Ayer comenzó una nueva edición del festival Temporada alta de Girona, un encuentro que surgió en Cataluña en 1992 y que en 2012 decidió sumar a Buenos Aires, dos años después a la sala Verdi y en 2016 también se trasladó a Lima, con la idea de estimular el intercambio y el encuentro, y convencidos de la necesidad de que los artistas se familiaricen con otros métodos de trabajo y otras formas de hacer teatro.

El festival –que se extiende hasta el domingo 10– ofrece obras todos los días: a las 22.30, en el sótano de la Verdi, se presenta Dados tirados, el unipersonal de Anthony Fletcher (director y dramaturgo inglés radicado en Montevideo) interpretado por Luis Pazos. A partir de una historia de fantasmas, esta obra busca explorar la realidad montevideana mediada por “el lente del Londres de los años 60”: se plantea que Uruguay, como otros países del mundo, continúa fascinado por la cultura inglesa de esa época, muy apegada a The Beatles y The Rolling Stones, y a partir de este suceso se pregunta cómo es ese encanto y por qué aún persiste. Andrés (Pazos) es un joven conductor de televisión uruguayo en busca de éxito, y por intermedio de él y otros personajes la obra se propone hablar de la trampa del éxito y de los peligros de la ambición.

Más de una vez se ha presentado a Tierra baja, conocido texto de Ángel Guimerá, como una de las obras más representativas del teatro catalán. Como consignan incontables notas de prensa, curiosamente se estrenó antes en español (en 1896, y en catalán al año siguiente), fue traducida a decenas de lenguas, se adaptó dos veces al cine e incluso se convirtió en ópera. Hoy (a las 20.30) y mañana (a las 19.30) llegará la versión de Pau Miró, a cargo de Lluís Homar, conocido actor y director teatral recordado por sus protagónicos en películas como La mala educación (2004) y Los abrazos rotos (2009), de Pedro Almodóvar. Aquí, Homar interpretará a Sebastián, que es el dueño del molino, del río y de todo lo que lo rodea, pero, aun teniendo tantas propiedades, también carga con muchas deudas, y por eso decide casarse con una joven heredera. Claro que todo es una estrategia para intentar compensar el desbalance, pero nada es tan fácil, porque antes de casarse deberá ocultar la relación que mantiene con Marta, la muchacha que trabaja en el molino.

Desde Cataluña también llegarán otras dos puestas: el año pasado, a Temporada alta de Girona llegó una propuesta intimista llamada Pluja, con Guillem Albà a cargo de la dirección, la interpretación clown y el teatro de objetos, y Clara Peya en el piano, que propone un espacio sin artificios y conformado por pequeñas acciones, notas musicales y apuestas a la imaginación. Esta vez, el colectivo vuelve (lunes y martes a las 20.30) con Calma!, un trabajo que cruza aquel teatro visual y poético con una conexión “irreverente y directa con el público”, siguiendo una estructura narrativa clásica. Solo, con la ayuda de unos pocos elementos escénicos y “desposeído de la palabra”, Albà presentará una reflexión sobre el apuro, la hiperconectividad, el yo, el aquí y ahora. Y jueves y viernes (a las 19.00, 20.00, 21.00 y 22.00) será el turno de Cases, un espectáculo creado por Xesca Salvà a partir de un pequeño formato (el cupo se limita a seis espectadores por función) y sin actores, que tiene como punto de partida al juego: la experiencia escénica cuenta con “múltiples juegos infantiles que van desde las casas de muñecas a los juegos de construcción” y la oportunidad que estos juegos habilitan para deambular entre la realidad y la ficción.

La clausura del festival (sábado 9 a las 20.30 y domingo 10 a las 19.30) estará a cargo del espectáculo argentino La intención de las palomas, de Fernando Ferrer.