Algo salta a la vista en la mismísima tapa de este primer libro para niños de Gonzalo Frasca y Horacio Cassinelli: las minúsculas. Desde el título, El día que el parque rodó juega con la polisemia del nombre del emblemático ex Parque Urbano, uno de los espacios públicos que más se identifican con Montevideo, que homenajea en su nombre al escritor José Enrique Rodó, cuyo apellido, es evidente, es también un verbo conjugado. Mediante un procedimiento propiamente literario, resemantiza el nombre propio, que de tan naturalizado ya no asociamos a la acción de rodar, y nos hace prestarle una nueva atención, verlo con otros ojos.
Lo que ocurre, entonces, es que el viejo parque, vuelto en el cuento una entidad con voluntad, se pone a rodar, con todo lo absurdo que semejante acontecimiento implica. Así, impulsado por la rueda gigante, se abre camino por la ciudad ante el asombro y la incertidumbre de todos. Esta anécdota simple da pie a un juego, el de la escritura y la ilustración, que recorre en las páginas, rítmicamente, las distintas facetas del parque, sus juegos, sus elementos característicos, entre los que se destaca, por supuesto, el Gusano Loco.
Está escrito en verso y con un ritmo preciso, a la manera de una canción en la que se intercalan estrofas narrativas con un estribillo en tres bloques. Esta estructura, muy apropiada para leer con los más chicos, que disfrutan la regularidad y la repetición de períodos, le da una cadencia particular y permite presentar la peculiar aventura del parque puesto a rodar en tres momentos, que se refuerzan en la afirmación “Todo esto es cierto” con que abre el estribillo, que apela al lector en un guiño que juega con la verosimilitud y la verdad.
Al final los autores se presentan y cuentan cómo fue la producción del libro y cómo su historia se remonta a los juegos compartidos desde siempre en décadas de amistad entre los autores, y definen El día que el parque rodó de una manera muy precisa: “Este libro es uno de esos juegos”. Homenaje al Parque Rodó y, por extensión, a Montevideo, es también un homenaje a la niñez y a los niños Cassinelli y Frasca pasados y presentes. Cada quien encontrará una manera de encontrarse en esa rueda gigante que se lleva al parque consigo rumbo a la rambla, más allá de que hay una mirada generacional indudable en la elección del viejo Gusano Loco como personaje principalísimo.
Más allá de todo eso, lo que hace de El día que el parque rodó un libro muy disfrutable y valioso es el cuidado en el tratamiento de la palabra, que por momentos alcanza vuelo poético, que invita a imaginar y pone en juego una realidad dada vuelta, como la rueda que gira y se lleva todo puesto. Hay también un diálogo fluido entre el texto y la ilustración, que van juntos e invitan a la pluralidad de lecturas en ambos lenguajes. Y hay, también, una mirada puesta en los detalles, que se ofrecen al ojo del lector atento. La calma que reina en ese atardecer hermoso del final es un remanso de fiesta que termina, de mansedumbre de verano en la ciudad. Y, vuelto el parque esfera-mundo que gira, por primera vez es el Parque Rodó con mayúscula, al que se invita al lector a ir a pasear.
El día que el parque rodó, de Gonzalo Frasca y Horacio Cassinelli. Libruras, 2020. 24 páginas.
Buscabichos
El lunes a las 14.30, Bienestar Universitario y la Sala Infantil y Juvenil de la Biblioteca Nacional harán la presentación de la serie de audiovisuales Buscabichos, basada en el libro de Julio C da Rosa, en el año del centenario del autor. Los videos fueron realizados en el marco del taller de teatro de títeres de la institución por Maru Fernández y Cecilia Bruzzone (dirección), Gerardo Martínez (filmación y edición) y Diego Anoine (música original). Para agendarse: en las redes sociales de Bienestar Udelar o en la página web institucional.