Es muy poco probable que Ridley Scott, Dan O’Bannon, Walter Hill, HR Giger y todos los demás involucrados en la creación y producción de la película Alien pudieran imaginar ante qué se encontraban al momento de estrenarla en 1979. Pensemos solamente en que, para venderla, la habían presentado como “Tiburón en el espacio”.
Perfecta conjunción de ciencia ficción con horror, Alien se transformó en la génesis del mito del monstruo moderno, aunque –como suele ocurrir con muchos clásicos que el tiempo pone en su sitio– no fue especialmente exitosa al llegar a las salas.
La crítica cinematográfica de la época cuestionó la oscuridad del mundo –y de la propia fotografía– así como la trama, por demasiado básica. Como tantas otras veces, los críticos estaban equivocados.
Historia primaria de horror y supervivencia, Alien sirvió además como puntapié de un complejo universo y la presentación de uno de los más inolvidables enemigos de la raza humana (y de otras) que haya visto el séptimo arte: el casi indestructible xenomorfo.
40 años han pasado desde su aparición original. Aquí repasamos la suerte diversa que ha tenido el monstruo en sus distintas encarnaciones.
La saga de Ripley
En un primer momento, las historias del xenomorfo estuvieron ligadas a la de la teniente Ellen Ripley. Interpretada por la entonces desconocida Sigourney Weaver (quien tomó el papel que Meryl Streep había rechazado). Ripley protagoniza las cuatro primeras películas de la saga y en ese proceso pasó de ser una final girl espacial a una de las mayores heroínas del cine de acción.
Alien (Ridley Scott, 1979)
Podemos suponer que la historia es conocida ya por todo el mundo, pero vamos allá: en el año 2122 la nave de transporte comercial Nostromo regresa a la Tierra luego de una misión. Una señal de auxilio llega desde una luna de un inexplorado planeta cercano y, luego de cierta discusión, la tripulación decide ir a investigar. Allí, encuentran lo que parece ser el cadáver de un gigantesco humanoide y unos huevos de aspecto bastante desaconsejable. Un tripulante se acerca demasiado a un huevo, algo sale y lo atrapa. Al borde de la muerte, es llevado de regreso a la nave donde –sorprendentemente– se recupera. El problema comienza cuando aquello que puso en su cuerpo explote, crezca y comience a morfarse a los tripulantes uno a uno.
Aunque había muchos ejemplos de “monstruo espacial que se come astronautas”, nunca los hubo mejores que los de Scott, O’Bannon, Hill y compañía. El horror claustrofóbico y la horripilante presencia del xenomorfo –y su implacabilidad– contrastan con lo creíble y entrañable de esa tripulación que veíamos caer diezmada.
El elenco, por cierto, era magnífico: a la ya mencionada Weaver (inesperada protagonista, y mujer para más inri), se sumaban Tom Skerrit, Yaphet Kotto, Veronica Cartwright, Harry Dean Staton, Ian Holm y John Hurt, con una de las escenas de muerte más inolvidables de toda la historia.
Esa conjunción de virtudes hizo de esta modesta película, que podría haberse quedado en los límites de la clase B, un éxito instantáneo. Las multitudes no prestaron atención a las primeras críticas y corrieron a verla al cine.
Aliens (James Cameron, 1986)
La opción de Cameron ante la idea de una secuela de Alien fue la más lógica: ya que otra película de horror sería apenas una pálida copia de la original, mejor hacer una de otro género. Y a él, en aquellos ya lejanos 80, se le daba muy bien la acción. Así que allá fueron, con muchos más personajes, muchas más muertes y, sobre todo, muchos más aliens.
La historia comienza cuando Ripley (y el gato Jonesy), única sobreviviente de la Nostromo, es encontrada en su cápsula de escape flotando en el espacio. Pero no llega a acomodarse en la Tierra (pasó un buen número de años congelada, además), cuando nos enteramos de que hay una colonia lejana en problemas. Así que parte al rescate, junto a un comando de marines espaciales (con ilustres ídolos de esa época como Michael Biehn, Lance Henriksen y Paul Reiser), dispuesta a medirse nuevamente con los xenomorfos.
En esta entrega Cameron amplía el concepto de los aliens: desarrolla más su ciclo de gestación (explica cómo saltan de la Reina Alien a los abrazacaras a los rompepechos) y presenta una tan tensa como pesadillesca batalla en la que tenemos lo mejor del cine de acción ochentoso junto a una desbordante visión de la ciencia ficción artesanal.
Y así, logra lo imposible: Aliens es una película tan buena como Alien, sobre todo por haber elegido su propio camino y haber apostado a algo distinto donde otros hubieran simplemente repetido la receta.
Alien 3 (David Fincher, 1992)
Primer tropezón de una saga que empezaría a mostrar que su creador y principal producto, Ridley Scott, no siempre tenía muy claro a dónde ir.
Los sobrevivientes de la película anterior no llegan a escapar demasiado lejos y caen en un planeta prisión con reclusos exclusivamente masculinos que han derivado en una suerte de secta religiosa. Con ellos, cae también un abrazacaras que, cosa curiosa, atrapará en esta ocasión a un perro (y así permite un diseño de xenomorfo distinto).
Luego, lo de siempre. Bicho que corretea y mata gente, pero está vez los personajes son bastante olvidables: exceptuando obviamente a Ripley, apenas si hay desarrollo en el doctor de la prisión (Charles Dance) y uno de los reclusos religiosos (Charles S Dutton). Las muertes, entonces, son anónimas.
