaria que la obra contaba con una perspectiva de género, porque más allá de que en el elenco las mujeres sean mayoría, La tundra y la taiga también reflexiona sobre los modelos de mujer y los modos de ser masculinos a través de la ciencia, el arte y los distintos discursos del siglo XX. “Sin cerrar las interpretaciones, para mí habla sobre la empatía, sobre la capacidad de reconocernos en el otro y de reconocer a ese otro como uno mismo”, admitía.