Pascual Cantero viene seguido por acá. “Mi primera vez en Uruguay toqué en un boliche muy underground que se llamaba La Cueva Del Uapití. Tomábamos vino en cartón y cuando terminó el concierto me quedé a dormir ahí mismo. No he vuelto a dar con alguien que recuerde ese lugar”, cuenta, mientras se toma un café a las apuradas en un hotel de la Ciudad Vieja, unos días antes de su fecha en el Teatro Solís, entusiasmado porque a la noche su amigo uruguayo Diego Paredes (director de la comparsa Valores) lo llevará de visita por la casa del Lobo Núñez.
El poeta y cantautor español conocido como Muerdo nació en Murcia el 9 de diciembre de 1988. Para más datos, escribió “De dónde vengo”: “En la huerta del Segura/ a la ribera del río / muy lejos del señorío / hizo su casa mi abuelo / Con cuatro palmos de suelo / caña y barro de la tierra / y muy poquito dinero / después de pasar la guerra”, canta y en el estribillo sintetiza las raíces de su poesía: “Vengo de donde el sol quema / vengo de pasar calor / de cantar por la vereda / de curarme el corazón / Vengo de echarle limón / a la risa y a las penas / y de romper las cadenas / que me atan a la razón”.
Su obra se puede recorrer a través de sus coloridos seis discos, realizados con dosis de recuerdos, sensaciones y referencias artísticas y políticas adoptadas en sus constantes viajes por América Latina. Su música de trovador se caracteriza por un eclecticismo que armoniza en el estado de celebración y por una poesía de fuerte compromiso social. Antes de su show de este sábado, Muerdo conversó con la diaria.
Tu último sencillo es una nueva versión de tu canción “Por tu corriente”, grabada junto a Los Caligaris, y su letra suena más actual que nunca. ¿Cómo te sentís viviendo en estos tiempos?
Es bastante apropiada para este momento. Dice “quiero salir de aquí”, y creo que la realidad que atraviesa el planeta le puede provocar a cualquiera las ganas de escapar de esta época tan loca. Son tiempos muy convulsionados y todo está pasando muy rápido. Lo que más me aterra es que se está dejando de cultivar el pensamiento crítico. Hay una intencionalidad por parte de los poderes fácticos y mediáticos de anular esa posibilidad y de que todos seamos como una masa que piensa en una sola dirección. Creo que, en eso, mucho contribuyen las redes sociales. La pandemia fue un ejemplo paradigmático. Había una polarización extrema y una imposibilidad de alzar una voz crítica o cuestionadora de lo que estaba sucediendo, por ejemplo, con las vacunas. Enseguida se te echaban encima de una manera muy radical e intolerante.
Tu música siempre busca tender lazos.
Claro. Siempre he creído en la unidad, pero no a partir de seguir una sola idea. Los pensamientos únicos me aterran.
Alguna vez citaste a Mario Benedetti para explicar que vos escribías como una necesidad. ¿Cuándo lo conociste?
Fue a partir de mis viajes. Si bien es muy conocido en España, no es de los escritores que se estudian en el colegio o en la secundaria. Cuando empecé a venir por estos lugares, empecé a interesarme por su obra y por todo lo que representa para Latinoamérica.
¿Qué otros poetas han sido importantes en tu vida?
Durante toda esta gira he estado leyendo a Rabindranath Tagore. Luego hay otros que me acompañan como autores de cabecera. León Felipe me gusta muchísimo. Es muy simple y contundente. Muchas veces los poetas asépticos o místicos, como Fray Luis De León, o [Yalāl ad-Dīn Muhammad] Rūmī, que también me gustan, no son para nada políticos. León Felipe es una mezcla entre lo político, lo social y lo espiritual. También me gustan Miguel Hernández, otro de mis favoritos, y Gioconda Belli, a quien he tomado de referencia en varias de mis canciones.
En una entrevista que te hicieron hace un par de años, te escuché utilizar la expresión posta, que es muy uruguaya, con naturalidad. ¿Tenés un particular talento para adaptarte a los diferentes modismos locales?
Estuve en pareja con una argentina durante seis años, y en la pandemia pasé mucho tiempo en Buenos Aires, pero es cierto que me resulta muy fácil asimilar lo que escucho cuando viajo. No sólo me pasa con las palabras, también con los acentos. Soy muy mimético. De repente me descubro hablando como un uruguayo o argentino, y lo hago sin querer. Cuando vuelvo de los viajes, mi padre me dice: “Por favor, háblame bien que me pone nervioso oírte así”. Creo que es un mimetismo que favorece la comunicación y que al final es un recurso inconsciente para poder empatizar y entenderme mejor con cualquiera.
¿Pensás que el lugar de donde venís y cierta libertad en tus condiciones de crianza favorecieron el desarrollo de tu carrera como artista?
No creo que hayan favorecido mi desarrollo artístico, pero sí mi desarrollo humano. En ese sentido, creo que mucha gente que viene de la aristocracia de la izquierda, o de los poderes fácticos de la derecha, o que se ha criado en un mundo cultural, la tuvo —y la tiene— más fácil. Vengo de una familia de campesinos. En mi casa había unos pocos libros e instrumentos. Me la tuve que rebuscar mucho para encontrar música, textos y referentes; sin embargo, mi realidad de apego a la tierra, humildad y conciencia de clase me sirvió en mi desarrollo como persona.
Lo que he visto a lo largo de los años en el mundo artístico y cultural, es que siempre prospera mucho más fácil la gente que ya viene de ahí. Hijos de escritores, poetas, cineastas, periodistas. Es un mundo muy endogámico. Cuesta acceder si no vienes de ahí.
¿A dónde te gusta volver cuando viajás a Latinoamérica?
En Buenos Aires me siento muy a gusto. Me gusta mucho Colonia del Sacramento. Tiene una energía muy bonita. Cada vez que vengo a Uruguay, me regalo un par de días ahí para descansar, tranqui. Hay algunos lugares de México, como Mazunte, en la costa de Oaxaca, y también me gusta la costa de Guajira en Colombia.
¿Te definirías como un bohemio? ¿Aventurero?
No me disgusta la palabra bohemio, tampoco aventurero. Aunque ninguna de las dos me define 100%. En este momento de mi vida me gusta viajar, pero también siento que cuando sea grande voy a tender a ser más ermitaño que viajero.
¿Proyectás ese escenario?
Sí, me veo como un eremita viviendo en el campo y con poco contacto con los demás.
¿Imaginás un lugar?
Sí, mi tierra.
Muerdo se presenta este sábado a las 20.00 en el teatro Solís. Entradas desde $1000 a $1300 en venta en Tickantel. Artista invitada: Lu Ferreira.