La cosa habría sido mucho peor si no fuese por la dirección de Fincher. Aunque era su primer largometraje (y bien que tuvo encontronazos con la producción para dirigirla), consiguió momentos disfrutables y un estupendo uso de la locación.
Alien Resurrection (Jean-Pierre Jeunet, 1997)
A menudo bastardeada y considerada la menor de estas cuatro primeras entregas, el aporte que hacen Jeunet y, sobre todo, el guionista Joss Whedon (Buffy la Cazavampiros, Serenity, Avengers), es el de llevar las cosas hacia un lugar distinto.
La idea es elevar todo a la enésima potencia: hay ahora una estación espacial que cría xenomorfos, Ripley regresa con superpoderes, la tripulación protagonista (maravillosa, con personajes inolvidables encarnados por Ron Perlman, Winona Ryder, Dominique Pinon, Gary Dourdan y Michael Wincott) es una pandilla de piratas espaciales, etcétera.
La apuesta es divertir y su aporte a la saga es un bienvenido soplo de aire fresco. Si bien no pasa nada nuevo, se entrega una película de acción, horror y aventuras a todo trapo, que combina lo mejor de las entregas pasadas y lo hace de manera sincera y simple, con buenas escenas de acción.
El final ubicaba a Ripley y compañía por fin de regreso a la Tierra. ¿Qué ocurriría con el personaje a partir de allí? Nunca se supo, porque hasta ahí llegó.
Parientes lejanos
Los cruces de Alien con Predator son la consecuencia lógica de compartir monstruos espaciales en mitologías muy combinables de ciencia ficción –como ya había apuntado el cierre de Predator 2, que incluía un cráneo de xenomorfo entre los trofeos de la nave de cazadores espaciales–. Sin embargo, las dos películas que efectivamente los enfrentan, Alien vs Predator (Paul WS Anderson, 2004) y Aliens vs Predator: Requiem (Colin y Greg Strause, 2007) no fueron especialmente bien recibidas.
En el caso de la primera es comprensible: es un mamotreto que acumula ideas sin ton ni son, que nunca sabe integrar a los depredadores en el enfrentamiento con los aliens y que termina por ser una película bastante mala, como suele ocurrirle a Anderson en dos de cada tres de sus films.
La segunda, con su abrazo feliz al horror clase B y su uso descontrolado del gore que no perdona ni a las embarazadas, debería haber tenido algo de mejor suerte. De todas formas, ninguna de las dos son especialmente interesantes o distinguibles. Pero lo peor estaba por venir...
La nueva ola
Prometheus (Ridley Scott, 2012)
Anunciada con bombos y platillos como el regreso de Ridley Scott a su saga mayor, se suponía una reformulación del mito Alien, un acercamiento a sus orígenes. Y terminó por ser algo involuntariamente gracioso, con un guion que carecía de pies o cabeza (cortesía de Damon Lindelof, de Lost) y que demostraba esencialmente que Scott se encontraba tan distante del mundo que había ayudado a crear como George Lucas cuando trató de volver a Star Wars.
Los personajes resultan ridículos, aunque son interpretados por un elenco ejemplar: Noomi Rapace, Michael Fassbender, Idris Elba y Charlize Theron (todos poniendo cara de circunstancias). Las situaciones, aun más ridículas: una suerte de intento de origen de la humanidad que no tenía que ver con nada antes visto en la saga (si se hubiera presentado como algo independiente vaya y pase, pero no era el caso) envuelto en una pomposidad y solemnidad que sólo empeoró aun más con la siguiente película.
Alien: Covenant (Ridley Scott, 2017)
Aquí, además de seguir la misma línea de sinsentidos, se llegó a arruinar lo planteado en el film inmediatamente anterior. La manera en que se cierra el argumento de los Ingenieros (genetitstas creadores de varias especies, incluida la humana) o el poco cariño que hay para la superviviente Rapace se suma a que se volvía a presentar otra tripulación de “imbéciles en el espacio” (interpretados por unos confundidos Katherine Waterston, Danny McBride, Demián Bichir y nuevamente Fassbender) siempre dispuestos para hacer lo más idiota y mortal posible.
Si Scott nos estaba presentando un plan de eugenesia al embarcar a estos tontos en misiones espaciales para que prácticamente se suicidaran al bajar a planetas desconocidos sin casco, el planteo fue genial. Pero si se trataba de que fueran buenas películas, resulto un fiasco.
Seis cortos prometedores
Quizá por la compleja recepción de las dos últimas películas, o tal vez por la ruidosa adquisición que hiciera Disney de la 20th Century Fox, no hubo festejos “oficiales” por el 40° aniversario del nacimiento de nuestro querido xenomorfo.
Sin embargo, la productora llamó a un concurso de cortometrajes amateur que celebraran aquella ya lejana primera entrada a este universo, y los seis ganadores –Alien: Containment; Alien: Specimen; Alien: Night Shift; Alien: Ore; Alien: Harvest y Alien: Alone– se han estrenado semanalmente en Youtube (las entregas se completaron el 26 de abril o Alien Day, que conmemora el día del estreno).
Allí donde los cínicos han visto una manera muy barata para la productora de celebrar el aniversario, aquellos con mejor ánimo hemos disfrutado de acercamientos originales, respetuosos y, al menos en dos casos (Specimen y Ore), notablemente bien realizados.
Porque Alien es ya algo que escapa a Ridley Scott y su control: es parte de la cultura popular. Por eso, es lógico que su cumpleaños lo festejemos todos y no sólo los padres de la criatura. Después de todo, la criatura ya dejó el nido y anda llevando el apocalipsis donde sea que quiera.