Sin haberla leído y guiándonos sólo por su adaptación, podemos creer que la novela de Jane Harper en la que se basa esta película es rossmacdonaldiana. Ross MacDonald, el autor que completa la santa tríada estadounidense del noir clásico junto con Dashiell Hammett y Raymond Chandler, era un verdadero especialista en construir misterios que se remontaban en el tiempo.
Los casos en los que se involucraba el investigador Lew Archer solían tener sus raíces en un hecho del pasado que había caracoleado hasta el presente para manifestarse de manera violenta. Esto mismo es lo que pasa en Secretos del pasado (pésima traducción para el título The Dry o La sequía, que marca un hecho que –además– tiene incidencia en la trama) cuando el policía Aaron Falk (Eric Bana) es llamado a volver a su pequeño poblado natal en el agreste outback australiano.
Lo que lo convoca es nada menos que el doble homicidio y suicidio que supuestamente ha cometido Luke, su mejor amigo de la infancia, quien mató a su esposa y a su hijo de ocho años antes de volarse la cabeza con una escopeta, dejando como único sobreviviente a un hijo de pocos meses. Uno podría creer que la palabra clave es “supuestamente”, pero la verdad parece muy clara para todos, incluido nuestro protagonista, que recuerda los hechos que lo llevaron a irse del pueblo tres décadas atrás: otra muerte violenta y misteriosa que bien podría haber involucrado a Luke. Como esa misma muerte vincula también a Aaron, el protagonista no será nada bien recibido en el pueblo.
En realidad, Aaron debería llegar, asistir a los velorios e irse, pero los padres de Luke (Julia Blake y el veterano de la saga Mad Max Bruce Spence) le ruegan que investigue, con la mínima esperanza de que su hijo no haya cometido la atrocidad de la que se lo acusa. Aaron se irá demorando más y más en el pueblo, reencontrándose con sus viejos amigos, pasándolo bastante mal con los que lo atosigan e investigando el caso junto con el policía local (gran secundario del desconocido Keir O’Donnell).
Así, los dos misterios se cuentan en simultáneo. Por un lado, Aaron investiga qué pudo haber llevado a Luke a cometer estos crímenes y si existe la ínfima posibilidad de que haya otra explicación, al tiempo que –mediante el uso de flashbacks– iremos viendo a Aaron, Luke y sus novias de la adolescencia Gretchen y Ellie protagonizar el caso del pasado, que terminó también con una explicación poco satisfactoria.
Apoyada en un notable protagónico de Bana –quien parece que se cansó de pelear roles de importancia en Hollywood y volvió a su Australia natal–, las narrativas resultan muy bien desarrolladas. Puestos a hilar fino, el misterio “del presente” es más redondo, mientras que el otro –si me disculpan la metáfora futbolera– tiene una moña de más que evita el gol que marcaba la goleada.
De lo que no cabe duda es que Secretos del pasado –que pueden ver por Prime, rescatada allí luego de ser ignorada en su momento por los cines locales y mal distribuida– gana el partido. Su pausada construcción de escenario y personalidades, su reflexión sobre el aislamiento y la violencia, y su búsqueda de humanidad allí donde parece no haberla se encargan de que así sea.
Secretos del pasado. 117 minutos. En Prime Video.