Todos los países tienen su cuota de noticias ridículas protagonizadas por gente estúpida, pero Estados Unidos difunde mejor las propias. Dentro de su territorio hay un estado que parece picar en punta en titulares, tanto que se popularizó la frase con la que suelen comenzar las notas: “Florida man...” (“Un hombre de Florida...”).
Con este título tan pegadizo llegó a Netflix una miniserie que recuerda a aquellas películas de acción y enredo, o enredos de acción, que se hicieron populares en los años 90, pero ampliada (que no estirada) a un formato de miniserie. Y en una época de dramones premium y contenido desechable, no está nada mal disfrutar de programación que se mueve dentro del pelotón, con inclinación hacia el lado bueno.
Nuestro protagonista tiene el ganchero nombre de Mike Valentine y es interpretado por el venezolano Édgar Ramírez, quien fue Gianni Versace en la temporada de American Crime Story dedicada al asesinato del diseñador. Su papel en este caso es el de un expolicía ludópata que termina trabajando para un mafioso como única manera de pagar sus deudas de juego. El mafioso, un paparulo que llegó al puesto por nepotismo, tiene una novia tan hegemónica que la cámara está enamorada de ella. ¿Será que entre Mike y Delly (Abbey Lee en Lovecraft Country) ocurrirá algo? Demasiado tarde: para cuando comienza la acción ese algo sucede desde hace tiempo.
Este comienzo noir y nocturno, valga la redundancia, por las calles de Filadelfia se transformará en pocos minutos en más aventurero y muchísimo más soleado. Las circunstancias obligarán al señor Valentine a regresar a su estado natal de Florida, donde no solamente se reencontrará con su familia, sino que deberá sobrevivir a toda clase de personajes extravagantes. Locales e importados.
Lo que sucede durante siete episodios me hizo recordar bastante las novelas de Carl Hiaasen, que también combinan casos policiales y gente chalada de aquel rincón de Estados Unidos. Pero no es necesario haberlas leído para disfrutar de cada una de las escenas que Donald Todd, creador de la serie, va hilando para la construcción de una trama relativamente sencilla y bastante entretenida. Como zanahoria delante de casi todos esos caballitos habrá un montón de monedas de oro de un tesoro pirata, que se teñirán de sangre antes de que se calmen las aguas.
En los primeros episodios no pararán de aparecer personajes, como quien para a todos los soldaditos de plástico en el jardín antes de tirarles una pelota a ver cuántos caen de un golpe. Claro que algunos se destacan más que otros, no solamente porque tienen más para hacer, sino porque lo hacen mejor. En primer lugar, un caballero de mil batallas como Anthony LaPaglia (Without a Trace) es el padre de Mike, quien primero parece ser el obvio culpable de todo lo que salió mal con el nene, y al que luego se le agregan nuevas capas que lo hacen complejo sin perder la toxicidad.
Paul Schneider, de Parks and Recreation, es el policía que no logra estar a la altura de todo lo que sucede, mientras que Clark Gregg (el agente Coulson de Marvel) tiene una subtrama bien periférica como un pobre policía al que no le sale una bien. Sí, hay numerosos oficiales de la ley, pero eso no es exclusividad de Florida. También habrá espacio para una periodista ambiciosa, varios mafiosos y una fauna destacada de Florida men.
El guion incluye explosiones, disparos, un enorme hueco que se abre en la tierra y (por supuesto) un ataque de tiburón. La miniserie es exitosa en tanto no aspira a ser algo que jamás podría lograr, sino que va intercalando escenas de acción, conversaciones simpáticas y un puñado de momentos emocionantes a lo largo de los capítulos, que para mayor disfrute deberían ser vistos en la menor cantidad posible de días, para que funcionen mejor todas las instancias de enredos, donde un objeto dejado por el personaje A termina siendo importante para el personaje B unos días después.
Sobre el final se resolverán prácticamente todas las subtramas, algunas con un toque agridulce y la principal con un cierre demasiado conveniente. Pero se lo podemos permitir a un título que logra entretener por seis horas y de paso nos advierte que quizás convenga cambiar los pasajes y visitar Nueva York.
Florida Man. Siete episodios de 50 minutos. En Netflix.