Evidentemente las adaptaciones de historieta le resultan afortunadas al popular actor australiano Chris Hemsworth: su principal personaje en pantalla luego de Thor, el dios nórdico del trueno en versión Marvel, ha sido esta encarnación del mercenario Tyler Rake, creado para la novela gráfica Ciudad por Ande Parks junto a los hermanos Joe y Anthony Russo e ilustrada por el estupendo artista argentino Fernando León González Jr.
Hace unos días Netflix estrenó la segunda aventura del personaje, una continuación ya libre de aquella primera historia que se adaptó como Misión de rescate en 2020. La nueva historia del mercenario podría promocionarse como aquellas continuaciones características del cine de acción de los 80: “Ahora... ¡es personal!”.
Este cliché –la saga toda lo es– viene perfecto para insuflar energía a algo que de otro modo podría quedar corto (como le pasaba bastante a la primera entrega). Porque si bien la trama sigue resultando algo insulsa –esta vez deriva en una persecución por Europa–, que la motivación afecte directamente al protagonista lo transforma en algo más que aquel personaje tan tabula rasa y soso de la primera entrega. De todos modos, no nos engañemos: no es por la estructura o por la profundidad individual que vamos a disfrutar esta historia, sino por el enorme trabajo técnico del director Sam Hargrave (veterano especialista de escenas de acción), quien resuelve de maravilla cada una de las set-pieces que componen la película.
Así, desde ese magnífico plano secuencia de 21 minutos del rescate propiamente dicho (el de la primera película duraba unos 11) y con una serie de secuencias de peleas, tiroteos y persecuciones (la mejor enfrenta a Hemsworth en un par de ocasiones con el gran especialista y stuntman Daniel Bernhardt), Misión de rescate 2 mejora con creces lo presentado en la anterior entrega y lleva a toda velocidad a Rake y sus aliados. En otra buena adición de esta segunda parte, hay secundarios que aportan a cargo de la pareja de hermanos que componen Golshifteh Farahani y Adam Bessa. Si se sostuvieran en todo el metraje el ritmo y la intensidad de la primera mitad, estaríamos ante un nuevo clásico moderno del cine de acción, pero es inevitable que sobre el desenlace (y a medida que los enemigos son cada vez menos, porque Rake es efectivo en eliminarlos, a la usanza de John Wick) la tensión descienda, baje revoluciones, y que imaginemos la evidente conclusión. Nunca, sin embargo, deja de ser una cumplidora y efectiva película de acción, lo que no es poco. Además, suma a Idris Elba en un papelito, lo que, se sabe, siempre ayuda a que funcione una película (y nos da un breve reencuentro entre los personajes de Thor y Heimdall).
Ahora imaginemos qué podría hacer este mismo Sam Hargreaves en la dirección de un buen guion de película de acción. Sería para babearse.
Misión de rescate 2. 122 minutos. En Netflix.