Nacida en la webtoon Naver –esto es, historieta digital online en uno de los tantos portales que han ganado autores y lectores en estos últimos tiempos a mansalva–, con autoría de Kim Kan-bi & Hwang Young-chan, Sweet Home viene a sumarse a la tendencia actual de las obras adolescentes posapocalípticas, es decir, una suerte de Young Adult Fiction pero, en su caso, bien a la coreana. Y, se sabe, los coreanos son únicos a la hora de contar cualquier tipo de historias, y este relato de horror dramático es cualquier cosa menos una excepción.
Serializada en su origen a entrega semanal, Sweet Home recogió una enorme cantidad de lectores a lo largo de sus 140 capítulos (más un prólogo), publicados entre octubre de 2017 y julio de 2020, tanto en coreano como en inglés (de hecho, el último dato de estadísticas de la versión anglohablante afirma 2,4 millones de lecturas a enero de 2021). En febrero del año pasado ya había aparecido una edición impresa en Corea (que se adelantaba a su final online) y otro tanto ocurrió en febrero en una edición en inglés, con lo que se transformaba en uno de los tantos éxitos producidos dentro del Manhwa (o historieta coreana). Su salto a la pantalla chica era algo que llenaba de entusiasmo a sus lectores y de intriga a los espectadores de a pie.
El monstruo interior
Cha Hyun-soo (Song Kang) acaba de mudarse. El lugar escogido es un inmenso edificio en una zona bastante venida a menos de la ciudad, un barrio completamente copado por obras y reformas. Eso no le importa a Hyun-soo, dado que piensa suicidarse pronto. Víctima constante de bullying y huérfano a partir de un reciente accidente de tránsito, nuestro joven protagonista sólo piensa pasar un par de días allí, antes de saltar al vacío. Pero antes de que pueda efectivizar esa idea estalla el apocalipsis: inexplicablemente las personas comienzan a mutar, a transformarse en horripilantes monstruos sedientos de sangre, por causa de algo desconocido (¿un virus?, ¿una maldición?), lo que termina obligando a nuestro héroe y a las dos decenas de supervivientes dentro del edificio a atrincherarse y encontrar una manera de sobrevivir. El asunto es que cualquiera puede convertirse en cualquier momento, de manera súbita, por lo que la desconfianza y el pánico acechan a cada paso.
Sweet Home no se aparta demasiado del género posapocalíptico zombi (aunque aquí no sean zombis los monstruos) que hemos visto tantas veces antes. Sólo puede sobrevivir –cómo diría el legendario guionista argentino Héctor Germán Oesterheld– el héroe colectivo, por lo que cada uno de los sobrevivientes –el estudiante de medicina frío y cerebral que ordena defensas y recursos (Do-Hyun Lee); la bombera que arriesga la vida una y otra vez (Lee Si-young ); el ex soldado experto inventor (Sang-ho Kim, visto también en Kingdom); el mafioso de buen corazón (Jin-wook Lee), etcétera– aporta al conjunto y a la supervivencia.
Apostando quizá a un público más general, la serie se aparta algo del concepto “adolescente” que tenía en su origen y plantea problemas y personajes de todas las edades y franjas sociales. Con una buena carga de flashbacks que irán explicando oportunamente las cosas –y las distintas personalidades de los habitantes del edificio–, iremos construyendo un conjunto humano nutrido y por el que incluso hinchar (consejo: no conviene encariñarse demasiado con nadie). El tono es, probablemente, la mayor diferencia que propone esta serie. A la mejor usanza coreana, el horror y el gore (no va corta de sangre, empezando porque el contagio se inicia con una profusa hemorragia nasal) se matizan con inesperados, y muy efectivos, golpes de humor, así como con el melodrama más telenovelesco capaz de emocionar o eliminar de un plumazo a un diabético. Otro punto curioso son los efectos especiales, realizados con CGI del barato, que a pesar de lo toscos que pueden llegar a verse, aportan una personalidad tremenda a lo grotesco de los monstruos (que los hay de todo tipo, tamaño y color).
Una serie distinta –todavía, a pesar de la llegada cada vez más masiva de productos orientales de similares características– que entretiene y mantiene la tensión (la ayudaría ser de ocho episodios en vez de diez) a lo largo de todo el relato. Clase B, pero de la que siempre gusta.