Nuestro relato comienza por el final. Un desastrado y barbudo John Brown (Ethan Hawke de ojos glaucos) es puesto de mala manera en un patíbulo para, de inmediato, ser colgado. Lo último que dice es “qué hermoso es este país”. Al mismo tiempo, comienza la narración en off que hará de sus últimos tiempos Henry Shakleford (magistral Joshua Caleb Johnson), un niño esclavo liberado por Brown, quien empieza explicando lo complejo que es este hombre al que están por ahorcar (y también que, por fin y luego de más de dos años, podrá dejar de estar vestido de mujer).

Estalla entonces la música gospel, burlona, graciosa y feliz, que marca ya el tono –western histórico y oscura comedia mordaz– que tendrá The Good Lord Bird, el retrato del particular y excéntrico abolicionista que dio su vida por aquello en lo que creía.

¿Y quién fue John Brown? Se trató de un ciudadano de Kansas (aunque nacido en Connecticut) muy piadoso y creyente, que leyó al pie de la letra aquello de que todos somos iguales ante los ojos de Dios y que, por tanto, no existía derecho alguno a tener esclavos o considerar a nadie inferior por el color de su piel. Y allí donde otros blancos podrían compartir sus ideas, Brown llevó las cosas bastante más lejos, armando un ejército con sus hijos y varios esclavos libertos para conseguir la abolición por medio de las armas.

Figura controvertida –irascible, violento e impredecible–, Brown se vinculó a varias personas destacadas de la época y protagonizó varias reyertas con esclavistas hacia 1859, en Kansas primero y en Virginia después, que lo transformaron en un peligro para las plantaciones locales y que, en cierto modo, encendieron la mecha de la guerra entre el norte y el sur pocos años después.

Western, humor negro, gospel y emoción: la receta perfecta

The Good Lord Bird toma como base la novela del mismo nombre de James McBride y es producto de la pasión de su protagonista, creador y productor Ethan Hawke, quien deja la piel en el papel de un demente que predica tanto con la palabra como con tiros y explosiones.

La serie –de siete episodios y disponible en Paramount+– toma como base los últimos dos años de Brown desde el punto de vista de un personaje ficticio –el ya mencionado Henry–, quien por una confusión será tomado por una niña y, temeroso de andar explicando nada, sostendrá este disfraz todo el tiempo.

Henry tratará de comprender a ese blanco loco que plantea una liberación que en ocasiones los esclavos negros no comparten, chocando contra todo lo que lo rodea. Brown (y Hawke interpretándolo) es prácticamente una fuerza de la naturaleza, un foco de caos inmerso en el sur profundo, que ataca esclavistas aquí y allá. Tales acciones tienen carácter anticipatorio: su raid en Harpers Ferry, Virginia, es considerado por muchos historiadores como el verdadero disparo de largada de la Guerra de Secesión.

La ficción se mueve libremente dentro de la historia –“Todo lo que aquí se cuenta es real y la mayoría de estos hechos ocurrieron”, dice un anuncio antes de cada episodio– y el tono es un enorme hallazgo. La temática es completamente seria e incluso dramática (y la serie no es amarreta en su cuota de tragedias), la narración se hace a un ritmo vertiginoso y salpicada constantemente de humor negro, enredos y disparos. Efectiva como comedia, drama y western, la serie no da respiro.

Sin caer en maniqueísmos –hay blancos buenos y malos, hay negros buenos y malos– y sosteniendo todo el tiempo el verosímil histórico (Wikipedia mucho de lo que se cuenta), The Good Lord Bird se transforma en una de las series del año, una maravillosa reinterpretación de un hecho real, el rescate de un personaje increíble y, acaso, la mejor actuación de Ethan Hawke, acompañado por un enorme elenco y la mejor banda sonora que se pueda pedir (The Zion Travelers, Elmore James, Mahalia Jackson, Nina Simone, Shuggie Otis, Elvis Presley), todo lo cual compone un relato complejo, divertido, emocionante e imperdible.

The Good Lord Bird, de Ethan Hawke. En Paramount+.