La Olimpíada de las brujas es el primer libro-álbum de Federico Ivanier, autor de extensa obra novelística que se destaca por su buena factura narrativa y por desarrollar personajes complejos, humanos, en particular en sus libros para adolescentes. En este debut en un texto más breve y que funciona en diálogo con la ilustración no le fue nada mal; compone una historia divertida, desprejuiciada, que apela al humor y a jugar con los puntos de vista.

Desde la portada nos observa, detrás de un jopo fucsia, envuelta en una capucha, una joven bruja que sonríe hacia el lector mientras la acción ocurre detrás, como telón de fondo, donde se reúne una multitud de brujas de espaldas a nosotros. Primer guiño que, antes de abrir el libro, funciona más bien como interrogante.

En riguroso púrpura de fondo y una paleta que rara vez se sale de la gama que va del rosado al azul, las ilustraciones de Juan Manuel Díaz nos sumergen en el universo brujeril. El motivo que las convoca es nada menos que una Olimpíada en la que las hechiceras compiten en una serie de disciplinas propias de su oficio. Se disponen, ahora, a presenciar la última prueba, en la que las participantes deberán demostrar sus habilidades en la transformación de niños. Instalado el relato en la perspectiva de estas señoras de sombrero de pico, es interesante el juego con las palabras para referirse y describir a los niños y sus actividades, así como la subversión de valoraciones de acuerdo a la percepción de los personajes, para quienes son una molestia a neutralizar.

Sin contar demasiado para no revelar el desenlace de la historia, se destaca el juego de alteridades del mundo de las brujas al humano, y viceversa. En la ilustración ese particular universo está hermosamente plasmado en los juegos de luces y sombras, en la representación de la noche y su misterio, y en la atención a ínfimos detalles que dan densidad a las escenas, como los ojos que observan por todas partes y los elementos del mundo de las sombras que aparecen aquí y allá. Por otra parte, los marcos que los rodean subrayan el situar la acción en un plano ficcional. Es un acierto la sucesión de páginas en las que la narración corre por cuenta del dibujo, sin palabras, en la que se nos devela el desenlace, vuelta de tuerca mediante.

En definitiva, una historia divertida y bien contada que juega con problematizar quiénes son los buenos y quiénes los malos según de qué lado estemos ubicados, y en la que hasta el final no está dicho quién engaña a quién.

La Olimpíada de las brujas, de Federico Ivanier y Juan Manuel Díaz. Alfaguara, 2021. 36 páginas. $ 450.