“Lo primero que tenemos que decir es: que se llama Noche de Reyes pero no habrá reyes, ni uno. Sorry. En realidad, el título original es Twelfth Night, que traducido al español significa ‘la duodécima noche’, o sea, 12 noches después de Navidad, que para nosotros en esta época y en esta parte del mundo sería la ansiada noche que esperamos a que vengan los Reyes a traernos los regalos. Pero en la obra tampoco habrá regalos ni vendrán los camellos, ni nada. Es más, no tiene nada que ver. Nada que ver. ¿Qué pasará entonces? Habrá sorpresas, es cierto. Pero nada de regalos y... Bueno, vean la obra y se enterarán. Seguramente terminará bien... o como quieran”. Así presentan la puesta del isabelino que, bajo la dirección de Richard Riveiro y en versión adaptada por el director y el elenco, integrado por Jimena Pérez, Roxana Blanco, Claudia Rossi, Andrés Papaleo, Fernando Dianesi y Diego Arbelo, se podrá ver desde el domingo hasta el 29 de agosto los sábados y domingos a las 15.00.

Este estreno significa el regreso a los escenarios y del público a las salas después de una ausencia prolongada que generó tanto ganas como expectativa. “El espectáculo que volverá a la escena el domingo es lindo. Es una comedia muy divertida, que tiene un vestuario muy bello y una escenografía hermosa, los actores son grandes actores y cantan unas canciones estupendas. Se nota que soy el director, ¿no? Sólo puedo decir que la van a pasar muy bien. Después de dos años de su estreno, la ansiedad es mucha. Teníamos idea de reestrenarlo el año pasado, pero la pandemia no lo permitió. Así que son muchas las ganas acumuladas. El teatro es un evento sumamente importante en nuestra sociedad, sin importar la edad que tengamos. Reunirnos en un lugar alrededor de una historia es algo que nos sana. En este tiempo es muy necesario”, afirma Riveiro en diálogo con la diaria.

La puesta, dirigida al público infantil, supuso un trabajo de traducción y adaptación que involucró diversos niveles: del inglés al español, de la época isabelina a la actual, de dirigirse a un público adulto a uno compuesto por niños y niñas. “Lo primero que hice fue buscar traducciones y me encontré con varias. En esa búsqueda te vas dando cuenta de todos los procedimientos que van realizando los traductores para llevar de un idioma a otro los conceptos. Luego pensamos en la adaptación para los actores que teníamos: un elenco de seis actores, por lo que había que reducir la cantidad de personajes, desplazar diálogos, reagrupar escenas, etcétera. Además, teníamos que pensar en que el público sería infantil, así que trabajamos bastante sobre cuál es el idioma de la infancia. Estuvimos viendo algunos libros para niños y niñas y propusimos ejercicios que nos permitieron llegar a algunas palabras que creíamos que se podían entender, además de cómo traer una obra de 1500 hasta ahora. Ese fue todo el trabajo que hicimos, pensando en salvaguardar la esencia de la obra o lo que nosotros creemos que es la esencia”, detalla el director.

Foto del artículo 'En la sala Verdi vuelve el teatro con una puesta de Noche de Reyes, de Shakespeare, a cargo de la Comedia Nacional'

Foto: Carlos Dossena

Un desafío de traducción extra es sin duda el recurso a los juegos de palabras del texto original, con respecto a lo que comenta: “Cuando manejás varias traducciones vas entendiendo distintos puntos de vista de los juegos de palabras. Lo más difícil es traducirlos, a veces se puede y a veces es necesario cambiarlos por algo que en español cumpla el mismo cometido. Por ejemplo, los trabalenguas o los juegos de palabras ambiguos. Entonces lo que decidís es generar el mismo efecto pero con otro juego. Al ser para niños y niñas el juego de palabras es algo que nos acerca, sólo lo que hay que lograr es que el mensaje sea entendido”.

Con respecto al trabajo dirigido a la infancia con un texto de esta potencia, de un escritor que es emblema de las artes escénicas, un clásico, Riveiro sostiene: “Creo que estos textos se vuelven clásicos porque están bien construidos, porque tienen una muy buena comunicación con la platea, porque condensan el entretenimiento y la poesía, lo popular y lo complejo, porque mezclan palabras y acciones en proporciones inmejorables. Cuando adaptamos tratamos de lograr que todo eso funcione, cuando la hacemos para niños y niñas de hoy tenemos que pensar en varias cosas, la primera es que está bueno conocer a Shakespeare. Está bueno asistir a una obra del escritor inglés sin sentir que es de hace 500 años y entonces es aburrido; para eso hay que cambiar un poco la forma o el formato. En esta obra se habla del amor, de que a veces nos enamoramos y no somos correspondidos. Y eso niñas y niños de hoy lo viven a menudo. También habla de dos hermanos que se quieren mucho y que se separaron por una tormenta y, luego de mucho tiempo, se vuelven a encontrar. Eso también es algo que a los niños y niñas de hoy les interesa. Esta obra también es un enredo y una confusión que se vuelve cómica, y eso también se lleva bien con la infancia”.