“Damas y caballeros, no suelo hacer esto con los novatos en su primer juego, pero quiero que sepan que este hombre tiene una sonrisa que ilumina y traspasa la pantalla de la tevé desde aquí hasta Bangor, Maine”, le dijo a su entrevistado de turno el periodista Brent Musburger la noche del 12 de octubre de 1979. El receptor de aquel histórico y excepcional cumplido era Earvin Magic Johnson, el otrora base armador de Los Ángeles Lakers en la NBA y leyenda viva del deporte y la cultura afroamericana.

Busqué aquella entrevista porque podría haber dicho de mejor manera lo que sentí cuando encontré en Youtube “A la gente le dice que no”, una de las primeras canciones del artista uruguayo Jotape (Joaquín Perdomo), junto a CG y Yannick, que está a punto de alcanzar el millón de vistas, donde se lo puede ver cantar y bailar entre amigos, agitando a propios y a extraños a sumarse a su triunfo y su festejo, a plena luz del día.

El remix de esa canción –junto a Peke 77, The La Planta y otros artistas aliados a esta nueva ola de música urbana uruguaya– ya superó los dos millones de reproducciones, y su balada “Mora Mora” va camino al millón.

El viernes estrenó el remix de “Na na na”, junto a Niko Falero, Cris Mirabal y Valen, y tiene previsto estrenar mucho más durante 2021 en esta modalidad de simples y videoclips.

Además de su optimismo habitual y contagioso, Joaquín tiene una curiosidad innata. Un lunes a las tres de la tarde ya estuvimos en el Hospital de Clínicas para acercarnos a su vida como estudiante en la carrera de Imagenología y vamos cuatro en un auto rumbo a un bar que nos permita seguir conversando y que llegue a tiempo, luego, a la cita semanal con su psicóloga.

Quiere saber cómo es la carrera de Alessandro, nuestro fotógrafo, y, en general, cómo funciona un diario. En el asiento de atrás lo acompaña Freddy, su padre, que no le pierde pisada y más que aconsejar, lo acompaña en este camino. Fue, o es, murguista, integró la mítica murga El Firulete, es vendedor de panchos y un obseso investigador de la historia del carnaval.

Son muchos los que en este momento de su carrera parecen querer aconsejar a Joaquín: su mánager, colegas más viejos, un docente que lo reconoce en el hospital y le explica algunas conveniencias del mundo laboral y del futuro que tendrá que comenzar a resolver, por nombrar sólo algunos que se dejan ver esta tarde.

Joaquín también juega al fútbol y dice que piensa mucho, todo el tiempo, y que está trabajando en ello. Le pasó con una novia con la que rompió hace un tiempo. Por meses el problema giró en su cabeza, fabricando infinitas perspectivas, para encontrar un error o la forma más adecuada de encarar tal o cual situación futura o pasada. Le interesa saber cómo funcionan las cosas, el efecto de los rayos X en el cuerpo humano, la autoestima y la sociedad uruguaya, por ejemplo. Tiene claro que lo que más lo hace feliz es la música. Lo maravilla lo impredecible del arte. No lo puede controlar.

Foto del artículo 'Entre crestas y valles: Jotape y su fusión de candombe con trap'

Foto: Alessandro Maradei

Tiene 19 años e intenta este camino de la independencia económica desde hace cuatro, cuando se puso a vender ensalada de fruta por Lezica y Colón, puerta por puerta, con dos conservadoras, a las que luego agregó sándwiches y otras opciones, con buen éxito. Reconoce que tiene una especial habilidad para comunicarse con la gente de cualquier tipo, y también para vender lo que tenga a mano.

Su madre se llama Claudia y no lo dejó que tuviera demasiada “calle”. “Siempre fui impulsivo”, dice Joaquín de sí mismo y recuerda que a falta de ese mundo, se buscó muchas actividades. “Pienso todo el día en la música. Cambió el rumbo de mi vida. De todas formas, haga lo que haga, me entusiasme más o menos, intento que el resultado sea el mejor y que yo me quede conforme con mi trabajo. Está eso que te dicen tus padres: ‘Nacés, te criamos, vas a la escuela, te mantenemos nosotros, cumplís 18, tenés que estudiar una carrera, te recibís, trabajás, te jubilás, nos fuimos pal cielo’. Yo le dije a mi madre que eso no era para mí”.

