Sin maquillaje es el último disco de Alejandro Balbis. Fue publicado a fines de 2019 y en julio de ese año había adelantado varias de sus canciones tocándolas en vivo en el Solís. Pero no hubo una presentación oficial luego de que el disco estuviera en la calle –y en las plataformas digitales– por lo que todos tenemos más que sabido: en marzo de 2020 irrumpió la pandemia y los planes de cualquiera se fueron al garete. Pero, aunque para Balbis el parate fue difícil porque se le cortó la entrada económica, dice que la inactividad de la primera parte de la pandemia fue “una especie de bendición”, ya que hacía como 25 años que no estaba en su casa a tiempo completo, compartiendo con su familia.

Balbis vive en Punta Ballena (Maldonado) y allí se reencontró “con los niños, el campo y estar en casa”. “Era difícil ver cómo se sostenía la olla, el alquiler y todo, pero como vivo en el campo, nuestra vida fue igual, no es que estábamos encerrados en un apartamento. Pasamos sentados afuera, tranquilazos, con los perros, los caballos y los gatos. Si hubiese sido en Buenos Aires, lo hubiésemos pasado mucho peor”, dice el murguista, que durante más de 20 años vivió en la capital del vecino país, hasta que la gran ciudad lo empezó a “fatigar”. Para Balbis, luego de todo esto ameritaba darle un nuevo marco de presentación al disco, por eso el jueves lo tocará con banda completa en Sala del Museo.

Sin maquillaje contó con la producción artística del experimentado Julio Berta y se diferencia del anterior álbum de Balbis, Sin remitente (2013), porque tiene una atmósfera estética moderna, detalles electrónicos y todo eso. El murguista dice que a la hora de hacer discos siempre le gustó asociarse con un productor. En El gran pez (2009) fue Pelu Romero, en Sin remitente, Rodrigo Gómez (ex Sórdromo), y ahora Berta, “cada uno con su impronta, historia y estética”, y de acuerdo a eso “fueron saliendo los productos de manera distinta”. Además, Balbis resalta que ya no es la misma persona, ni el mismo cantor ni el mismo músico que cuando hizo El gran pez y eso “se nota”, ya que se siente “un cantor con mucho más experiencia” y “mucho más cómodo en el rol de solista”.

“Por algo se llama ‘sin maquillaje’. No es por renegar de mi época de murguista ni de cantor de murga, sino para reflejar un proceso que se fue dando en muchos años, de pasar de ser un cantor de la cuerda de segundos... Porque en la murga no era cantor solista. Igual, el desempeño vocal del solista en la murga es distinto al del solista que canta canciones. Un murguista canta un solo y dura seis compases. Entonces, cada vez que salís al micrófono tenés que mandarla al ángulo. En cambio, en una canción hay matices”, subraya.

Balbis cuenta que el proceso creativo con Berta fue distinto que con los anteriores productores, porque se sentaron a hacer un disco “casi desde cero”, juntando “cientos de audios con ideas”, y a partir de allí se sacaron diez, que se convirtieron en la decena de canciones que escuchamos en el disco. Agrega que el encare estético, alejado de cualquier tipo de arreglo murguero, se debe a que con la textura de su voz y su interpretación “ya tenía la murga que necesitaba”, así “todo lo demás gira por otros rumbos”. Uno de los preceptos que definió Berta es que toda la parte vocal del disco sea de Balbis, pero algunos coros están arreglados y producidos de una manera en la que no parece que fuera él.

En Sin maquillaje nos topamos con “Tarareando”, una de las canciones más atmosféricas del disco, con destellos electrónicos, arreglos espectrales y un corito pop, que narra un día más en el día de un trabajador. Balbis dice que se le ocurrió volviendo muy tarde –o temprano–, al amanecer, cuando llegaba a su casa, al final de la jornada, y vio al laburante que se va caminando, tranquilo, tarareando, para su trabajo.

En “Te diría”, que arranca con una guitarra de riff y sonido seudo spaghetti western, Balbis arremete derechito contra alguien: “Si te encuentro un día por la calle, / te diría un par de cosas / que te lleven a un lugar / fuera de tu mundo rosa”. El músico no quiere dar detalles sobre la persona a la que van dirigidos esos dardos. Dice que esa primera frase nació por alguien con quien tuvo una desavenencia laboral, pero luego se le borró y empezó a trazar la canción con un contenido más general. “Porque me di cuenta de que no quería tener una canción con connotaciones negativas”, acota.

En el disco hay distintos ritmos, como un vals (“Vals de la ausencia”) y casi un reggae (“Palidez”). Balbis dice que allí también jugó el productor, dado que Berta “está totalmente por fuera de la estética murguera”, no es que no le guste sino que “todo su background musical va por otro lado”. Entonces, sus impulsos creativos a nivel rítmico siempre van por otro lugar. “Si yo me pongo a tocar algo, siempre me sale marcha camión o candombeado, pero a él no. Entonces, cuanto más distinto a mí, más me interesa trabajar con él, porque con murguistas trabajé toda mi vida y seguiré trabajando”, finaliza Balbis.

Alejandro Balbis el jueves a las 21.00 en Sala del Museo (rambla 25 de Agosto y Maciel). Las entradas se consiguen por Redtickets a $ 760.