Love, Death + Robots fue uno de los grandes éxitos de Netflix durante 2019, por lo que era lógico suponer que no tardaríamos en ver más episodios de esta inusual serie animada producida por Tim Miller y David Fincher. Esencialmente, se trata de una antología de unitarios independientes que sólo tienen en común contener en su argumento alguno de los conceptos que le dan nombre: amor o muerte o robots (y ni siquiera de forma prominente).
Así fue que hace unos días Netflix estrenó la segunda tanda de episodios, que resultó bastante más breve que la primera –ocho contra 18– y que ya no contaba con la sorpresa inicial.
Con todo, esta nueva entrega de Love, Death + Robots aporta algo diferente en la oferta de Netflix (y de los servicios de streaming en general), especialmente tratándose de animación, dado que son muchos los estilos y formatos que se presentan (a pesar de que se abusa del hiperrealismo, lo que me resulta desconcertante: para hacerlo así, mejor hacerlo con actores) y también son varios los escritores de ciencia ficción tomados como base para las historias.
Son ocho los cortos
La temporada abre con uno de sus mejores episodios, “Automated Customer Service”, a cargo del equipo creativo Meat Dept sobre un relato escrito y adaptado por John Scalzi junto con los directores. Tenemos aquí un futuro de gente avejentada, en que todo funciona de manera automatizada y la humanidad prácticamente no mueve un dedo sin ayuda. Nuestra anciana protagonista deberá enfrentar a una aspiradora descontrolada en lo que bien podría ser el inicio de la revolución de las máquinas, todo contado en tono jocoso, burlón y de manera muy efectiva.
Luego llega el mejor corto de toda esta temporada, con margen: “Ice”, dirigido por Robert Valley (el responsable de “Zima Blue”, alto punto en la serie de 2019) sobre un relato de Rich Larson. Poco importa la premisa de amor, muerte o robots (tiene amor filial, en todo caso), pero se desmarca con la mejor animación, muy personal, jugada, interesante, para contar el relato de dos hermanos en una luna helada, en un futuro en que la gran mayoría de los humanos están mejorados genéticamente para poder desafiar la conquista espacial.
Luego es el turno de “Pop Squad”, primera de las animaciones hiperrealistas que no conmueven demasiado. Dirigido por la reconocida Jennifer Yuh Nelson (responsable de Kung Fu Panda 2, entre muchas otras cosas) sobre un relato del estupendo escritor Paolo Bacigalupi, se nos cuenta una distopía en la que todo el mundo es prácticamente inmortal, pero está prohibido tener hijos para no generar sobrepoblación. El escuadrón del título se encarga de rastrear y eliminar a todos los niños no autorizados.
En el mismo tren hiperrealista se mueve “Snow in the Desert”, con Leon Berelle, Dominique Boidin, Remi Kozyra y Maxime Luere en la dirección de un relato de Neal Asher. Aventura con visos de space opera, mutantes que se regeneran, cazarrecompensas, batallas en desiertos y persecuciones muy cinéticas son los elementos de este corto que, junto con el anterior, navega conceptos más reconocibles y muestra una animación poco sorprendente; quizás “Snow” se destaca sobre “Pop Squad” gracias a la efectividad de la acción.
Por suerte, vuelve la animación original y llamativa en “The Tall Grass”, prácticamente un weird western (adapta un relato del especialista en el género Joe R Lansdale) dirigido por Simon Otto. Un tren hace una parada inesperada junto a un campo de pastos altos y un imprudente pasajero comete el error de internarse unos pasos en la maleza. Horror del bueno.
Llega luego otro de los destaques de esta temporada: “All through the House”, dirigido por Elliot Dear sobre un cuento de Joachim Heijndermans. Dos hermanos, una niña de unos nueve años y un niño de cinco, en la víspera de Navidad creen escuchar nada menos que a Papá Noel y bajan desde su dormitorio para encontrar algo inesperado, narrado con mucho humor negro.
“Life Hutch” retoma la animación hiperrealista en su máxima expresión, al punto de tener a Michael B Jordan en el protagónico y hacer dudar si no está presente en acción real de alguna forma. La base es un relato del popular Harlan Ellison, adaptado aquí por Alex Beatty. En pocos minutos aparece todo lo que Ellison amaba: batalla espacial, piloto náufrago, refugio en un planeta hostil, robot que se descontrola. Aunque no le va a cambiar la vida a nadie, la acción está muy bien presentada y el resultado es por completo el adecuado: muy tenso.
Para el final debería quedar lo mejor, sobre todo porque “The Drowned Giant” (El gigante ahogado) es el trabajo del creador de la serie toda, Tim Miller, nada menos que sobre una historia de JG Ballard, el más importante de los escritores de ciencia ficción incluidos en la serie. Sin embargo, la cosa se desinfla en un cuento pretencioso, expositivo y demasiado hablado, que trata sobre la aparición de un cadáver gigante en la costa y cómo la naturaleza se va cobrando su tributo a medida que se descompone.
Para colmo, este corto es el cierre de una temporada demasiado corta (el coronavirus puede haber tenido que ver con la extensión en esta ocasión) que palidece ante su primera entrega. Aun así, los fans de la animación o de la ciencia ficción no deberían perdérsela, porque se cuenta dentro de lo más original que se produce hoy por hoy dentro de estos géneros.
Love, Death + Robots, producida por David Fincher y Tim Miller. En Netflix.