Una de las mejores cosas que nos ha dado la “primavera” de la televisión son las series que adaptan personajes literarios policiales. Así, las series de novelas de autores como Elmore Leonard, Lee Child o Michael Connelly se han visto reflejadas en nutridas temporadas de Justified, Reacher o la que nos toca en suerte hoy: Bosch.
El policía de Los Ángeles nos dio seis estupendas temporadas en Amazon, que corrieron desde 2014 a 2021 y que terminaban con nuestro héroe, Harry Bosch –interpretado por el carismático Titus Welliver, en el rol de su vida, también productor de la serie–, renunciando a la Policía luego de varios casos donde la inoperancia del cuerpo lo terminaba por frustrar.
Pero ese final tenía promesas: Harry tramitaba la licencia de detective privado. Y es que en las propias novelas de Connelly existía el antecedente: luego de 17 novelas como policía, Harry comenzó un periplo como investigador independiente que continúa hasta hoy (o, al menos, hasta la última novela publicada sobre el personaje: Desert Star, en 2022). Así, para gran alegría de todos los espectadores que habíamos quedado huérfanos con aquella cancelación, en 2022 llegó Bosch: Legacy. Y de inmediato entendimos que, antes que un spin off de la serie madre, estábamos ante una clara y directa continuación.
Porque si bien Bosch ya no era policía, la serie seguía siendo más o menos la misma (dicho esto como una virtud) y si acaso sus compañeros de antes –el elenco regular, más allá de Maddie (Madison Lintz), hija del personaje principal y hoy en día coprotagonista– ya no estarían tan presentes, la narrativa de “novela o dos adaptada en temporada de la serie” se mantendría. Incluso el desarrollo de Maddie como policía ella misma permitiría a varios de los personajes secundarios regulares mantenerse presentes.
Así se presentó en su primera temporada el año pasado y así se mantiene en este. Nuestra tanda actual de episodios abre con una pequeña coda de dos, que cierran el cliffhanger de la temporada pasada (el secuestro de Maddie) y a partir de ahí se desarrolla el caso de esta oportunidad: al tiempo que Bosch y la abogada Honey Chandler (la estupenda Mimi Rogers) son investigados por el FBI (por hechos de la primera temporada), tratan de probar la inocencia de un cliente acusado de asesinato gracias a una conspiración de policías corruptos.
El relato –que adapta la novela The Crossing, la primera de Bosch como detective privado– se construye entonces entre viejas y nuevas narrativas, y es adictivo como suele serlo en esta serie, que recuerda viejas épocas de mirar la televisión y sentir la necesidad de pasar de un episodio a otro.
Hay una ganancia colateral, por llamarla de algún modo, que deviene de los muchos años y temporadas juntos de Welliver y Lintz interpretando padre e hija, lo que hace una química muy especial –y auténtica– entre los personajes, algo que ayuda a sobrepasar alguna reiteración de fórmula (¿cuántas veces pueden poner a Maddie en peligro como recurso narrativo?) y el hecho de que la historia, en esta oportunidad, no vuela nunca demasiado alto.
Sin embargo, e incluso yendo a lo seguro, hay momentos de gran entretenimiento, como lo son todos los de juicio, en los que reluce Honey, más algún giro inesperado de la investigación y, entre los villanos, el principal a cargo de un sanguíneo Max Martini. Si sumamos la recuperación puntual de personajes de la serie original –desfilan en esta oportunidad Jerry Edgar, Crate & Barrel, Pierce y Vega, así como tiene grandes momentos el sargento Mank– tenemos antes que nada una nueva temporada de Bosch –a secas– lo que siempre es buena noticia. Porque aunque esta temporada no es su mejor momento, dan siempre ganas de seguir viéndola gracias a su relato policial firme, adulto y siempre funcional.
Bosch: Legacy, temporada 2. 10 episodios de 50 minutos. En Prime Video.