Nos metimos en el bar Las Flores y Joaquín cerró la puerta del costado, para sacarse el frío y las preguntas de encima, con el mismo ritmo que les imprime a sus canciones.

¿Hay algo, como una película, una frase en un libro o un artista, que te haya inspirado para lo que estás haciendo ahora con tu carrera musical?

Te puedo hablar de un artista que lo tengo muy presente, que es Myke Towers, portorriqueño. Hoy es uno de los exponentes más importantes en el mundo de la música urbana, y el loco se despegó hace dos años, y está en la música hace ocho. Al principio no sonaba tanto, y la re peleó. Eso me inspiró. No tenés por qué pegarla de una, las cosas llevan tiempo, pasan por algo, y no es todo fácil siempre. Le gusta buscar biografías de artistas. Está bueno ver cómo artistas pasaron cosas similares a vos y salieron adelante.

¿De dónde viene tu amor por la música?

La música es lo que me hace más feliz, escucharla, bailarla, desde chico. Mi padre viene del carnaval. Pero no es que dijo “escuchá esto o lo otro”; yo vi cómo él podía estar cantando cinco horas en casa, o en un asado, y tal vez inconscientemente capaz que así me presentó ese amor por la música que él tiene y yo agarré. Después fabriqué mi propio amor, con distintos géneros y músicas. Mi padre no escucha Myke Towers y sin embargo yo soy fanático de él y analizo cada línea y cada verso que escribe. En mi día a día, cuando iba en el ómnibus para el liceo, siempre escuchaba música, miraba por la ventana y era como un viaje, pero me resulta difícil explicarlo.

Por cómo te mostrás en tus videos, parece que no tenés ningún tipo de vergüenza.

Si estoy en una situación en la que me puedo sentir cómodo, libre, y sé que puedo vibrar de la manera que yo quiero, ahí soy yo y me sale bailar, ser alegre, reírme.

¿Cómo definirías el estilo que estás haciendo?

Hay de todo un poco. Y es un estilo que me permite tomar diferentes caminos. A lo que hacemos le pusimos funky latino, que es como una mezcla de candombe con trap. Y esa base del candombe del chas, chas, chas la podés enganchar con lo que quieras: con plena, con reguetón o incluso con el dancehall que se está haciendo en el mundo, y que poco a poco se va transformando en algo muy cercano a los famosos afrobeats, que es un estilo de música que está muy presente en Francia y en muchos países de África. Yo quiero seguir adelante con este estilo que me identifica. La gente me dice “esto es distinto, es raro” y le gusta, pero mi idea es poder ser lo más versátil posible y hacer otra cosas.

Foto del artículo 'Entre crestas y valles: Jotape y su fusión de candombe con trap'

Foto: Alessandro Maradei

¿Quiénes son tus socios musicales?

Alguien que me abrió las puertas de su casa y me da mucho para adelante es The La Planta. Él es el número uno en cumbia hoy en día en Uruguay y desde el principio está ahí diciendo “pah, a este guacho le tengo fe”. También estoy muy en contacto con los pibes de Lira, con los que compartimos productora [Nes].

El modo en que las productoras trabajan con artistas como vos implica muchas actividades y profesionalismo. ¿Dónde encontrás el lugar del disfrute?

En el arte lo esencial es disfrutarlo. Si no te pasa, en el producto final se va a notar. Si hacés una canción porque es lo siguiente que tenés en la agenda, no va a funcionar. Cuando saco una canción es porque la vivo y la siento, y cuando me subo al escenario a cantar lo hago con una vibra y una fuerza que es necesario tener. Si no tenés poder de expresión, no creo que llegue a la gente de la misma manera.

Me imagino que en la composición también tiene que haber algo de lo que más te gusta.

Eso está salado. Es lo que más me hace viajar. Tipo, acá en el aire no hay nada, y de repente sacás un estribillo, voy, se lo tarareo a mi productor, estamos en el estudio encerrados y le hacemos un beat, y eso va tomando una fuerza, una vibra con la que después te podés conectar con la gente. Es impresionante. Lo disfruto y es lo que más trabajo lleva.

Cuando te metés en el estudio ya vas con algo elaborado.

