Dentro de la inagotable producción audiovisual española, hay algunos nombres que se han instalado por encima de la media, de por sí alta. Uno de esos nombres es el de Rodrigo Sorogoyen, quien junto a su coguionista Isabel Peña se vienen desmarcando como hacedores de una potente crítica social a través, mayormente, de dramas policiales cargados de tensión, acción y protagonizados por personajes inolvidables.
Responsables en conjunto de las películas Stockholm (2013), el intenso policial Que Dios nos perdone (2016) y la sombría reflexión sobre la corrupción en su país El reino (2019), el tándem acumula premios –siete Goya, cinco Feroz– y una obra que interpela el presente español al tiempo que aporta crítica social e intensas tramas dramáticas.
Todo esto confluye en una de las mejores series del año pasado, Antidisturbios, que puede encontrarse por fin –hasta ahora su distribución estaba limitada a España– en HBO Max.
A través del visor empañado
Antidisturbios nos cuenta el infortunado desalojo de un inmueble en Madrid a cargo de, justamente, una unidad de seis policías antidisturbios. La ficción se desarrolla a lo largo de seis episodios –que no, no tienen específicamente como protagonista a cada uno de los policías, aunque están presentes siempre– que bucean tanto en lo acontecido durante el operativo como en sus consecuencias y en qué se esconde detrás (una trama de corrupción y bienes raíces).
Son esas muchas capas lo que da una profundidad inusitada a la serie –y a veces cierto efectismo que no cierra 100%, cabe advertir– y le permite ser mucho más que un drama policial. Se centra alternativamente en los seis policías y sus vidas, o en la agente de Asuntos Internos que los investiga, o en los distintos componentes sociales que rodean la brutalidad policíaca y los desalojos inmobiliarios.
El nivel de producción inmenso y la mano de Sorogoyen detrás de la mayoría de los episodios como director marca el estilo de la serie toda. El elenco está abnegadamente entregado a la tarea, lo que no sorprende de sus actores más conocidos, como Raúl Arévalo o un irreconocible Roberto Álamo, pero asombra por presentar artistas tan notables cómo Vicky Luengo, Álex García y, muy particularmente, un tremendo Hovik Keuchkerian, a quien jamás la absurda La casa de papel le había permitido brillar así.
Esta conjunción da vida a personajes por completo tridimensionales, humanos, fallidos y, con todo y sus muchísimos defectos, tan queribles como creíbles. En ellos conviven lo bueno y lo malo en grados diversos, y de su interacción brotan sorpresas en las que nada se anula ni redime.
Uno imagina estos temas en manos de una producción hollywoodense actual y sólo puede largar la risa. Por suerte, es una serie española la que se hace cargo, y lo propone de una manera única: sin descanso, sin alivios cómicos, mezclando el fondo personal de sus protagonistas con el retrato minucioso del presente de España, y con una intensidad y potencia que quitan el aliento e invitan a tragar un episodio detrás de otro hasta finiquitar las escasas cinco horas que conforman este retrato social, policial y criminal.
Antidisturbios, de Rodrigo Sorogoyen. En HBO Max.