Sí, por lo general ya voy con la idea. No soy mucho de componer en el estudio. La musa no viene cuando yo quiero, viene de la nada. Por ejemplo, mi última canción, “Mora, mora”, surgió así: estaba durmiendo y me desperté con la melodía en la cabeza. Con “Gózala”, una que todavía no salió, me pasó lo mismo. Estaba caminando por la calle y vino la melodía de la nada. Cuando me pasa, grabo en el bloc de notas del celular. Por lo general, cuando aparece una idea, la dejo ahí, no la uso enseguida. Después con el tiempo puede ir tomando forma de una canción, pero no me gusta apurarlas.

¿Tu confianza de qué se alimenta?

La vida es crestas y valles. Siento que soy bastante ambicioso, en el buen sentido. Me motiva el fin, estar posicionado acá donde estoy ahora, me imagino ahí todos los días y eso me da fuerzas. ¿Quiero hacer un tema con Myke Towers? Bueno, hay que laburar mucho, hay que meterle.

Foto del artículo 'Entre crestas y valles: Jotape y su fusión de candombe con trap'

Foto: Alessandro Maradei

¿Con qué soñás?

Me gustaría hacer temas con otros artistas. Actuar en estadios, conocer todo el mundo por la música, llenar un show en España, en Italia. Me encantaría poder vivir de la música y tener mi casa, y poder saber que eso salió de mi trabajo. Que la gente me quiera, además de como artista, como persona y como ejemplo. A veces no es tan fácil eso. Hoy en día, a través de las redes sociales, el público consume apariencias. Yo no tengo problemas en decirlo. Cuando tengo que sacarme fotos de promoción, capaz que agarro y voy a la casa de un amigo para que me preste unos championes, a la casa de otro pa pedirle una remera y a la de otro que me presta un pantalón. Es verdad. Podés lucir fresco, te ves bien, pero lo que está llegando ahí es la apariencia de Jotape, o de Joaquín, la ropa que pido prestada y que me da un poquito de facha; por ahí llega el “Me gusta” de las redes. Hace unos días tuve mi primer show oficial, y ahí la gente me pudo ver como Jotape, pero también como Joaquín. Porque el que está cantando es Jotape, pero Joaquín es esa persona que está ahí riéndose, la persona que paró el show, y dijo “gente, buenas noches, estoy nervioso, es mi primer show y estoy muy contento de estar acá”, y recibió el cariño de la gente, porque también pude compartir eso que me pasaba con los que me fueron a ver. Agitar, bailar, reír, ponerse nervioso. Todo eso es parte de una persona. Yo mismo a veces veo a J Balvin o a Myke Towers mostrando un Lamborghini en las redes, pero no ves a la persona que hay detrás. Por más que sea mi vida privada, a mí me gustaría poder compartir parte de eso con mi gente. ¿Sabés por qué? Muchos de los problemas que tenemos en nuestra sociedad tienen que ver con un estilo de vida con el que convivimos todos los días. Ves a las hermanas Kardashian, por ejemplo, que suben fotos súper maquilladas, en casas lujosas y con unos cuerpos producidos, y tal vez alguien con una muy baja autoestima y que esté pasando por un mal momento ve eso y se pone mal porque no puede acceder a nada parecido. Entonces, yo como Jotape, si tengo la suerte de que me vaya bien, me gustaría también, como estoy haciendo ahora en esta entrevista, en la que me estoy abriendo, mostrar que no todo es perfecto, y tal vez así pueda ayudar a otro para motivarse. J Balvin hace un tiempo se animó a salir y contar que sufrió depresión, y a mí me pareció una actitud muy valiosa. Ese tipo de cosas son las que también me gustaría mostrar, si tengo la posibilidad.

¿Cómo te sentiste arriba del escenario?

Es una sensación que no se puede explicar con palabras, pero mucha adrenalina y ansiedad. Toco con un DJ, me pone la pista y ahí le damos. Esa primera actuación oficial estuvo salada, sentí muchas cosas. Abrí con “A la gente que dice que no”. Paré el show, literalmente mi voz estaba un poco temblorosa de los nervios, y ahí fue que me salió sincerarme y la gente fue como que me contuvo, y conectamos. Fue una sensación muy linda. Espero que siempre pueda lograr algo así.

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